Los controles de precios ya son bastante difíciles de aplicar en un solo país. Ahora intenta hacerlo en todo el mundo para una materia prima ampliamente comercializada. Los países del G7 estudian la posibilidad de poner un tope al precio de las ventas de petróleo ruso. Eso puede reducir la capacidad de Moscú para financiar su invasión a Ucrania. Si el plan se lleva a cabo con éxito —un gran “si”— la pregunta es qué tan bajo debe ser ese límite.
Los pronósticos de presupuesto de Rusia se basan en una estimación del precio del petróleo para su referencia de los Urales. Antes de la invasión a Ucrania, el presupuesto tenía una base de 44 dólares por barril, señala Richard Bronze de la consultora Energy Aspects. Esta cifra posiblemente aumentó debido a los gastos de la guerra y a la necesidad de compensar la grave recesión económica que sufre Moscú, cuyo productor interno bruto (PIB) debe caer 10 por ciento este año; sin embargo, es probable que se mantenga muy por debajo del precio actual del petróleo. Incluso con una enorme diferencia en comparación con el precio de la mezcla Brent, el petróleo de los Urales cotiza en 85 dólares por barril.
Por lo tanto, un tope de precios tendrá que reducir de manera drásticas las tarifas del petróleo que recibe Rusia para que esto tuviera un impacto en su economía. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los miembros del G7 solo acordaron estudiar la “viabilidad” de un control. Esto da una idea de la complejidad. El seguimiento de la procedencia de las exportaciones de combustible refinado de Rusia puede hacer extremadamente difícil cualquier tope.
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Sin embargo, en teoría el plan tiene mérito. En lugar de reducir el suministro de petróleo a todos los países —Rusia es el tercer mayor productor del mundo— permitirá que fluyera.
Una forma de hacerlo puede ser a través del seguro de transporte marítimo para los cargamentos de petróleo. El International Group of Protection & Indemnity Clubs de Londres cubre alrededor de 95 por ciento de la flota mundial de transporte de petróleo, señala Rystad Energy. Cerca de dos tercios del crudo del mundo viaja por mar, de acuerdo con la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por su sigla en inglés).
Este seguro puede verse restringido a menos que los compradores acuerden un precio máximo para el petróleo de Moscú. Por supuesto, el presidente ruso, Vladímir Putin, no estará de acuerdo en aceptar precios máximos a su combustible, sobre todo si se acercan a las tarifas de punto de equilibrio fiscal de la nación.
Tal vez la mejor arma que tiene el G7 en estos momentos es el riesgo que supone para la economía mundial la amenaza inflacionaria y los esfuerzos de los bancos centrales por contenerla.
Es posible que no sea necesario un tope de precios. Diversos analistas del sector de energía bajistas, como Citi, esperan que el petróleo Brent caiga hacia los 75 dólares. Con el actual descuento del precio de los Urales, eso ubica al crudo por debajo del precio actual para el presupuesto que pronosticó Rusia.
El Brent cerró la jornada en 117.99 dólares por barril.