Indra Nooyi, exCEO de PepsiCo

FT MERCADOS

Indra Nooyi habla de cómo impulsar a más mujeres a alcanzar posiciones de alto nivel en grandes empresas y por qué la obesidad no es solo culpa de la industria alimentaria.

Indra Nooyi, la transformadora de PepsiCo.
Andrew Edgecliffe-Johnson
Ciudad de México /

Indra Nooyi tomará agua simple. La mujer que dirigió PepsiCo durante una docena de años dejó el cargo como directora ejecutiva hace tres años, así que ya no necesita que la vean bebiendo el refresco que lleva ese nombre o probando Doritos en público. Además, después de pasar mucho tiempo defendiendo sus bebidas y botanas ante cualquiera que los culpara por la epidemia de obesidad en Estados Unidos (EU), ella no está dispuesta a iniciar un almuerzo con un periodista entrando directamente en el debate sobre las calorías.

Nooyi tal vez dejó PepsiCo para ocupar puestos de menor perfil en los Consejos de Administración de Amazon y Royal Philips, pero todavía está irritada por algo de la cobertura que recibió.

Estamos en el restaurante Grand Salon del Baccarat Hotel en el centro de Manhattan. ¿Por qué aquí, es donde se hospeda cuando está en la ciudad?, pregunto. “No. No podría pagarlo”, dice con una sonrisa cautivadora, y me toma un momento recordar que ganó 85 millones de dólares (mdd) en los últimos tres años en el puesto más alto de PepsiCo. Nooyi nunca ganó las cifras aún más estratosféricas de algunos directores ejecutivos hombres.

Nooyi acaba de publicar un libro con el que espera ayudar a más mujeres a alcanzar la posición que ella logró. Era una de las únicas 11 mujeres que dirigían una compañía de Fortune 500 cuando se convirtió en CEO de PepsiCo en 2006. Ahora hay 41 mujeres en esa lista, pero eso significa que 91.8 por ciento de las empresas que cotizan en bolsa más grandes de EU todavía están dirigidas por hombres.

Llega una mesera y debemos ordenar. Me decido por un spaccatelli de langosta mientras que Nooyi, cuyas opciones como vegetariana son más limitadas, se decide por un sandwich de queso a la plancha con sopa de tomate.

Vuelve al discurso “moonshot” de su libro para lograr un mejor equilibrio entre el trabajo y la familia, y cuenta cifras sobre cómo pocas de las mujeres exitosas que se unen a empresas como PepsiCo alcanzan el segundo o tercer nivel de la gerencia. Primero se enfrentan a prejuicios inconscientes y salarios desiguales, dice. Luego “el reloj biológico y el reloj de la carrera profesional están en conflicto”. Con muy pocos sistemas de apoyo a su alrededor, muchas “optan por no participar en esta increíble competencia feroz”.

Las jerarquías corporativas fueron diseñadas para una visión arcaica del “trabajador ideal”, sostiene Nooyi: hombres que ganan el sustento, que pueden ir a donde los empleadores quieran porque sus esposas cuidarán de los niños, del entretenimiento, la casa y todo lo demás.

Sin embargo, en lugar de rechazar este modelo, Nooyi concluyó que ella misma tenía que ser una trabajadora ideal para tener éxito. Podía hacerlo porque su esposo Raj estaba dispuesto a moverse para adaptarse a sus ascensos.

Ella dice...

“Tenía el mayor motor interno, era una inmigrante... Y estaba decidida a no decepcionar a mi familia”

​​“Tenía ese sistema de apoyo”, dice, “pero tenía el mayor motor interno: era una mujer inmigrante... y estaba decidida a no decepcionar a mi familia”. Como ejecutiva nacida en India, “fui una ventana de lo que significaba el talento indio”.

El libro de Nooyi llegó cuando covid-19 inyectó una nueva urgencia en nuestros interminables debates sobre el futuro del empleo. El trabajo a distancia debería ser una rutina incluso después de una pandemia, argumenta, pero las empresas y los gobiernos deben hacer más para proporcionar trabajos flexibles, horarios predecibles y una infraestructura de cuidado asequible para niños pequeños y personas mayores por igual.

Entonces, ¿qué impide que las empresas ofrezcan más licencias y más cuidados? La preocupación por los costos y la creencia de que “las familias no son nuestro problema”, responde. Pero cuando PepsiCo ofreció prestaciones como 12 semanas de licencia por maternidad y guarderías, no era un programa social: “Lo estábamos haciendo porque esa es la forma en que pensamos que deberíamos ganar dinero”.

Una motivación de lucro similar impulsó la estrategia que definió el tiempo de Nooyi en PepsiCo. Al principio, esbozó una agenda de “desempeño con propósito” bajo la cual el productor de Mountain Dew y las papas fritas Walkers “nutriría a la humanidad”, “repondría” el medio ambiente y “apreciaría” a los empleados.

Lo que nos regresa a esa parte de “nutrir”. Mientras Indra Nooyi publicaba informes de sustentabilidad, PepsiCo cabildeaba contra los impuestos a los refrescos y los proyectos de ley de etiquetado de alimentos, financiaba académicos favorables y demandaba a la ciudad de Nueva York para impedir que el alcalde Michael Bloomberg eliminara las porciones de refrescos “big gulp”.

Ella tuvo que luchar contra su propia organización para introducir bebidas sin azúcar, papitas fritas más saludables y empaques compostables, dice, y afirma que los refrescos y las botanas que los políticos querían gravar representaban solo de 2 a 3 por ciento de nuestras calorías diarias. “No es nada”, protesta.

La crisis de la obesidad “habría sido todavía peor si la industria (de alimentos y bebidas) no hubiera hecho lo que hizo”, dice. “Por un lado, la industria hace su parte y dice ‘vamos a reducir las calorías’. Por el otro, la sociedad se está volviendo cada vez más sedentaria”.

La pandemia de covid-19 solo exacerbó eso cuando las personas se quedaron en casa en sus dispositivos.

Ya con nuestros platos limpios, Indra Nooyi no está dispuesta a irse sin confirmar que he escuchado su mensaje. “Si no llevamos a la familia, a las mujeres y el apoyo a ellas, al centro de nuestras conversaciones sobre el futuro del trabajo, creo que nos estamos dando un tiro en el pie”, resume la ejecutiva.

srgs

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