América Latina produjo alrededor de un tercio del litio mundial

FT MERCADOS

Latinoamérica tiene un papel importante en la explotación de litio, pero necesita flexibilizar sus políticas nacionalistas.

Oro blanco. Un trabajador transporta concentrado de halita en el Salar del Hombre Muerto, en Argentina.
Michael Stott
Ciudad de México /

El litio es el nuevo “oro blanco” debido a su papel clave en las baterías de los vehículos eléctricos.  Su precio se multiplicó por cinco. América Latina produjo alrededor de un tercio del litio mundial en 2021. ¿Una nueva bonanza para la región?

No necesariamente. El “triángulo del litio”, donde se encuentran la mayoría de los recursos de América Latina, ofrece lecciones reveladoras. De las tres naciones que lo comprenden, Chile y Argentina están muy avanzados, mientras Bolivia tiene dificultades para arrancar.

“Argentina definitivamente se destaca por encima de sus pares para atraer grandes inversiones en la extracción de litio”, dice Emily Hersh, directora ejecutiva de Luna Lithium en Nevada. “Argentina ha tenido varias inversiones por un monto cercano a los 1,000 millones de dólares (mdd)... en los últimos ocho a doce meses”.

Los mineros de litio fueron atraídos por las políticas favorables a los inversores del gobierno del expresidente Mauricio Macri y los gobiernos de provincia a favor de la minería también fueron de ayuda, dicen los ejecutivos de Luna Lithium.

En Bolivia, la historia es diferente. El país sudamericano tiene potencial: el salar de litio más grande del mundo y las reservas probadas más grandes. Pero los sucesivos gobiernos le otorgaron al Estado un papel central en la explotación del litio.

El discurso entusiasta de algunos gobiernos de izquierda de América Latina sobre un cártel de productores estatales, como si fuera la “OPEP de litio”, para controlar los precios ignora la realidad de que el “oro blanco” es una propuesta muy diferente a la del petróleo o los metales preciosos.

El litio es difícil de explotar. Altamente reactivo, no se extrae en estado puro. Es complejo y costoso extraerlo. “Una nueva mina suele tardar entre seis y ocho años para ponerse en marcha”, dice PJ Juvekar, jefe de investigación de materiales de Citi.

Chile disfrutó de un régimen estable y es, por mucho, el mayor productor de litio de América Latina. Las dos empresas de ese país, la estadounidense Albemarle y la chilena SQM, están aumentando sus inversiones.


“Nuestro acuerdo de arrendamiento se acerca a un reparto del margen bruto al 50% con el Estado y las comunidades locales”, dice Stefan Debruyne, director de asuntos externos de SQM.

La experiencia pasada en América Latina sugiere que una política de litio exitosa implica un régimen estable con un reparto justo de los ingresos que proporcione un incentivo a las compañías privadas.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene otras ideas. “Vamos a crear una compañía (estatal) mexicana para el litio... se trata de nuestra soberanía”, dijo. El riesgo a largo plazo puede ser que el litio de México nunca llegue a explotarse.

El gobierno de Joe Biden ofrece incentivos para producir litio en EU y si los precios globales se mantienen altos, habrá un impulso para diversificar la producción. “Con los actuales precios spot, la producción de litio a partir de agua de mar puede incluso llegar a ser viable”, afirma Debruyne, de SQM.


Esto será de poca ayuda para Bolivia, un país sin salida al mar. “Parece que está condenada a ser prisionera de su identidad nacionalista y esto impedirá que se produzca litio”, dice el economista Roberto Laserna.




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