Las vacunas, alguna vez consideradas una descuidada industria Cenicienta (una industria que recibe poca atención), nunca han estado tan de moda. Ayer, GlaxoSmithKline, de Reino Unido, pagó 130 millones de libras por una participación de 10 por ciento en el fabricante alemán de inyecciones CureVac. Los datos de los primeros ensayos clínicos de la vacuna para el covid-19 de Oxford que llevó a cabo el rival británico AstraZeneca demostraron ser prometedores.
La semana pasada, la noticia de una respuesta inmune “robusta” a una vacuna desarrollada por Moderna, con sede en Boston, hizo que el precio de sus acciones subiera 16 por ciento. Los títulos de BioNTech, de Alemania, subieron cuando recibió el estatus de “vía rápida” por parte de los reguladores estadunidenses el día anterior.
Hay grandes diferencias en el enfoque. AZ es indiscutiblemente ambiciosa, tiene el objetivo de 2 mil millones de dosis, pero no es un especialista en vacunas y no espera beneficiarse de las inyecciones desarrolladas en la Universidad de Oxford, aunque el éxito mejorará su reputación.
Moderna y BioNTech utilizan partículas producidas en laboratorio que codifican moléculas de proteínas en la superficie del virus para estimular la respuesta inmunológica del cuerpo. Este enfoque de ARN mensajero es novedoso.
Pfizer pretender que las vacunas obtengan ganancias. Moderna también quiere que sus inversionistas sean recompensados por los riesgos de producir la vacuna antes de su aprobación. Al menos 50 millones de personas podrán vacunarse en 2021 a 50 dólares por dosis.
Ganar dinero con las vacunas es difícil, gracias al alto riesgo de fracaso, los altos costos ocultos y los mercados inciertos. Este no es un mercado donde el ganador se lo lleva todo. Hay una necesidad de varias historias de éxito.
Trabajo intenso contra el covid-19
Las esperanzas de una vacuna contra el covid-19 se multiplican con 135 prospectos que aún no entran en ensayos clínicos y 26 que ya se prueban en humanos. Las vacunas más avanzadas en los protocolos son la británica de AztraZeneca y la Universidad de Oxford, las chinas de Sinovac y Cansino y la austriaca The Murdoch Children’s Research Institute, todas en la fase III, que incluye la inmunización de miles de voluntarios.