¿Es buena idea un viraje de la banca central hacia lo cripto?

Opinión. La innovación con activos digitales dejará a los organismos el control de grandes cantidades de datos de usuarios y socavará el papel de las instituciones de crédito; puede que ni siquiera agilice los pagos

Agustín Carstens, director del BIS, recibió el Premio de Economía Rey de España. J. C. HIDALGO/EFE
Gillian Tett
Londres /

En el tercer piso de la oscura torre cilíndrica que alberga el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés), me encontré con una vista que me hizo parpadear de sorpresa: paredes blancas.

Es posible que esto no suene muy sorprendente, así que permítanme explicarlo. El BPI es el banco central de los banqueros centrales. Tiene su sede en Suiza, uno de los centros financieros más reconocidos del mundo. Cuando lo visité anteriormente, su decoración era tradicional: paneles de madera oscura, sillas sobrias, colores desabridos, arte aburrido. Como la mayoría de los bancos centrales, proyecta un aura de estabilidad permanente, con columnas de mármol.

Pero las paredes blancas son una señal de que aquí se lleva a cabo un curioso experimento cultural. Hace un año, el BIS puso en marcha media docena de “centros de innovación” que acogerían iniciativas en los mundos cripto y cibernético. En particular, está ayudando a crear una serie de proyectos de moneda digital de bancos centrales (CBDC, por su sigla en inglés) en todo el mundo. A finales de 2022, alrededor de 114 países estudiaban la creación de CBDC, 20 hacian pruebas piloto y 11 las habían puesto en marcha, de acuerdo con el Atlantic Council, un grupo de reflexión sobre asuntos internacionales. El Banco de Inglaterra, que lleva estudiando la creación de estos proyectos desde finales de 2021, acaba de anunciar que es probable que en el futuro se necesite una “libra digital”.

Así que, en un intento de canalizar Silicon Valley o el más cercano centro de tecnología financiera de Suecia, una esquina del BIS sustituyó los paneles de madera oscura por pizarrones blancos, cristal y sillones blandos. En cuanto al cambio de imagen, no se trata del relajado penthouse de las Bahamas que fue sede del fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, ni del edificio de Brooklyn cubierto de grafiti que alberga ConsenSys, un actor clave en la moneda ethereum, pero está claro que el nuevo aspecto forma parte de un esfuerzo por romper un poco la imagen tan conservadora de la banca central.

¿Es una buena idea? La respuesta de los aficionados a lo cripto es un rotundo “no”. Después de todo, la mayoría de los que se toman en serio el bitcóin o el ethereum se involucraron porque quieren derribar las jerarquías financieras existentes, y creen que los banqueros centrales son demasiado anticuados para entender el poder innovador de los activos digitales.

Además, temen que la única razón por la que instituciones del sistema como el BIS están jugando ahora con los CBDC sea para aplastar a los tókenes del sector privado que pueden desafiar a la moneda tradicional o “fiduciaria”, no con una prohibición total de esos contendientes, sino en su lugar robándoles su ropa cibernética.

Los aficionados a las teorías de conspiración en parte tienen razón. En una reciente reunión de banqueros centrales y reguladores a la que asistí en esa torre de Basilea había una clara creencia, o esperanza, de que los CBDC podían desplazar a la mayoría de los tókenes privados en el futuro, sobre todo si se tiene en cuenta que el valor de los criptoactivos como el bitcóin se desplomó, y que escándalos como el del FTX están provocando una mano dura regulatoria. De hecho, Agustín Carstens, director del BIS, dice que los últimos acontecimientos significan que los bancos centrales han ganado la “batalla” entre las criptomonedas y el dinero fiduciario.

Es posible que así sea; sin embargo, no todo el mundo dentro de las torres de los bancos centrales cree que sea necesario o sensato jugar con los CBDC. La innovación puede dejar a los bancos el control de grandes cantidades de datos de los ciudadanos y socavar el papel de las instituciones de crédito comerciales. Incluso es posible que ni siquiera permita agilizar los pagos a los ciudadanos. En un informe reciente de la Cámara de los Lores se mostraba que estaban tan poco impresionado que se preguntaban si los CBDC eran “una solución en busca de un problema”, mientras que Tony Yates, antiguo asesor del Banco de Inglaterra, argumenta que “la enorme empresa no vale la pena” por los costos y los riesgos. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, admite que “está indeciso sobre si los beneficios superan a los costos o viceversa”.

No es de extrañar. Incluso cuando estos dos mundos se traslapan, el tribalismo es una fuerza poderosa. Los banqueros centrales están capacitados para actuar con cautela, valorando la estabilidad y operando dentro de estructuras de poder jerárquicas. En cambio, los emprendedores del sector de tecnología que impulsan la revolución de los activos digitales valoran las “redes de contacto” —el poder de la multitud, no las jerarquías— y quieren causar una disrupción en lo establecido dando pasos audaces y asumiendo riesgos. Las dos culturas son diferentes, no se entienden”, dice un banquero central que trató con Facebook cuando intentó lanzar su proyecto de activos digitales Libra en 2019, que al final fracasó.

Algunos hacen intentos para reducir la brecha. Jeremy Allaire, fundador del grupo Circle, que maneja una stablecoin (criptomoneda creada para dar certidumbre), dice que quiere trabajar con los reguladores, no contra ellos. Mientras, el BIS intenta contratar empleados del mundo de la tecnología, y algunos banqueros centrales se quitan los sacos, pero mezclar la tribu de Basilea con la del sector de tecnología no será pan comido, sobre todo porque cada una cree que debe tener las de ganar.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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