La semana pasada, cuando la Asamblea General de la ONU se reunió en Nueva York, fui moderadora de un evento con un grupo de economistas y expertos en asuntos exteriores de renombre sobre los efectos de las elecciones de Estados Unidos en el futuro del multilateralismo.
Todos estuvieron de acuerdo en que Donald Trump será un desastre para la cooperación global y que Kamala Harris es una incógnita. Sin embargo, la conclusión más interesante fue que los participantes estaban menos interesados en cómo se relacionaría Estados Unidos con el mundo que en hacia dónde irá el mundo con o sin EU.
Aunque a veces parece que los responsables de la formulación de políticas y los líderes empresariales esperan con ansias, con los planes en suspenso, a ver qué sucede en noviembre, tal vez sea más cierto decir que están haciendo las paces con un mundo en el que EU no es un ancla para la estabilidad, sino más bien un riesgo contra el que hay que protegerse.
Es como si, en los últimos años, Estados Unidos se hubiera convertido en un mercado emergente gigante, lleno de peligros y promesas, pero sobre todo de imprevisibilidad. Los líderes en el extranjero saben que las políticas pueden cambiar cada cuatro años. Los directores ejecutivos entienden que los subsidios y las exenciones fiscales que se ofrecen hoy pueden desaparecer mañana. Los inversionistas están considerando la prima que debe acompañar al aumento de la deuda y a una política más volátil.
De hecho, muchos gobiernos y empresas están, como resaltó Pi Capital en una reciente sesión informativa, “tratando calladamente de desvincularse de la dependencia de EU”. Eso incluye todo tipo de cosas, desde el aumento del gasto militar por parte de Japón y Europa, hasta corporaciones alemanas como SAP, la cadena de supermercados Lidl, el club de futbol Bayern Munich y el Puerto de Hamburgo, que se alejan de las plataformas tecnológicas de EU porque no quieren que la información sensible pase por servidores estadunidenses o chinos. Como dijo un portavoz del Bayern Munich a Financial Times en agosto, el cambio a Schwarz Digits, un sistema de la nube alemán, fue una cuestión de “soberanía digital”.
Sigue llegando mucho dinero de Europa a EU, en parte debido a las preocupaciones sobre China, pero también hay un temor cada vez mayor por la posibilidad de que Estados Unidos sea un nodo de riesgo. La semana pasada hablé con una persona que trabaja en asuntos gubernamentales en una gran compañía estadunidense de tecnología y me dijo que muchos clientes europeos les dicen que “EU se está volviendo menos confiable” como socio.
Parte de esto se debe a la incertidumbre política y sus implicaciones, que cada vez incluyen más aranceles, controles de exportación y sanciones. Otra parte tiene que ver con el estímulo fiscal que favorece a los actores estadunidenses. Pero el problema clave fue la falta de directrices claras y estables y señales de demanda con las que las empresas puedan contar a largo plazo. ¿Trump desmantelará la Ley de Reducción de la Inflación de 2022? ¿Adoptará Harris el mismo enfoque que la administración Biden con las grandes compañías de tecnología?
Mark Rosenberg, fundador y codirector de la empresa de investigación GeoQuant, señala que esta “EM-ificación” (juego de palabras que habla de la transformación para parecerse a un mercado emergente) de EU va más allá de la incierta política presidencial. También tiene que ver con “instituciones (que se han) vuelto demasiado débiles para definir o hacer cumplir las reglas políticas y las normas, lo que aumenta la polarización social, la violencia política y la incertidumbre económica en torno a eventos políticos clave, que no solamente incluyen las elecciones sino cosas como las interminables disputas por el techo de la deuda.
Yo añadiría a esa lista la forma en que la violencia ―no solo la del tipo político, sino también los tiroteos públicos masivos que ocurren aproximadamente cada dos días en EU― se ha normalizado. Ahora, en Estados Unidos se pueden comprar mochilas a prueba de balas para una generación de niños que han crecido practicando el confinamiento en sus escuelas primarias. Me quedé asombrada hace dos años cuando a mi propio hijo no le tocó un tiroteo en el metro de Brooklyn solamente por una parada, y me llamó no llorando de miedo, sino para preguntarme tranquilamente si podía pedir Uber Eats para el almuerzo, ya que su escuela estaba cerrada. Cuando los niños ven la violencia en su vida diaria como algo normal, algo anda desesperadamente mal.
La EM-ificación de la política estadunidense ha sido un hallazgo constante en los datos de GeoQuant desde 2016. Si bien el nivel general de riesgo político en EU sigue siendo inferior a la mayoría de los mercados emergentes, la tasa de cambio del riesgo ―especialmente la violencia política subyacente, la polarización social y los riesgos institucionales- ha aumentado a un ritmo similar al de los mercados emergentes históricamente volátiles como Rusia, Turquía, Bolivia, Sudáfrica, Líbano y Hungría. Esto fue así durante las administraciones de Trump y Biden.
Y no solo se trata de Estados Unidos. El riesgo promedio de los países desarrollados está aumentando más rápidamente que el riesgo promedio de los mercados emergentes, gracias a los cambios irregulares de liderazgo, los mayores cambios de política y la volatilidad económica y financiera que todo esto conlleva. Parece que ahora todos somos mercados emergentes.
La gran pregunta para los inversores, que muchos se hacen desde hace años, es cuándo todo esto reducirá la condición de refugio del dólar o debilitará los mercados de valores estadunidenses, que, contra todo pronóstico, siguen siendo el refugio más líquido del mundo para el capital, tanto extranjero como nacional. El dólar puede estar cayendo un poco estos días, pero los mercados de valores de EU siguen rugiendo.
GeoQuant muestra que el riesgo político es un factor en los rendimientos de los bonos a 10 y 30 años. Ha mantenido alto el VIX, una medida de la volatilidad esperada del mercado de valores, y ha impulsado los rendimientos diarios de los bonos del Tesoro. También es la razón por la que el oro está a precios récord. Así como los responsables de las políticas y los empresarios están cubriendo sus apuestas, también lo hacen los inversionistas que ven riesgo, no solo recompensa, en EU.