La invasión rusa exige una reacción económica global

La división geopolítica pone en peligro la integración mundial mientras que los países deben usar sus recursos fiscales en los refugiados y compensar el impacto del alza de precios en energía y alimentos

Desplazados por los bombardeos descansan en un refugio en Moldavia. Vladislav Culiomza/Reuters
Martin Wolf
Londres /

El asalto de Vladímir Putin a Ucrania transformará nuestro mundo. Todavía es incierta la forma cómo lo hará. Tanto el resultado de la guerra como sus ramificaciones más amplias, incluidas las de la economía mundial, son en gran medida desconocidas. Pero en algunos puntos ya son demasiado evidentes. Al producirse apenas dos años después de que comenzó la pandemia, se trata de otra conmoción económica, catastrófica para Ucrania, mala para Rusia y significativa para el resto de Europa y gran parte del mundo. 

Como es habitual, el impacto de los refugiados es sobre todo local. Polonia ya alberga la segunda población de refugiados más grande del mundo, después de Turquía, aunque también llegan a otros países de Europa del Este y llegarán más. Muchos también van a desear permanecer cerca de su tierra, esperando un pronto regreso. Van a necesitar alimento y albergue. 

Sin embargo, las ramificaciones van mucho más allá de Europa del Este, o incluso de Europa en su conjunto, como se muestra en una excelente perspectiva económica provisional de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Rusia y Ucrania representan apenas 2 por ciento de la producción mundial y una proporción similar del comercio mundial. Las existencias de inversión extranjera directa en Rusia, y de éste en otras partes, también representan apenas entre 1 y 1.5 por ciento del total global. El papel más general de estos países en las finanzas mundiales también es trivial. Sin embargo, son relevantes, sobre todo porque son importantes proveedores de materias primas esenciales, como cereales, fertilizantes, gas, petróleo y metales vitales, cuyos precios en los mercados se dispararon. 

La OCDE estima que esta crisis reducirá la producción mundial este año en 1.1 puntos porcentuales por debajo de lo que sería de otra manera. El impacto en Estados Unidos solo será de 0.9 puntos porcentuales, pero en la eurozona será de 1.4 puntos. El impacto comparable sobre la inflación será de más 2.5 puntos porcentuales para el mundo, y 2 más para la eurozona y 1.4 para EU. El aumento de los precios de la energía y los alimentos reducirá los ingresos reales de los consumidores mucho más que estas pérdidas del producto interno bruto (PIB). Los ingresos reales de los países importadores netos de energía y alimentos también se verán más afectados que su PIB por sí solo. También es probable que las estimaciones de la OCDE sean demasiado optimistas. Esto dependerá, entre otras cosas, de la duración de la guerra y de la posible propagación a China de las sanciones o a Europa de los embargos a las importaciones de energía.

Estos impactos directos previstos sobre la producción son mucho menores que los del covid: en 2020, la producción mundial terminó 6 puntos porcentuales por debajo de la tendencia, pero la recuperación total no se había producido antes de la llegada de esta nueva conmoción, que dañó las relaciones internacionales, aumentó la preocupación por la seguridad nacional y socavó la legitimidad de la globalización. Es probable que esta tragedia proyecte grandes sombras.

Una de las razones es su impacto sobre la inflación y las expectativas inflacionarias. La Fed de EU adoptó una postura de línea más dura pero aún cree en la “desinflación inmaculada”, en frenar la inflación sin que aumente mucho el desempleo, si es que lo hace. El Banco Central Europeo (BCE) también se enfrenta a un aumento de la inflación, al que se verá obligado a responder. En la práctica, es probable que el endurecimiento perjudique la actividad y el empleo más de lo que ahora se espera, en parte debido a la fragilidad financiera.

La aparición de divisiones geopolíticas entre Occidente, por un lado, y Rusia y China, por otro, pondrá en peligro la globalización. Las autocracias tratarán de reducir su dependencia de las monedas y los mercados financieros de Occidente. Tanto ellas como Occidente tratarán de reducir su dependencia del comercio con los adversarios. Las cadenas de suministro van a ser más cortas y van a ser más regionales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la dependencia de Europa de las piezas procedentes de Ucrania ya era regional.

La política económica solo tiene una relevancia limitada en tiempos de guerra. No puede salvar a los que están bajo ataque, aunque puede tratar de castigar o disuadir a los responsables, pero puede y debe responder a las consecuencias. La política monetaria debe seguir orientada a controlar la inflación y las expectativas, por muy desagradable que pueda parecer. Pero es posible y necesario que los países apliquen sus recursos fiscales para cuidar a los refugiados y compensar el impacto del aumento de los precios de la energía y los alimentos en los más vulnerables. Entre estos últimos hay muchos en los países en desarrollo, en especial en los importadores de energía y alimentos. Necesitarán un apoyo sustancial a corto plazo. Los derechos especiales de giro creados el año pasado pueden utilizarse para estos fines. Los países de altos ingresos no los necesitan y deben cederlos o al menos prestarlos a los países más necesitados.

La respuesta a esta tragedia tendrá que ser mucho más que a corto plazo. Al igual que el covid nos obliga a planear cómo enfrentar a futuras pandemias, esta guerra debe obligarnos a pensar más en la seguridad en un mundo más hostil de lo que la mayoría de nosotros esperaba. La seguridad energética se verá reforzada por un cambio más rápido hacia las energías renovables. A corto plazo, la diversificación de las fuentes de combustibles fósiles también será esencial. Está claro que Occidente y Europa deben aumentar de forma coordinada su capacidad de defensa colectiva. Esto costará dinero. Europa tiene los recursos para ser más independiente y deben utilizarlos. Mientras la derecha aislacionista sea tan poderosa en EU, eso no solo será lo correcto, sino lo sensato.

Por último, Rusia debe ser un paria mientras sobreviva este vil régimen, pero también tendremos que diseñar una nueva relación con China. Debemos seguir cooperando. Ya no podemos depender de este gigante en ascenso para los bienes esenciales. Estamos en un nuevo mundo. La desvinculación económica será ahora profunda e irreversible. No veo la forma de evitarlo.


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