Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard, fue galardonada con el Premio Nobel de Economía por avanzar en la comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral.
El comité que otorga el premio, oficialmente conocido como Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, dijo que Goldin “proporcionó la primera descripción exhaustiva de los ingresos de las mujeres y los resultados del mercado laboral a lo largo de los siglos”, revelando las principales causas del cambio y las principales fuentes de la brecha de género que aún persiste.
Goldin, nacida en Nueva York en 1946, fue la primera mujer que obtuvo la titularidad en varios departamentos universitarios, incluido el de Harvard. Ahora es la tercera que gana el premio, después de Elinor Ostrom en 2009 y Esther Duflo en 2019, y la primera que lo obtiene en solitario.
Randi Hjalmarsson, miembro del comité, dijo que Goldin combinó las herramientas de un economista del mercado laboral con las que utilizan los historiadores económicos para trazar la evolución del empleo femenino en Estados Unidos a lo largo de más de 200 años, a medida que una economía mayoritariamente agrícola se convertía en una sociedad industrial y luego en una basada en la oficina.
“Tuvo que ser una detective”, dijo Hjalmarsson, sobre cómo Goldin descubrió e interpretó nuevas fuentes de datos sobre periodos en los que las ocupaciones y los ingresos de las mujeres a menudo no quedaban registrados, demostrando que su tasa de empleo era mucho más alta de lo que se mostraba en los censos.
Una de sus conclusiones más contrarias a la lógica fue que la participación de la mujer en el empleo remunerado no aumentaba de forma constante a lo largo del tiempo, ni en consonancia con el crecimiento económico, sino que formaba una curva en forma de “U”.
Casi 60 por ciento de las mujeres casadas y mayores de Filadelfia trabajaban a finales del siglo XVIII —incluidas las labores en agricultura, industrias artesanales y el hogar—, pero esta proporción descendió a lo largo del siglo siguiente, a medida que se hacía más difícil compaginar el trabajo en las fábricas con las obligaciones familiares.
Incluso en el siglo XX, los avances en la reducción de la brecha de género en el empleo y los ingresos fueron “lentos y esporádicos”, encontró Goldin, que demostró que estas tendencias a largo plazo se deben principalmente a los cambios en el empleo de las mujeres casadas.
En esto influyeron barreras manifiestas, como la legislación que impedía a las mujeres permanecer en puestos de trabajo como profesoras u oficinistas cuando se casaban.
También lo hicieron los cambios estructurales en el mercado laboral. La brecha salarial de género en EU se redujo a principios del siglo XX con el aumento del trabajo administrativo y la educación secundaria, pero Goldin encontró que, al mismo tiempo, la proporción de la brecha debida a la discriminación contra las mujeres aumentó más del doble, ya que los empleadores abandonaron los contratos a destajo en favor de estructuras salariales mensuales que se inclinaban a recompensar el servicio prolongado, no interrumpido por hijos.
Pero la investigación de Goldin también mostró la influencia persistente de las decisiones en su educación que tomaron las mujeres temprano en sus vidas --cuando no esperaban pasar mucho tiempo en el mercado laboral-- que limitaron sus opciones mucho más adelante, cuando intentaron regresar al trabajo cuando sus hijos alcanzaron la independencia.
Otro estudio clave que realizó, en coautoría con su esposo Lawrence Katz, mostró cómo la introducción de la píldora anticonceptiva en diferentes momentos en diversos estados de EU llevó a las mujeres a planear e invertir en sus carreras profesionales.
“Ser detective significa que tienes una pregunta… que es tan importante que harás todo lo posible para encontrar (la respuesta)”, dijo Goldin después de recibir la noticia del premio en las primeras horas de la mañana en su casa de Cambridge, Massachusetts.
Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), estuvieron entre quienes la felicitaron por el premio, que llega poco después de la publicación del último artículo de Goldin, titulado “Why Women Won (Por qué ganaron las mujeres).
Jason Furman, colega de Harvard y ex asesor económico de Barack Obama, la describió como “una académica innovadora que reformó mi forma de pensar sobre la desigualdad, las mujeres en la fuerza laboral y muchas cosas más”, así como “una mentora generosa de generaciones de estudiantes”.
Aunque Goldin no utiliza su investigación como base para conclusiones de políticas, el comité del Nobel señaló que el trabajo de Goldin tiene “grandes implicaciones sociales” y, en particular, puede dar forma a las políticas en países que todavía se desarrollan por caminos que la economía estadunidense siguió anteriormente.
A escala mundial, alrededor de 50 por ciento de las mujeres trabajan, en comparación con el 80 por ciento de los hombres, y las brechas son aún mayores en partes del sur de Asia, Medio Oriente y el norte de África. Aunque la proporción de mujeres que trabajan se triplicó en muchos países de altos ingresos durante el último siglo, en promedio todavía ganan menos que los hombres y ocupan menos puestos de alto nivel.
El libro más reciente de Goldin, Career and Family, atribuye esto a un fenómeno de “trabajos codiciosos”, donde las personas dispuestas a trabajar largas horas impredecibles pueden obtener un salario por hora más alto, mientras que las personas que eligen estar “disponibles” para cumplir con las obligaciones parentales pagan una penalización en su carrera profesional.