Fed puede actuar demasiado tarde ante alta inflación

El banco mantendrá una política flexible hasta tener el máximo empleo; si sube las tasas provocará otra recesión en EU

La economía estadunidense corre el riesgo de sobrecalentarse. Brendan McDermid/Reuters
Martin Wolf
Londres /

La economía mundial disfruta una recuperación vigorosa, pero divergente. Esto es lo que nos dice las Perspectivas Económicas Mundiales de junio del Banco Mundial. La razón principal para la recuperación son los éxitos en los programas de vacunación. Las principales razones para la divergencia son las limitaciones del programa de vacunación. Algunas partes de la economía mundial pueden volverse demasiado calientes, mientras que otras demasiado frías. Así que, estén alertas. 

Esta vez es diferente: la recesión no fue provocada por la necesidad de frenar una inflación excesiva, tampoco por una crisis petrolera ni financiera, sino por un virus. Ahora, con el éxito de los programas de vacunación, el mundo disfruta de una de las recuperaciones más fuertes de una recesión desde 1945.

Esa es la buena noticia. La mala es lo desigual que será la recuperación. De acuerdo con las Perspectivas Económicas Mundiales, 94 por ciento de los países de altos ingresos recuperará en un plazo de dos años el producto interno bruto (PIB) per cápita que tenían antes de la recesión. Será la proporción más grande en un periodo tan breve después de cualquier recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, se prevé que la proporción de países emergentes que logre ese resultado será de 40 por ciento. Esa será la proporción más baja después de cualquier recesión en la época de posguerra.

El éxito relativo de los países de altos ingresos se debe a la magnitud de sus respuestas fiscales y monetarias y a sus despliegues de vacunas. Los países emergentes y en desarrollo están muy rezagados en todos estos aspectos. La expansión cuantitativa registró un promedio de 15 por ciento del PIB en los países de altos ingresos, en comparación con 3 por ciento en los países en desarrollo y emergentes. El apoyo fiscal registró un promedio de 17 por ciento en las naciones de altos ingresos, en comparación con 5 por ciento en los emergentes y en desarrollo. Aún así, la mitad de todos los países de bajos ingresos tienen problemas de endeudamiento. De acuerdo con el presidente del Banco Mundial, David Malpass, la “pandemia no solo revirtió los avances que se lograron en la reducción de la pobreza mundial por primera vez en una generación, también profundizó los retos de la inseguridad alimentaria y aumentó el precio de los alimentos para muchas millones de personas”. La decisión de Reino Unido de recortar el presupuesto de ayuda exterior es terriblemente inoportuna. 

En vista de todo esto, la decisión más importante que tomarán esta semana los líderes de los países de altos ingresos del G7 es financiar una fuerte aceleración en el suministro y distribución de vacunas. Esto también beneficiará a los donantes. La pandemia debe detenerse en todas partes para que las personas estén seguras en cualquier lugar.

Entre las economías de altos ingresos, la locomotora más importante del crecimiento es Estados Unidos, con sus políticas monetarias y fiscales agresivas. La propuesta de presupuesto de Joe Biden prevé déficits federales de 16.7 por ciento del PIB este año fiscal (hasta septiembre) y de 7.8 por ciento el próximo año. Mientras tanto, la mayoría de los miembros de la junta de la Reserva Federal esperan que las tasas de interés se mantengan cerca de cero incluso hasta finales de 2023. Estas políticas están generando grandes beneficios. Pero, ¿qué tan riesgosos son?

Esto se ha debatido mucho. Tampoco es un asunto puramente local. Si la Fed tiene que subir las tasas drásticamente, es probable que provoque otra fuerte recesión en EU. Eso no solo será malo para ellos, también para el mundo, incluidos los países en desarrollo vulnerables.

Es este contexto el que hace que el debate sobre la inflación sea significativo. Stephen Roach, quien trabajó en la Fed en la década de 1970, recordó a Arthur Burns, el presidente de la Fed que dejó que saliera de la botella el genio de la inflación a principios de la década de 1970. Si eso se repitiera, sería costoso para casi todos. Pero, ¿es probable ese resultado? La respuesta es “sí”, no por lo que ya sucedió, sino por los compromisos de la Fed.

El alza de la inflación que vemos ahora puede ser tanto modesto como temporal y no afectar las expectativas inflacionarias, como cree la Fed. Pero la Reserva Federal se encerró para responder con demasiada lentitud, en especial dada la expansión fiscal. Esto se debe a que, en palabras de Richard Clarida, vicepresidente, “esperamos que sea apropiado mantener la tasa de los fondos federales en el rango objetivo actual de 0 a 25 puntos base hasta que la inflación haya alcanzado el 2 por ciento (sobre una base anual ) y las condiciones del mercado laboral hayan alcanzado niveles consistentes con la evaluación del Comité (Federal de Mercado Abierto) del empleo máximo”.

Esta es una política “basada en resultados” en contraposición con una “basada en pronósticos”. ¿Qué significa en el lenguaje de los legos? Significa que la Fed continuará con una política monetaria flexible hasta que el empleo haya alcanzado su “máximo” (desconocido). Dado el desfase entre la política y los resultados, esto garantiza que se sobrepase. Para cuando la economía llegue al punto en que la Reserva Federal comience a endurecerse, estará muy caliente (en el “máximo empleo”) e, inevitablemente, se pondrá más caliente.

Eso es lo que sucedió en la década de 1970. La necesaria desinflación se pospuso hasta que Paul Volcker asumió el mando en 1979. La experiencia fue brutal. Dados los retrasos entre el endurecimiento y el control de la inflación, es probable que los costos vuelvan a ser severos. Eso no le importaría solo a EU. El shock de Volcker desencadenó la crisis de la deuda de América Latina. Esta vez hay mucha más deuda en casi todas partes. Un endurecimiento monetario severo creará más devastación.

Sacar al mundo de la crisis está lejos de ser un hecho consumado. Todavía queda mucho por hacer al respecto. Además, el nuevo enfoque de la política monetaria del banco central más importante del mundo corre el riesgo de sobrepasarse. Al responder solo a los resultados es casi seguro que reaccione demasiado lento. Es posible que esto no importe, porque las expectativas permanecen bien ancladas, pase lo que pase. Ruego porque este sea el caso. La alternativa no merece mucha reflexión.

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