Janet Yellen, la nueva secretaria del Tesoro de EU

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Aportará un toque humano a sus decisiones como nueva secretaria del Tesoro de Estados Unidos del próximo gobierno de Joe Biden.

Janet Yellen, la nueva secretaria del Tesoro de EU.
James Politi
Ciudad de México /

A Janet Yellen, la mujer que será a próxima secretaria del Tesoro de Estados Unidos (EU), le gusta contar la historia de su interés en la economía remontándose a su infancia en Bay Ridge, Brooklyn. Su madre, Anna, era profesora, y su padre, Julius, era un médico que trabajaba fuera de la casa familiar, cuidando de muchos pacientes de clase trabajadora en su vecindario de inmigrantes europeos. 

“Cuando estaba creciendo escuché muy a menudo lo que significaba para la vida familiar que alguien perdiera el trabajo”, le dijo Yellen a la audiencia en un evento en Texas el año pasado. El poder de esas experiencias de sufrimiento económico impulsaría a Janet Yellen, ahora de 74 años de edad, a convertirse en una de las economistas del mercado laboral más exitosas de su generación, y, entre 2014 y 2018, la primera mujer en presidir la Reserva Federal de EU (Fed)

Ahora, el presidente electo Joe Biden la impulsa al máximo cargo del gabinete que supervisa la economía más grande del mundo y los mercados financieros de EU. Yellen será la primera mujer en ocupar el puesto. Dado su historial, las calificaciones de Yellen para encabezar el Tesoro en un mundo posterior a Donald Trump, no están en duda. Pero los funcionarios que cruzaron camino con ella dicen que Yellen también aportará un toque humano a sus decisiones, una característica muy necesaria con la economía golpeada por la pandemia

“Es una persona con mente abierta que entiende muchas dimensiones de la realidad en general. Ella entiende la economía y la política, tiene empatía y tiene una profunda comprensión de los problemas sociales”, dice Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo. “Es muy, muy raro encontrar esa combinación”. 

El lado inteligente de Yellen se destacó muy pronto. Fue la primera en su clase y editora del periódico de la preparatoria Fort Hamilton High School, en una edición ella realizó una ingeniosa entrevista con ella misma. Después de bromear que “Janet” era una estudiante de último grado de la preparatoria, versátil, atractiva y talentosa”, presentó sus aficiones y pasiones. Entre ellas estaba la mineralogía y los viajes, pero también: “subirme al 69 St Ferry, explorar la Ciudad de Nueva York, y leer filosofía para poder escribir ensayos nada populares”. 

En la Universidad de Brown se “enamoró a primera vista” de la economía, y en Yale obtuvo su doctorado con James Tobin, un maestro del Keynesianismo. Se convirtió en profesora asistente en Harvard cuando las mujeres economistas no solo eran pocas, sino que a menudo eran discriminadas. Se le negó la titularidad. Al abandonar la academia para su primer empleo como personal de la Fed en otoño de 1977, conoció al economista George Akerlof en la cafetería del banco central. Pronto se convirtió en su esposo y, más tarde, en un galardonado del Premio Nobel

Ella dice...

“Yellen entiende la economía y la política, tiene empatía y una profunda comprensión de los problemas sociales y económicos”

“No solo nuestras personalidades encajaron perfectamente, sino que también siempre hemos estado en casi perfecto acuerdo sobre la macroeconomía”, escribió una vez Akerlof. “Nuestro único desacuerdo es que ella es un poco más partidaria del libre comercio que yo”. 

La pareja tiene un hijo, que también es economista. Publicaron juntos artículos de economía sobre cómo los salarios más altos aumentan la productividad al aumentar la motivación de los trabajadores. “Janet siempre ha tenido un enfoque muy granular en el mercado laboral”, menciona Maurice Obstfeld, execonomista jefe del FMI y profesor de la Universidad de California, Berkeley, donde Janet Yellen se unió al cuerpo docente en 1980. Dada la pandemia, “ella va a ser muy buena para enfocarse en la imagen desagregada de los trabajadores a los que les va relativamente bien y a los que realmente están sufriendo”, dice. 

Yellen regresó a la Fed como gobernadora en 1994, nominada por el entonces presidente Bill Clinton, y rápidamente dejó una huella. “A ella se le ocurría la pregunta o la observación que llegaba a la esencia del asunto, que a menudo encontraba un vacío en el argumento”, dice Donald Kohn, exvicepresidente de la Fed. 

Después de presidir el Consejo de Asesores Económicos de Clinton, Yellen se convirtió en presidenta de la Fed de San Francisco, dando algunas advertencias tempranas sobre la burbuja inmobiliaria. Regresó a la junta de la Fed como vicepresidenta y presidenta después de la crisis financiera de 2008. Conocida por estar siempre preparada, armada con carpetas gruesas y lógica, no actuaba sin pensar. 

En privado, Yellen es una amante de la comida de alta calidad y tiene una vena jovial. “No solo tiene un buen sentido del humor, sino que le encanta reírse de los chistes de las personas”, dice Maurice Obstfeld. “Cuando algo le parece divertido, literalmente se va a reir hasta llorar”. 

Desde que dejó a la Fed, Yellen ha sido miembro del grupo de expertos Brookings Institute en Washington, lo que le da más libertad para decir lo que piensa, y ahora tiene la oportunidad de demostrar lo que se puede lograr cuando un banquero central se pone al volante político. 

Pero Laura Tyson, profesora de UC Berkeley y exfuncionaria de la Casa Blanca que defendió el cambio de Yellen a Washington en la década de 1990, dice que ni el “poder” ni las “felicitaciones” del puesto del Tesoro la impulsan. “Lo hace para servir al público, a través de las herramientas que tiene para entender los problemas económicos”.

srgs

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