¿El PIB lo es todo?

FT MERCADOS

La recesión que se avecina será dolorosa, pero hará que desaparezcan cierto tipo de patrañas posmaterialistas.

El PIB cuenta la contaminación del aire y la publicidad de los cigarrillos.
Janan Ganesh
Ciudad de México /

Robert Kennedy al menos fue elocuente en su santurronería. “El PIB cuenta la contaminación del aire y la publicidad de los cigarrillos” dijo en 1968, pero no la “belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios”. Las prisiones, la tala de árboles, la televisión violenta y las armas, todo esto se incluyó en los datos de crecimiento. “Lo que hace que la vida valga la pena” no. 

David Cameron, en 2006, tenía un discurso más monótono, pero con el mismo espíritu. “Es hora de que admitamos que la vida es algo más que dinero”, dijo, pregonando el GWB —general well-being (bienestar general)— como el heredero más noble del PIB. Creo que solo un joven rico hablaría así, pensé. Casi quince años más tarde, se podía escuchar a mucha gente con licencia sin derecho a remuneración y con colchones fiscales preguntarse si la Madre Tierra nos estaba diciendo que fuéramos más despacio. 

La recesión que se avecina será dolorosa. Pero también hará que desaparezcan cierto tipo de patrañas posmaterialistas. El crecimiento será más difícil de descartar como una obsesión de mal gusto de un contador cuando hay tan poco para repartir. 

Hay dos problemas en la línea de que el PIB no lo es todo. Uno es que ningún ser sensible ha afirmado nunca que lo sea. El otro es que el PIB lo es casi todo. Inmigrantes frente a autóctonos, ciudades frente a provincias, estaban ahí antes de la crisis de 2008. La diferencia era que los gobiernos podían ocultarlas con dinero. 

La línea Kennedy-Cameron (ambos jóvenes ricos, hay que señalar) entre el crecimiento y las llamadas superiores de la vida no es tan fácil de trazar. Y aún así la gente la traza. Lo que más me obsesionó de la pandemia fue la velocidad con la que la gente se cuestionó si la modernidad valía la pena. 

Lo que hizo la pandemia fue sacar de la gente esa nostalgia por un pasado menos dinámico y darle una credibilidad espuria. Ese espacio político en el que confluyen lo ecologista, lo conservador y lo izquierdista resultó abarrotado. 

Sin duda, la recesión concentrará las mentes. A medida que los espacios públicos se resientan, las relaciones se tensen y el ocio se vuelva menos asequible, la gente redescubrirá el papel del crecimiento para casi todo lo que aprecia. La pregunta es si la lección que tanto costó aprender sobrevivirá al próximo auge complaciente.


srgs

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