Jarvis Cocker es la antiestrella del pop

FT MERCADOS

El vocalista de Pulp habla de su odio al término Britpop; de un Tony Blair que toca la guitarra y de la evolución del ser humano.

Jarvis Cocker, cantautor británico
Carola Long
Ciudad de México /

¿Te leo el menú?, dice Jarvis CockerAunque trato de actuar relajada, sospecho que puede identificar a los superfans que lo idolatraban en la década de 1990. Sentado en la ventana de Italo, un generoso deli-café del sur de Londres, toma un menú e interpreta un improvisado monólogo gastronómico.

Podría escuchar indefinidamente a Cocker decir “migajas de focaccia” y “en el departamento de sándwiches tenemos….” con su profundo y suave acento de Sheffield, pero el hechizo se rompe cuando concluye con: “Para que conste, voy a tomar sopa de chicharos y menta con yogur, migajas de zumaque y pan, seguido de espárragos con mantequilla y pecorino en un pan tostado”. Copio su elección de entrada y me decido por un sándwich con salami finocchiona, hinojo en escabeche, alcaparras, mayonesa de cornichón, queso Asiago, cebollas blancas y rúcula.

Quizás no sea especialmente rock and rollpero Cocker ahora tiene 58 años y hace 27 que su banda Pulp lanzó su sencillo más conocido, “Common People, una sátira del turismo de clase y la glorificación de la pobreza, con una melodía pegajosa y con muchos teclados. Inspirada por una rica compañera de estudio de la Facultad de Arte Central Saint Martins que le dijo a Cocker que quería salir con “gente común”, la canción lo consagró como comentarista cultural.

“En el pasado me pidieron que hiciera un libro de memorias y nunca me interesó. Parece que te preparas para morir y todavía no estoy listo para eso”,
Jarvis Cocker, cantautor británico.

En la escuela, Cocker, que era larguirucho y tímido, se forjó una imagen de antiestrella del pop que le llevó a ser descrito como un “improbable símbolo sexual” gracias a su canto entrecortado, a sus atuendos de “profesor de geografía un poco nervioso” y a un estilo de baile extrañamente atractivo, a medio camino entre un mago aficionado y Elvis.

A Pulp se le consideró parte del Britpop, el movimiento con el que las bandas indie se hicieron populares, aunque a Cocker no le gusta que lo identifiquen con eso. El éxito comercial de la banda alcanzó su punto más alto a mediados de la década de 1990, pero se “esfumó” a principios de la siguiente, y desde entonces Cocker ha tenido una carrera polifacética y llena de sorpresas.

Hizo varios discos como solista, música para las películas de Wes Anderson, Fantastic Mr. Fox y The French Dispatch, formó una nueva banda, “Jarv Is” y como presentador de programas de televisión y radio, entre ellos un espacio los domingos por la tarde en la BBC Radio 6 Music.

Ya escribió un libro de memorias, Good Pop, Bad Pop. Aunque, en consonancia con su visión panorámica de la vida, no es una biografía musical típica. “En el pasado me pidieron que hiciera un libro de memorias y nunca me interesó. Parece que te preparas para morir y todavía no estoy listo para eso”.

En cambio, Good Pop, Bad Pop utiliza el absorbente recurso de despojar su desván de objetos al azar para contar la historia de su crecimiento y de la formación de una banda en la ciudad de Sheffield de las décadas de 1970 y 1980. Hay un cuaderno de ejercicios de la escuela que detalla su “Plan Maestro Pulp”; un manifiesto para la banda que fundó.

La especificidad cultural de algunos de los objetos y la nostalgia que despiertan es muy Jarvis. Sin embargo, Cocker dice que “he escrito muchas canciones, pero una cosa que descubrí fue que escribir canciones no me había preparado para escribir un libro”.

El look de Cocker durante nuestro almuerzo es bastante similar al que utilizó para tocar en Glastonbury en 1995. Ese fue el verano de la batalla en las listas de éxitos entre Oasis y Blur, cuando las dos bandas británicas lanzaron en simultáneo los sencillos “Roll with It” y “Country House” en una competencia por alcanzar el número uno en las listas. (Blur acabó superando a Oasis).

Mientras que Blur y Oasis fueron los actores clave del llamado movimiento Britpop, que se transformó en un momento cultural más grande al que llamaron “Cool Britannia”, Pulp también fue considerado una parte integral junto con Suede. Sin embargo, Jarvis Cocker se estremece visiblemente cuando le menciono el Britpop.

“Hay dos palabras en el libro a las que pongo un asterisco”, dice, “una es Margaret ******** (Thatcher) y la otra es la palabra que acabas de decir”.

Más de 25 años después, se está produciendo una revalorización de la década de 1990 y del legado del Britpop. Pero, tal vez sin querer sonar demasiado negativo, agrega la advertencia de que “lo que describió a principios de la década de 1990, esa sensación de que algo poco convencional entraba a la corriente comercial, fue una época emocionante. Y estoy muy contento de haber formado parte de esa sensación de un movimiento”.

Le parecía emocionante, dice, hasta que “se volvió una carrera de intereses y todo el mundo empezó a competir. Y el ejemplo más claro es Blur contra Oasis”. 

Jarvis presentó el programa de televisión musical Top of the Pops la semana del enfrentamiento: “No recuerdo exactamente lo que dije, pero fue algo así como: ‘No es una guerra, todo el mundo se beneficia porque tienes estas dos grandes canciones que se estrenaron la misma semana’. Intenté ser el conciliador... fui como el Kofi Annan de la música”, dijo.

Pasamos del Britpop al Cool Britannia y a cómo los políticos del Reino Unido querían una pizca de los polvos mágicos del pop. Cocker se ríe al recordarlo. 

“Tony Blair trató de abrirse camino en la escena que se estaba produciendo. Apareció en los Brit Awards y no paraba de hablar de que sabía tocar la guitarra y ese tipo de cosas. Y parecía un poco oportunista”.

Tiempo después escribió una canción satírica llamada “Cocaine Socialism”, en la que se imagina a sí mismo invitado a Whitehall por un político. La banda pensó en estrenarla como un gran sencillo antes de las elecciones generales de 1997, pero decidió retrasarla hasta el año siguiente.

Sospecho que parte del “barullo” que menciona se relaciona con un incidente en los Brit Awards de 1996. Durante la interpretación de Michael Jackson de “Earth Song”, en la que iba vestido con una túnica blanca y adoptó una pose de crucifixión mientras los niños actores lo miraban con fingido asombro, Cocker invadió el escenario, agachándose y moviendo el trasero. El gesto, que según dijo después Jarvis Cocker fue una protesta por el “acto de Jesús” de Michael Jackson, provocó un frenesí mediático, aumentó su estatus de celebridad y tuvo un efecto negativo en su salud mental.

El “verdadero detonante” de que Cocker despejara su desván fue la separación temporal de su pareja Kim Sion. Como parte de esta limpia psíquica, Cocker también ha estado explorando cómo evolucionan nuestras personalidades, un tema que aparece en el álbum de 2020 Jarv Is Beyond the Pale.

En la era de la digitalización, su libro cuestiona si hay un valor inherente en las cosas físicas frente a las digitales, pero Cocker no es un tecnófobo sino un intérprete ambivalente de la evolución del “negocio del ser humano”. El libro y las cosas que tiene en su desván son “como el registro de un cerebro anterior a internet. En el futuro, la gente no dejará mucho rastro”, dice. “Será como: ‘Murió la abuela. Aquí está su disco duro’”.

Nuestra comida termina y nos dirigimos a la caja. Pago la cuenta y Cocker compra los ingredientes para la cena: espaguetis, salsa de tomate y un trozo de parmesano. Ya me dijo que no es un gran cocinero.

Hay algo en la forma pícara de Cocker que inyecta una cualidad narrativa a todo lo que hace.

GAF

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