John Henry y su mina de oro dentro de los deportes

FT MERCADOS

El propietario del Liverpool y los Medias Rojas convirtió su fortuna de materias primas en un imperio deportivo. Ahora reescribe las reglas del juego y busca hacer un hoyo en uno en el golf.

John Henry, propietario del Liverpool y los Medias Rojas.
Sara Germano
Ciudad de México /

Diez minutos después de conocer a John Henry por primera vez, empezaron a sonar las alarmas. Habíamos intercambiado bromas y estábamos sentados solos en su suite en Fenway Park, sede del equipo de beisbol de los Medias Rojas de su propiedad, en una tarde gris de noviembre en Boston. Acomodados en nuestros lujosos sillones de cuero con vistas al plato de home, las paredes nos envuelven en una galería de ricos recuerdos: celebraciones de trofeos de los Medias Rojas y del club de futbol Liverpool de la Premier League, también propiedad de Fenway Sports Group (FSG) de Henry; una foto alegre en un desfile de la Serie Mundial con su esposa Linda y el ícono de Boston, David, Big Papi, Ortiz; los dos hijos menores de Henry sonríen a lo largo de la línea de primera base, a solo unos metros de distancia.

Fue entonces cuando fuimos interrumpidos por un estrépito ensordecedor justo arriba. La alarma de incendio empezó a sonar con urgencia y una voz de mujer automatizada habló por el intercomunicador: “Esta es una emergencia. Ubique la salida más cercana y abandone las instalaciones inmediatamente”. Vine a Fenway para una reunión extraoficial con Henry, para aprender cómo maneja una crisis. Ahora lo estaba viendo de cerca.

“Vayamos por aquí”, dijo, recogiendo su pequeña mochila de cuero y guiándome por el pasillo hasta una escalera de concreto. Sus movimientos, como su forma de hablar, son débiles pero deliberados. A sus 74 años, tiene los modales de alguien que ha estado al mando de la sala durante muchas décadas. Vestido con un suéter negro con capucha, jeans con apariencia desgastada y tenis desgastados, Henry parecía tan informal que era difícil creer que el dueño del estadio de la Liga Mayor de Beisbol del que estábamos tratando de escapar me escoltaba a un lugar seguro.

Después de bajar varios tramos de escaleras, llegamos a la calle, donde salía un grupo de empleados de la oficina principal de Fenway. “¿Quién de ustedes hizo esto?”, dijo Henry con un atisbo de sonrisa. Nos enteramos de que el alboroto fue una falsa alarma.

Sin embargo, se estaba desarrollando otra misión de rescate. Arriba, en el equipo directivo, un grupo de ejecutivos ignoró la alarma y se apresuraba a completar una hoja de términos para el proyecto más reciente de Henry, una propuesta de inversión de 3 mil millones de dólares (mdd) en golf profesional. Ese plácido deporte, conocido por su conservadora tradición, recientemente se encontraba en un alboroto por su futuro y Henry percibió una oportunidad.

Fue una más de las obsesiones que lo han alimentado personalmente y lo han enriquecido profesionalmente. Desde que adquirió los Medias Rojas de Boston, en 2002 y el Liverpool, en 2010, FSG se ha convertido en el modelo moderno de un imperio deportivo transatlántico, comprando instituciones en problemas y haciendo que se recuperen.

el dato...

700 mdd fue el precio que pagó John Henry

Por los Media Rojas de Bostón en 2002.

La compañía de Henry puso fin a las maldiciones de la Serie Mundial y las sequías de la Premier League, devolviendo los buenos tiempos a los aficionados que habían olvidado cómo se sentía la victoria. También, con frecuencia, enfureció y frustró a esos aficionados.

Un titán de élite

En los últimos años, la propiedad deportiva ha cambiado radicalmente. Propietarios profesionales, como Henry, empezaron a acumular carteras en ligas deportivas de primer nivel de Estados Unidos (EU) e Inglaterra, agrupando equipos en conglomerados de varios clubes. A medida que el precio de venta de los equipos de élite se disparó, el número de personas que podían darse el lujo se redujo vertiginosamente.

El apetito de los fondos soberanos, particularmente de Medio Oriente, y de los inversionistas institucionales solo disparó los precios. FSG impulsó este cambio y domina los correspondientes cambios de potencia de forma más eficaz que cualquier otro propietario de un deportivo en la actualidad.

Multimillonario de las materias primas de profesión, la estatura de Henry en la industria del deporte mundial solo se compara con su renuencia a hablar de eso. Aceptó pasar algún tiempo conmigo en persona con la condición de que no se le citara directamente y, en vez de eso, responder preguntas por correo electrónico. Después de la evacuación en Fenway Park, lo seguí escaleras arriba y observé cómo uno de los propietarios más conocidos, pero menos comprendidos en el deporte moderno volvía a trabajar para definir los términos de su próxima apuesta de reinvención.

“¿Por qué los hombres y mujeres ricos quieren ser dueños de equipos de beisbol?” Charlie Rose le hizo la pregunta a Henry en su programa de radiodifusión pública de EU en 2004, poco después de que los Medias Rojas ganaran su primera Serie Mundial en 86 años. A una vuelta de la victoria por esta hazaña histórica, Henry estaba feliz de dejar constancia del récord. “Esa es una buena pregunta”, dijo, rascándose con calma el espacio sobre su oreja izquierda mientras reflexionaba sobre su respuesta.

Vestido impecablemente con un traje gris oscuro y una corbata de color mostaza impecable, con el pelo muy corto con más pelo oscuro que cano, Henry hablaba con la serenidad de alguien que no tenía nada que demostrar. “Creo que probablemente diferentes personas tengan respuestas diferentes. En cuanto a mí, si eres un gran aficionado a los deportes y puedes darte el lujo, ¿por qué no?”

Su respuesta parecía simplista, pero Henry tenía razón al decir que no todos los multimillonarios propietarios de deportes siguen el mismo molde. Están los propietarios más llamativos y de cara al público que se deleitan en recibir a los fanáticos en sus suites y responder preguntas en las redes sociales, como el propietario de los Mets de Nueva York y administrador de fondos de cobertura, Steve Cohen. Hay ermitaños como la familia Glazer, propietaria del Manchester United, cuyas raras declaraciones sobre sus equipos y las supuestas dinámicas intergeneracionales son analizadas en busca de señales por parte de los seguidores.

Él dice...

“Creo que probablemente diferentes personas tengan respuestas diferentes.

En cuanto a mí, si eres un gran aficionado a los deportes y puedes darte el lujo, ¿por qué no?”

Y están las dinastías de la vieja guardia, como la familia Mara de Nueva York, que ha pasado de generación en generación su participación en el equipo de futbol americano de los Gigantes de Nueva York, desde la creación de la NFL en la década de 1920.

La filosofía de Henry --“Bueno, ¿por qué no?”-- de nuevo se demostró completamente en junio pasado. Estaba en Nueva York para asistir a una reunión de rutina de propietarios de beisbol. La lista de tareas pendientes de FSG era abrumadora. Su club de futbol, ​​el Liverpool, parecía estar perdiendo fuerza, después de varios años de estar mano a mano con el equipo del Manchester City, propiedad del jeque Mansour, real de Abu Dabi. El equipo de hockey sobre hielo, recientemente adquirido por FSG, los Pittsburgh Penguins, no llegó a los playoffs de la Copa Stanley. Los multimillonarios del beisbol también tenían mucho que discutir, incluidos los planes de los propietarios de los Atléticos de Oakland de trasladar el equipo a 804 kilómetros (km) de Oakland.

Pero Henry tenía algo diferente en su mente. Apenas una semana antes, el comisionado del PGA Tour de golf, con sede en EU, y el gobernador del Fondo de Inversión Pública Saudí (PIF) habían anunciado un plan de fusión, en vivo por CNBC. El canal de cable, que se enfoca en los mercados, informa periódicamente sobre movimientos sorprendentes en materia de fusiones y adquisiciones, pero esto fue una sorpresa.

Desde que los saudíes financiaron la competencia disidente de golf LIV, atrayendo a los mejores jugadores con la promesa de grandes riquezas, el Tour había estado en guerra con el PIF. El cambio radical que se propuso acercar a los rivales fue un acontecimiento aún más sorprendente.

Henry no podía entender cómo había llegado a esto. ¿Por qué el golf, el deporte de élite más adinerado, estaba tan desesperado por la salvación financiera, que se fusionaría con su opuesto ideológico y de mercado? Sentado en un rascacielos del centro de la ciudad con media docena de sus colegas multimillonarios (todos hombres y estadunidenses) en la reunión de la MLB, vio a un grupo de titanes de ideas afines. ¿No podrían idear un plan alternativo para el PGA Tour?, se preguntó. Henry empezó a preguntar en la sala: ¿pondrían algunos fondos para invertir en golf? ¿Y tú?

Para otras personas presentes en la reunión, el golf era lo último que pensaban que le interesaría a Henry. “Tiene muchos pasatiempos, pero ese no es uno de ellos”, recordó Sam Kennedy, director ejecutivo de FSG y uno de los asociados más cercanos de Henry, durante más de dos décadas. Pero Henry no estaba haciendo una representación de la pasión. Vio un problema y estaba en una sala llena de gente con los medios para solucionarlo.

El salvavidas financiero de PGA Tour

La reunión de propietarios de la MLB, que antes no se había informado, se convirtió en la plataforma de lanzamiento no oficial del Strategic Sports Group, un consorcio de empresarios estadounidenses, cuyas carteras incluyen todo tipo de deportes a nivel mundial. Su objetivo sería transformar el PGA Tour de una organización sin fines de lucro, que organiza torneos, a un gigante mundial del deporte y el entretenimiento.

Cohen de los Mets se convirtió en codirector, al igual que Arthur Blank, fundador de la cadena minorista Home Depot, propietario del equipo de los Halcones de Atlanta de la NFL y del Atlanta United de la Major League Soccer (MLS). Blank nunca había conocido a Henry antes de ese verano, pero la reputación del dueño de los Medias Rojas lo precedía. “Me recuerda a esos viejos comerciales de EF Hutton”, me dijo Blank, haciendo referencia a los anuncios de televisión de la década de 1980, en los que salas abarrotadas de gente guardaban silencio ante la mera mención de la correduría de Nueva York. “Cuando EF Hutton habla, la gente escucha”, decía el eslogan.

Como recordó Blank, el discurso de Henry fue el siguiente: el mundo del golf estaba en “agitación”, y ¿tendría algún interés en unirse a un salvavidas financiero opcional para el PGA Tour, ya sea en lugar de la fusión PIF o además de ella? El Tour y el PIF habían firmado un memorando de entendimiento, para negociar los detalles de una propuesta de entidad comercial conjunta para el deporte del golf.

Hasta donde sabían los demás propietarios, no tenía ninguna disposición para un proceso de mercado abierto. Lo que significa que Henry, de hecho, estaba lanzando una operación rebelde. Sin embargo, Blank dijo que contaran con él. “Consideramos que, como destacados empresarios estadounidenses, era hacer lo correcto”. Así comenzaron seis meses de delicadas negociaciones entre los líderes más ricos del deporte y las diversas facciones en guerra de la alguna vez cortés hermandad del golf.

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“Consideramos que, como destacados

Empresarios estadunidenses, era hacer lo correcto”.

Durante nuestras diversas conversaciones en persona, Henry tenía la tendencia de responder mis preguntas con un simple “sí” o “no”, incluso cuando le hacía preguntas relativamente benévolas sobre sus pasatiempos. En un momento, su esposa Linda, directora ejecutiva de otra institución propiedad de Henry, The Boston Globe, lo presionó amablemente para que se abriera un poco más. (Admitió que le gusta coleccionar puros). Amigos y colegas cercanos confirmaron que Henry no es particularmente dado a hablar demasiado.

Muchos de ellos consideran que esto es una fortaleza. “La propiedad se presenta en todos los sabores diferentes de helado que puedas imaginar”, dijo Blank. “Pero sí creo que los propietarios… a los que más escuchan son los que más se escuchan”. Algunas personas con las que hablé consideraron que su elusividad era un demérito. “Eso es parte del problema de John Henry en estos días. Ha estado en la ciudad durante 22 años y todavía es un extraño”, dijo John Harrington, presidente de la Fundación Yawkey, con sede en Boston, y excustodio del Yawkey Trust, al que Henry compró los Medias Rojas. “Si preguntas por la ciudad ahora, vas a descubrir que la mayoría de la gente no tiene una buena idea de él…creo que eso no le importa”.

De campo de soya al deporte

Nacido en 1949 en una familia de agricultores del Medio Oeste, Henry amó el beisbol desde una edad temprana. Su héroe de la infancia fue el bateador de los Cardenales de San Luis, Stan, the Man, Musial. También pasaba horas tocando discos de los Beatles, Jimi Hendrix y Pink Floyd. Cuando tenía veinte años, incursionó en el estudio de la filosofía, pero nunca recibió un título universitario, sino que buscó la fama del rock and roll en una banda que fundó, llamada Elysian Fields.

Cuando el padre de Henry murió a mediados de la década de 1970, dejó a su hijo un tesoro de cultivos de soya. Utilizando su conocimiento de las tendencias agrícolas y su inclinación por las estadísticas, comenzó a incursionar en el comercio de materias primas. Al principio de su nueva carrera, Henry descubrió que una corazonada que tenía sobre la dirección de los precios de la soya fue equivocada y que solo se había salvado de una pérdida grave porque en realidad nunca se realizó la operación. Ese casi error desencadenó su obsesión por separar las emociones humanas de los movimientos del mercado.

Durante la mayor parte de 1979, Henry se dedicó a estudiar los precios históricos de los cultivos y a desarrollar un modelo dependiente para operar con ellos. Adoptó una estrategia conocida como “seguimiento de tendencias”, una teoría engañosamente simple en la que se compra cuando los precios tienden a subir y se vende cuando los precios tienden a bajar, generalmente en un intervalo predeterminado, como X número de días después de un máximo de 30 días. Henry no fue su primer discípulo, pero lo adoptó en un momento excepcionalmente oportuno de la historia: los albores de la era de las computadoras. Invirtió mucho en servidores y datos, y John W. Henry & Company se lanzó como un fondo de futuros administrados en 1981.

Peter Borish, una leyenda de Wall Street, más conocido como el segundo al mando del titán de los fondos de cobertura Paul Tudor Jones, fue contemporáneo de Henry en la década de 1980. Los dos hombres se hicieron tremendamente ricos casi al mismo tiempo y prosperaron durante la crisis de 1987, en parte gracias a sus sobrios cálculos anticipados. Aceptó reunirse conmigo para tomar un café una tarde en Brooklyn. Cuando le pregunté a Borish cómo un Beatlemaníaco, que abandonó la universidad, llegó a tener tanto éxito, me dijo que yo no era el primero en hacer esa pregunta. “John es algo así como Tom Hanks en, ¿cuál es la película de la caja de chocolates?” Forrest Gump, le dije. “Sí. Él es como él. Es un buen tipo y un sabio total. Probablemente a algunas personas les irrita pensar: ‘¿Qué hace que este tipo sea tan especial?’”. La respuesta, dijo, es que Henry tiene una fuerte conciencia de sí mismo y la capacidad de capear tanto las mareas altas como las bajas.

Casi todas las personas con las que hablé describieron a Henry como imperturbable. “Ha tenido tanto éxito invirtiendo en deportes, que creo que es justo decir que no es suerte”, dijo Jonathan Nelson, cofundador de Dynasty Equity, que adquirió una participación en el Liverpool el año pasado. “Necesitas convicción”.

Cuando le pregunté a Henry sobre esto –específicamente, si estaba de acuerdo con la evaluación de que tiene una confianza extraordinaria en sí mismo-- puso reparos. “Siempre he dudado de todo y especialmente de mi propio pensamiento”, me escribió en un correo electrónico esta primavera. “Hay que correr riesgos para hacer cosas importantes, pero hoy en día hay demasiada confianza en uno mismo en todas partes. Hay que concentrarse en lo que puede salir mal a largo plazo, no a corto plazo. Tienes que cuestionarte a ti mismo y a los demás”.

Una inspiración ha sido el filósofo indio Jiddu Krishnamurti. “(Él) me hizo cuestionar todo y comenzar a prestar atención a ‘lo que es’ en lugar de lo que debería ser o podría ser”, escribió Henry. “Eso realmente me ayudó a desarrollar estrategias de mercado. Es mejor prestar más atención a un mercado que a lo que uno piensa sobre el mercado”.

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“Hay que correr riesgos para hacer cosas

Importantes, pero hoy en día hay demasiada confianza en uno mismo en todas partes”.

La breve historia de los inicios de Henry en el deporte es la siguiente: en 1991 compró algunas acciones minoritarias de los Yankees de Nueva York. Se hizo amigo y aprendió los gajes del oficio del propietario del equipo en ese momento, George Steinbrenner. En 1999, Henry compró su primer equipo, los Marlins de Miami, un club relativamente nuevo de Grandes Ligas de Beisbol, que recientemente había ganado su primer trofeo de Serie Mundial.

Recibió una lección rápida sobre los desafíos de la propiedad, incluidos los costos hundidos (irrecuperables) y la economía del estadio, y se preguntó si debería vender. Casi al mismo tiempo, en 2001, el fideicomiso de la familia Yawkey, que había sido propietario de los Media Rojas durante casi 70 años, se vio obligado a vender. El equipo no había ganado un campeonato desde que cambiaron al bateador Babe Ruth en 1920, algo que los aficionados llamaron la Maldición del Bambino. Sin embargo, todavía era considerada como una de las franquicias de primera línea del beisbol.

A pesar de sus frustraciones con los Marlins, Henry acordó unirse a otras dos partes interesadas --el productor de The Cosby Show, Tom Werner, y el abogado Larry Lucchino-- para presentar una oferta por los Medias Rojas con una condición: asumiría el control de la propiedad. La venta fue aprobada a principios de 2002, por una suma récord de 700 millones de dólares.

Para contrarrestar a sus archirrivales, los despreocupados Yankees de Steinbrenner, los nuevos propietarios comenzaron a implementar un estilo de administración más enfocado en el análisis. El principal arquitecto del nuevo enfoque de los Medias Rojas fue un graduado de Yale de 28 años, Theo Epstein, contratado para ser el gerente general del equipo.

El club cambió a los favoritos de los fanáticos y adquirió talentos discretos como el tercera base Bill Mueller, quien en sus siete años de carrera en la MLB nunca había conectado más de 10 jonrones en una temporada cuando los Medias Rojas lo contrataron como agente libre. Esta fue la era de Moneyball (Pelota del dinero), de optimizar el rendimiento con una profunda investigación sobre las tendencias promedio de strikes, bolas, bases por bolas y jonrones de cada jugador. Era una filosofía que atraía a Henry como un cuantitativo que seguía tendencias.

La maldición del Bambino rota


En 2004, los Medias Rojas se convirtieron en el primer y único equipo en la historia del beisbol en recuperarse de un déficit de 0-3 para ganar una serie de campeonato, gracias en parte a un hit heroico de Mueller. En la Serie Mundial posterior, derrotaron al equipo de la infancia de Henry, los Cardenales de San Luis, en cuatro juegos consecutivos. Maldición rota. Con la base de aficionados satisfecha. Henry, normalmente tímido ante la publicidad, se alegró de la singular gloria que se obtiene al ser dueño de un equipo ganador.

Ese invierno, Sam Kennedy estaba descansando con el director de operaciones de los Medias Rojas, Mike Dee, cuando Henry se dejó caer por allí. “John nos estaba molestando, nos decía, ‘Será mejor que piensen en lo que sucederá el próximo año, o tal vez trabajen por poco tiempo’”, recuerda Kennedy. Ese era “un sello distintivo de la personalidad (de Henry)”. Un desafío y una directiva envueltos en una broma lúdica.

Henry no llegó a ser propietario del equipo buscando construir un imperio transatlántico, pero esa conversación con Kennedy marcó su comienzo. Henry describe su carrera como “una cosa que lleva a la otra”. Su esposa las llama “búsquedas”. Él prefiere “pasos”. Pero vio que el éxito en un campo podría generar lecciones para otros.

Henry fundó New England Sports Ventures antes de comprar los Medias Rojas en 2002. Después de comprar Liverpool en 2010, al necesitar una empresa con un sonido menos regional, NESV cambió el nombre a Fenway Sports Group (FSG). Con el Liverpool, Henry se propuso encontrar el valor de otro nombre famoso que había atravesado tiempos difíciles. Al igual que en Boston, donde había aumentado los ingresos de los Medias Rojas renovando el Fenway Park, añadió 10 mil asientos y alrededor de 50 mdd cada año a las arcas del Liverpool.

A medida que el FSG creció y se diversificó, cobró fuerza la percepción de que está formado primero por empresarios y después por aficionados del deporte. Henry lo niega. Después de pasar “mucho tiempo” con otros propietarios de equipos deportivos durante las últimas dos décadas, dice que “la mayoría de ellos se sienten responsables ante sus comunidades de llevar campeonatos”. Y durante la etapa al mando de Henry, los Medias Rojas ganaron cuatro Series Mundiales, la mayor cantidad de cualquier equipo de beisbol en este siglo.

El Liverpool también puso fin a su sequía de 30 años sin un título de liga. Sin embargo, los aficionados siempre quieren más y Henry sabe que los números están en su contra. “Debido a que los aficionados esperan campeonatos casi todos los años”, me escribió, “se frustran fácilmente y no van a creer cuáles son las probabilidades en realidad: 1 entre 20 o 1 entre 30”.

Cuando la temporada 2023 de la MLB concluyó oficialmente el 1 de noviembre, los ejecutivos de toda la liga comenzaron a prepararse para el periodo de agencia libre del beisbol. La atracción principal fue la superestrella japonesa Shohei Ohtani, a menudo llamada la segunda llegada de Ruth. Ohtani estaba destinado a conseguir un contrato histórico. Las únicas preguntas eran: ¿cuánto? ¿Y con qué equipo? Los Medias Rojas seguramente habrían tenido tiempo de preparar un movimiento. Su temporada finalizó temprano cuando terminaron en último lugar de su división. El día después de que concluyó la Serie Mundial, el equipo presentó a su nuevo alto ejecutivo de béisbol, Craig Breslow. El presidente de FSG, Tom Werner, reconoció la decepción de los aficionados y prometió que la organización iría “a toda velocidad en todas las formas posibles”.

El brazo inversionista de los golfistas

Henry estaba en medio de negociaciones para el golf, su última búsqueda. El Strategic Sports Group que cofundó, conocido como SSG, enfrentaba competencia. El banco de inversión Allen and Company estaba evaluando el interés en el Tour por parte de varios inversionistas externos. Otro banco, Raine Group, que dirigió la subasta del club Chelsea de la Premier League, después de que el gobierno británico sancionó a su propietario ruso Roman Abramovich, estaba asesorando a un grupo de jugadores del PGA Tour. Algunos de estos atletas tenían un poder considerable: formaban parte de la junta política del Tour, lo que les daba una posición para votar sobre cualquier propuesta de inversión externa. El líder de ese grupo es el golfista más famoso de la historia, Tiger Woods.

En la mañana del 9 de noviembre,  junto al mar en Júpiter, Florida. Según las personas que esWoods invitó a los posibles inversionistas a sus oficinastuvieron presentes, a Woods se unieron sus compañeros Rory McIlroy y Patrick Cantlay, así como Colin Neville del Raine Group, junto con varios miembros del personal. Varios jugadores más acudieron a través de Zoom. La delegación de SSG estuvo formada por Henry, su esposa Linda, los ejecutivos de FSG Werner y Kennedy, Arthur Blank y Andy Cohen de Private Ventures de Steve Cohen, entre otros.

Agrupados en la oficina, entre café y bandejas de frutas, la conversación del grupo iba y venía entre intereses enfrentados y partes en competencia. SSG quería escuchar las preocupaciones de los jugadores y presentarse como un grupo de administradores consumados con un historial en prácticamente todos los demás deportes profesionales en ambos lados del Atlántico.

Los jugadores querían establecer un programa de capital para darle al mayor número posible de jugadores del Tour una participación financiera en la nueva empresa. Los rumores eran que varias de las estrellas de la PGA presentes habían rechazado ofertas por valor de cientos de millones de dólares para unirse a LIV, permaneciendo leales al Tour solo para ser excluidos de las conversaciones de fusión PGA-PIF. Esta vez no se lo iban a perder.

A pesar de su reputación, Henry se mostró todo menos reticente esa mañana. “John probablemente repitió 10 veces: ‘Queremos estar alineados con los jugadores’”, me dijo una persona que estuvo presente. Dejó una buena impresión entre los golfistas y SSG regresó a sus oficinas para pulir los detalles de su propuesta.

Mientras tanto, el mundo del beisbol estaba plagado de especulaciones sobre el futuro de Ohtani. La decisión del pitcher era tan esperada que alrededor de 4 mil personas le dieron seguimiento en vivo un avión privado que partía de Anaheim, California, cerca de su casa, hacia Canadá, creyendo erróneamente que estaba a punto de firmar con los Blue Jays de Toronto. Pero el 9 de diciembre, Ohtani anunció que había firmado un contrato de 10 años por valor de 700 mdd con los Dodgers de Los Ángeles. Fue el contrato más caro que se conociera en los deportes profesionales modernos. Los Dodgers, con toda la libertad de gastar, propiedad de un consorcio de ingenieros financieros de la firma de administración de dinero Guggenheim Partners, rápidamente siguieron esto con la contratación de otra codiciada estrella japonesa, Yoshinobu Yamamoto.

Los Medias Rojas aún tenían que tomar una pluma. El problema no era perder específicamente a Ohtani o Yamamoto, sino lo que los aficionados comenzaban a percibir como una tendencia a la baja. El club había terminado último en la Liga Americana Este durante tres de las cuatro temporadas anteriores. Al mismo tiempo, el costo promedio de asistencia al Fenway Park para un grupo de cuatro se había convertido en el más caro del beisbol, un costo de casi 400 dólares.

No fue de ayuda que pocas horas después de que Ohtani anunciara su decisión, la PGA votó a favor de seguir adelante en las negociaciones con SSG. Los aficionados comenzaron a preguntar si la jugada por el golf de Henry se realizaba a expensas de su equipo de beisbol.

En más de dos décadas de propiedad, Henry y sus copropietarios habían remodelado Fenway Park, ganaron cuatro anillos e invirtieron 120 mdd en obras de caridad en la gran Nueva Inglaterra. Pero para los aficionados, el equipo parecía poco dispuesto a seguir el ritmo de los contratos de jugadores de la MLB, uno de los principales pronosticadores del éxito deportivo. En cada una de las victorias en la Serie Mundial de la era Henry, la nómina de los Medias Rojas se ubicó entre el primero y el tercer lugar más alto en general en la MLB.

“Solíamos estar al mismo nivel que los Dodgers y los Yankees, y ahora no lo estamos por la forma cómo (Henry) manejó el equipo esta década. Esto no es una opinión”, me dijo el ejecutivo de medios Bill Simmons. 

Simmons construyó un imperio por su cuenta basándose en las opiniones sobre los deportes de Boston. Definió la voz del periodista deportivo estadunidense moderno con el lanzamiento de su blog, The Boston Sports Guy, durante el primer auge de las puntocom, antes de iniciar su sitio actual, The Ringer.

Pocas personas están más estrechamente asociadas con el fanático de los deportes de Boston que Simmons, así que le pedí que explicara cómo se sienten los seguidores de los Medias Rojas con respecto a Henry. “Dirigió el primer grupo de propietarios competente que tuvieron los Medias Rojas. Gastaron mucho dinero, revitalizaron Fenway Park y realmente parecía que les importaba. Y 2018 fue el mejor equipo de los Medias Rojas de todos los tiempos. Todo eso fue increíble”, me escribió Simmons. Pero en los últimos años, “lo vimos en tiempo real cambiar su atención. Y los Medias Rojas sufrieron terriblemente por eso”.

Henry cuestionó la idea de que existiera un riesgo vinculado al ampliar su capacidad de atención en tantos negocios complejos. “Habría un riesgo”, escribió, “si FSG no tuviera tanta profundidad y fortaleza en el personal”. También discrepó con la obsesión por sus comentarios y los de Werner sobre los jugadores “caros” y el ir “a toda velocidad”. Este último porque “opacó todas las demás palabras, párrafos y entrevistas del invierno porque profundiza en la falsa creencia que tienen muchos aficionados y medios de que se debe hipotecar el futuro cada año por el presente”. Crear un futuro sostenible para los Medias Rojas era, argumentó, más importante que la nómina de un año determinado. “Hay que basar las adquisiciones y disposiciones en el futuro, no en el pasado”, dijo. “Eso, en general, no es popular”.

Pero lo ineludible para FSG es que los propietarios de otros clubes han gastado mucho más. Boston comprometió 54.9 mdd en contratos de agentes libres durante la ventana de transferencias de invierno 2023-24, ubicándose en el puesto 12 entre 30 equipos de la MLB y no está ni cerca de los mil 100 mdd que gastaron los Dodgers. En las redes sociales y en las columnas deportivas locales de Boston, la mayoría suelen estar de acuerdo con Simmons.

Que los multimillonarios se unan para causar una disrupción en el orden establecido no siempre tiene un final feliz. En abril de 2021, Henry estaba entre un grupo de propietarios de clubes de futbol europeos obligados a emprender una humillante marcha atrás después de anunciar la Superliga europea, que garantizaba lugares para un grupo de clubes de élite.

A las 48 horas de su anuncio, el plan se había desmoronado por completo en medio de protestas públicas masivas de aficionados, políticos y jugadores. Posteriormente, Henry, vestido con una camisa informal a cuadros y un chaleco nada amenazante, se sentó solo en un video para disculparse con los aficionados del Liverpool. “En este esfuerzo, los he decepcionado”, dijo. “Es algo que no olvidaré y muestra el poder que los aficionados tienen hoy y que, con razón, seguirán teniendo”.

La tradición


El planteamiento de “Bueno, ¿por qué no?” de Henry se topó con una respuesta implacable: la tradición. La Premier League inglesa es la más popular del mundo y se ve por televisión en más de 200 países. Las riquezas que genera no solo atrajeron a propietarios privados de EU y China, sino también a inversiones estatales de Abu Dhabi y Arabia Saudita. Pero él y los otros propietarios detrás de la aspirante a la Superliga sobreestimaron por mucho el grado en que los fanáticos tolerarían el cambio.

Para muchos de sus seguidores, el Liverpool es más que un club de futbol. Durante años fue el equipo más exitoso de Inglaterra. Pero en 2010, el club corría el riesgo de caer en administración hasta que los propietarios de Henry lo resucitaron. Su lugarteniente y copropietario de FSG, Mike Gordon, fue destinado al noroeste de Inglaterra. La elección del inspirador entrenador alemán, Jürgen Klopp, fue un golpe maestro. Pero hubo pasos en falso, como el intento fallido de registrar la palabra “Liverpool”. (Rechazado por razones obvias).

Al principio, Henry dejó sin respuesta todas mis preguntas sobre el Liverpool, incluidas las lecciones que había aprendido de la debacle. A pesar de sus disculpas y la ferocidad de la reacción negativa, la mayoría de la gente cree que una Superliga europea es una idea que algún día va a ocurrir. Pero es claro que a Werner, el presidente de FSG, no le faltan otras ideas ambiciosas. “Tengo la determinación de que algún día se juegue un partido de la Premier League en la ciudad de Nueva York”, me dijo. “Incluso tengo la idea loca de que habría un día en el que jugaríamos un partido en Tokio, un partido unas horas más tarde en Los Ángeles, un partido unas horas más tarde en Río, un partido unas horas más tarde en Riad. y convertirlo en una especie de día en el que se celebre el futbol y la Premier League”.

Reconoció que la idea tenía al menos un nudo importante: los aficionados locales de los clubes que no podrían apoyar a sus equipos en su estadio local. “Busquemos una manera de ofrecerles viajes (y) alojamiento muy baratos para que, si el Liverpool juega contra Nottingham Forest, apoyemos a los aficionados que vengan a Nueva York y hagamos de esto algo atractivo para los aficionados también”.

Werner dijo que no era que los ejecutivos de FSG pensaran que eran más inteligentes que nadie al analizar ese tipo de ideas. “Es un negocio muy competitivo”, dijo. “Creo que hace 20 años había muchos más frutos al alcance de la mano, donde Theo Epstein podía encontrar el éxito en una vía que otras personas no estaban considerando. Pero el deporte es ahora un gran negocio, ¿verdad? Incluso los equipos de la NBA cotizan por 4 mil mdd. No creo que tengamos ninguna fórmula secreta, es lo que intento decir”.

Henry finalmente respondió a mis presiones sobre el Liverpool. Dejó en claro que los planes de Werner para un partido en Nueva York “no son algo que defienda o que me interese particularmente”. La tarea más inmediata de FSG había sido manejar el anuncio de Klopp en enero de que dejaría el cargo al final de la temporada después de casi una década en su puesto. En mayo, un día después de la emotiva despedida de Klopp, el técnico holandés Arne Slot fue confirmado como su sucesor.

¿Será el último entrenador de Henry en el Liverpool? A finales de 2022 se reveló que la FSG analiza la venta del club. Si bien Henry lo canceló oficialmente tres meses después, el proceso resultó en una inversión minoritaria por parte de la emergente firma de capital privado enfocada en el deporte, Dynasty, valorando Liverpool en más de 5 mil mdd. Aún así, los aficionados sintieron ambivalencia.

EL DATO...

3 mil mdd invertirá Fenway Sports Group

En el PGA Tour Enterprises

Henry rindió homenaje al “simplemente mágico” periodo de Klopp en el club a través de correos electrónicos. “La fuerza de su personalidad y sus emociones nos elevaron a todos los que apoyamos al club a un nivel que no había visto antes en ninguna parte”, me escribió. Decidí preguntarle directamente: ¿venderías alguna vez a los Medias Rojas, al Liverpool o a los Penguins? Henry escribió: “Mi esposa y yo vivimos y trabajamos en Boston. Estamos comprometidos con la ciudad, la región. Entonces los Sox no van a salir a la venta. Generalmente no vendemos activos”.

Estaba inusualmente nublado para mediados de febrero en Florida cuando me detuve en JetBlue Park, también conocido como Fenway South, para el entrenamiento de primavera. John Henry, Linda, Werner, Kennedy y el nuevo jefe de operaciones de beisbol, Breslow, se reunirían con todo el equipo por primera vez. Saludé brevemente a Henry en el pasillo del centro de entrenamiento, donde se disculpó por retrasarse en parte de nuestra correspondencia. Mencioné la inversión de 3 mil mdd en SSG, que los jugadores de la junta de políticas del PGA Tour acababan de votar para aprobar, creando una nueva entidad comercial para el deporte. Los ojos de Henry se iluminaron. Parecía encantado de que le preguntaran sobre lo que describió como un nuevo proyecto fascinante, pero el bullicio del inicio oficial de la temporada de los Medias Rojas nos interrumpió.

Nos condujeron más allá de los vestuarios y las salas de pesas hasta llegar a un comedor común y corriente, donde fueron apartadas las mesas de la cafetería para dejar espacio a docenas de sillas de plástico negro. El tercera base Rafael Devers se sentó allí junto con el recién adquirido pitcher abridor Lucas Giolito y aproximadamente un centenar de jugadores de otras posiciones, incondicionales del bullpen, entrenadores, preparadores físicos y personal de la oficina principal. Henry y los demás ejecutivos estaban sentados en taburetes contra una pared, con el gerente general Alex Cora actuando como maestro de ceremonias. 

Algunos jugadores todavía estaban con su ropa de entrenamiento, mientras que otros pateaban en sus slides de plástico. Lo único que indicaba que no se trataba de una reunión de un campamento de verano era el equipo de camarógrafos y operadores que alzaban un micrófono sobre la cabeza de Cora. Estaban filmando lo que se esperaba que fuera un documental de Netflix de una temporada sobre los esfuerzos de los nueve veces campeones de la Serie Mundial por encontrar la redención después de su desastroso 2023.

Hablando con su marcado acento puertorriqueño, Cora se mostró optimista sobre las bajas expectativas para el equipo, que se vieron agravadas por la saga de la agencia libre. Pidió a los jugadores que descartaran las críticas que habían leído en los medios para poder ofrecer un contrapunto. Luego Cora concluyó: “Seamos la mejor pinche versión de los pinches Medias Rojas”. Werner, Kennedy y Breslow hicieron breves comentarios y rindieron tributo al personal esencial. Henry permaneció en su asiento todo el tiempo, aplaudiendo a intervalos y mirando plácidamente a la multitud.

Después de la reunión, los jugadores se dispersaron, mientras Henry y los ejecutivos se reunieron durante varios minutos, antes de dirigirse a los campos de práctica. Los seguí afuera, donde esperaba un pequeño grupo de escritores de temas de béisbol, identificados por sus credenciales. Henry rechazó sus solicitudes de entrevista y se acercó a un grupo de aficionados reunidos a unos 50 metros de distancia para observar la práctica de lanzamiento. Parecía complacido de firmar pelotas de beisbol y respondió pacientemente a sus preguntas.

Werner estaba cerca y aproveché para preguntarle si todo tiene precio. “Supongo que en la vida todo tiene un precio”, dijo. “Pero John y yo somos bastante ricos, así que para nosotros es la alegría de ser propietarios…”, se interrumpió para señalar a los jugadores de los Sox frente a nosotros haciendo lanzamientos, preparándose para un año en el que una temporada exitosa podría definirse como cualquier cosa por encima del último lugar. “Qué grandioso sería si este equipo desafiara las expectativas, ¿sabes? Eso es lo que nos motiva”, dijo Werner. Me dijo que en tan sólo unos minutos, él y Henry tuvieron un almuerzo de trabajo con la contraparte europea del PGA Tour. Todavía quedaba mucho por trabajar con todas las partes interesadas del golf.

Durante uno de nuestros diálogos, Henry reflexionó que había visto cómo la industria del deporte evolucionaba desde ser “operaciones familiares” hasta ser “negocios difíciles y competitivos”. No dijo si los dueños de equipos profesionales del siglo XXI son responsables de esa trayectoria o simplemente responden a ella. Pero puede ser uno de los últimos de una generación del poder en la sombra en el deporte, lo suficientemente rico como para comprar por su cuenta, lo suficientemente inteligente como para trazar el rumbo desde una institución comunitaria hasta un conglomerado.

Se ha enfrentado a llamados para vender cada uno de sus clubes. En lo que tiene dificultades es cuándo responder. “No creo que la gente en mi posición pueda ganar públicamente -sus palabras a menudo se usan en su contra- así que mientras menos diga, generalmente pienso, mejor”, me dijo. Ésta no siempre es la receta para mantener contentos a los aficionados, lo cual también es parte del trabajo de Henry. Sin embargo, la felicidad no es algo que pueda investigarse financiarse y cosecharse. Henry espera recibir críticas y es probable que los seguidores de sus clubes las sigan expresando. Es posible que ninguna de las partes quede satisfecha. Pero ha estructurado toda su vida profesional acercándose al mercado tal como es, no como la gente cree que debería ser. En todo caso, Henryland sigue una lógica coherente, la fórmula solamente le pertenece a él.

CHC

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