Enólogos franceses deben adaptarse y evolucionar para mantener viñedos ante cambio climático

FT MERCADOS

La idea de que un Burdeos se haga en otro lugar es impensable.

Las heladas de primavera afectaron las cosechas de los viñedos en Burdeos, Borgoña y Champaña.
JOHN GAPPER
Ciudad de México /

Cuando aparecieron los primeros signos de problemas con la cosecha de vino este abril, el ministro de agricultura de Francia, Julien Denormandie, la describió como “probablemente la mayor catástrofe agrícola de principios del siglo XXI”. Desde entonces, se ha enfrentado a la competencia. 

El hecho de que los enólogos franceses producirán 29 por ciento menos este 2021 en comparación con el año anterior, gracias a las heladas de primavera seguidas de las lluvias de verano, es una prueba más sobria del impacto que el cambio climático tiene en la industria. 

Los enólogos, que han cosechado las mismas uvas durante generaciones, son conocidos por su fe en el Terroir (Terruño), la calidad casi mística de los viñedos de Burdeos, Borgoña y Champaña. De esos suelos especiales, bajo sus propios ángulos de sol, surgen maravillas. 

La tradición y la consistencia son ingredientes preciosos que crean vinos que son venerados por los bebedores y supervisados estrictamente por el gobierno francés. Pero incluso los productores más conservadores ahora tienen que adaptarse: o cambian la forma en que manejan sus viñedos, o algún día tendrán que encontrar otros nuevos. 

La idea de que un Burdeos se haga en otro lugar es impensable: violaría el marco de la denominación de origen controlada (D.O.), que data de 1935 y dicta exactamente cómo y dónde se producen los vinos. Con todo, algunos enólogos podrían verse obligados a cambiar de ubicación algún día: un clima cálido ya convirtió al vino espumoso inglés en una alternativa aceptable al champán. 

Los terruños en torno a los cuales los agricultores han construido no solo cocinas, sino formas de vida, sentirán los efectos del cambio climático. 

El Dato...

29 por ciento

Menos vino se producirá este año en Francia a causa del calentamiento global

Los cambios que afectan a los viñedos, no solo en Francia sino en las regiones vitivinícolas del mundo, son sutiles en comparación. Los inviernos más cálidos producen cogollos vulnerables a las heladas de primavera y los veranos más cálidos elevan los niveles de azúcar en las uvas y los de alcohol en los vinos. El humo de los incendios forestales contamina los vinos de Australia y California con sabores amargos y cenizos. 

Puede haber ventajas: un estudio sugiere que las regiones tradicionalmente más frías como Borgoña, Champaña, el Valle del Loira y Alsacia pueden beneficiarse del aumento de las temperaturas. A medida que el sur de Europa se estrese más por el calor, la superficie de tierra apta para la viticultura en Austria podría duplicarse para la década de 2050. 

Pero adaptarse al cambio climático requiere que los enólogos sean flexibles e innovadores, cualidades que no se ven en la industria francesa. Los productores están confinados a distritos muy pequeños y no pueden simplemente experimentar con variedades de uva que se adapten mejor al mildiú o madurar más tarde; las reglas tienen que cambiar primero. 

“A diferencia de los franceses, los nuevos enólogos de California no tenían tradición ni sabiduría heredada”, escribió George Faber en Judgment of Paris, su libro sobre la industria del vino del estado y su triunfo en una famosa cata a ciegas de 1976. “No podían transmitir una herencia vinícola porque no la tenían. Como resultado, se convirtieron en experimentadores”. 

Sus experimentos incluyeron el uso de tanques de acero inoxidable para mantener el jugo más fresco durante la fermentación, porque la costa oeste era más cálida que Borgoña y tendía a producir vinos con sabor a quemado. “Esto es lo fascinante de California. Los productores tienen la mente tan abierta y son lo suficientemente aventureros como para probar casi cualquier cosa”, observó un escritor de vinos en 1974.


Para ser justos con los enólogos franceses, ellos comprenden la necesidad de evolucionar si quieren mantener intactos sus viñedos. Este año, el gobierno aprobó seis nuevas “variedades de interés para adaptarse al cambio climático”, para su uso en las denominaciones Bordeaux y Bordeaux Supérieur. Se pueden mezclar (hasta 10 por ciento) con uvas como la tradicional Merlot, que sufre en climas más cálidos. 

Los franceses tienen razón al adoptar una actitud más californiana porque se avecinan mayores trastornos si tales cambios son insuficientes. Es posible que tengan que mover viñedos que son parte integral de la producción y de cómo se valora el vino. A pocas personas les importa si su iPhone está fabricado en China o en India, pero un “Borgoña” que no sea de Borgoña podría resultar bastante más difícil de beber. 

Los enólogos deben hacer todo lo posible para evitarlo, incluso desafiar las tradiciones que están siendo superadas por los acontecimientos. Tiene sentido intentar casi cualquier cosa cuando la alternativa es peor.


srgs

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