CEO de Lloyd’s of London habla del complejo mercado de seguros

FT MERCADOS

John Neal habla sobre cómo las aseguradoras conciben su negocio, a medida que los riesgos geopolíticos y el cambio climático aumentan las primas de los seguros en el mundo.

John Neal, director general de Lloyd’s of London.
Rana Foroohar
Ciudad de México /

Lloyd’s of London es una de esas marcas corporativas británicas conocidas en todo el mundo por personas que tal vez ni siquiera sepan a qué se dedica. Lloyd’s es, por supuesto, el mercado de seguros más grande del mundo, donde miles de compañías, agentes de seguros y corredores se reúnen para fijar precios y vender miles de millones de dólares en primas de riesgo cada año. Es un negocio que está en auge en un mundo cada vez más riesgoso; el año pasado fue el más rentable de la compañía desde 2007.

La compañía está en el epicentro de la suscripción mundial, pero comenzó en una humilde cafetería en el Támesis, donde el comerciante del siglo XVII, Edward Lloyd, publicaba noticias sobre navegación y proporcionaba un lugar de reunión para los comerciantes que buscaban cerrar tratos e intercambiar información.

“En aquel entonces, 1 de cada 5 viajes terminaba en algún tipo de problema, con piratas o con el clima o algo así”, dice John Neal, el actual director ejecutivo de Lloyd’s, con quien me reuní en una tarde soleada en Nueva York para hablar sobre cómo las aseguradoras conciben su negocio, en un momento en el que tantos vectores de riesgo --desde el geopolítico al monetario, pasando por el tecnológico, el demográfico y el climático-- están en plena ebullición.

Neal, que aparece con el atuendo típico de un ejecutivo de mediana edad: traje oscuro, corbata, zapatos de cuero y portafolio, me parece una persona bastante tranquila para alguien cuyo trabajo depende de calcular la probabilidad de un desastre. Pero claro, Lloyd’s lleva haciendo eso desde 1652, cuando, me cuenta, “un grupo de comerciantes dijo: ‘¿Por qué no aseguramos la carga de los barcos y nos quedamos con 20 por ciento de las ganancias?’ La forma en que lo hicieron fue anotar el cargamento en una lista y poner debajo sus nombres. Así surgió el término ‘asegurador’”.

Esta historia de origen es la razón por la que Neal eligió reunirse conmigo en Conwell Coffee Hall, en el número 20 de Exchange Place, en el distrito financiero de la ciudad, cerca de South Street Seaport y a unos pasos de la famosa estatua del Charging Bull. Conwell’s, que abrió apenas hace unos meses, se encuentra en el vestíbulo de un impresionante rascacielos Art Deco, que data de 1931. Con sus techos altísimos y 45 tipos diferentes de mármol, fue diseñado para representar “el alcance global de las empresas de Estados Unidos (EU)”, según un historiador de la arquitectura.

En la actualidad, los clientes se sientan en lujosas y espaciosas sillas de cuero y disfrutan de café, pasteles y almuerzos ligeros de primera categoría. Después de las cinco de la tarde, se preparan cócteles detrás de la ventanilla de un antiguo cajero de banco. Mi reunión con Neal tal vez debería llamarse “té con el FT” en lugar de almuerzo, dado que son las 4 de la tarde. Este fue el único horario que pude conseguir, ya que Neal está ocupado. Está en la ciudad para reunirse con el secretario general de la ONU, António Guterres, para discutir, entre otros asuntos, la mejor manera de proteger los envíos de cereales y fertilizantes hacia y desde Ucrania.

También va a ver ejecutivos financieros, directores ejecutivos y funcionarios gubernamentales para impulsar una postura más proactiva hacia la administración de riesgos. Por último, está vigilando casi 50 por ciento de las suscripciones de Lloyd’s que se realizan en EU, el mercado más grande de la compañía.

Como la mayoría de los mercados de seguros, es cada vez más complejo, gracias a todo tipo de cosas, desde el crecimiento del terrorismo cibernético hasta los crecientes niveles de deuda, el populismo político, los desastres en infraestructura y cadenas de suministro y dos guerras calientes.

Luego, por supuesto, está el clima. Neal asiente mientras le cuento historias sobre el aumento de las primas de los propietarios de viviendas en las zonas costeras (incluido mi propio vecindario de Brooklyn). A nivel nacional, las primas aumentaron 23 por ciento durante el año pasado y registraron un aumento de dos dígitos en algunas áreas particularmente vulnerables. Discutimos el extraño hecho de que se sigan construyendo y comprando condominios multimillonarios en medio de las zonas propensas a inundaciones de Miami.

“Nunca encontrarás una aseguradora que diga: ‘No creo en el cambio climático’”, señala, mientras buscamos en el menú del almuerzo algo ligero, pero lo suficientemente sustancial como para considerarlo una comida. “La frecuencia y gravedad de las pérdidas relacionadas con el clima son exponenciales. El año pasado, EU tuvo el mayor número de tormentas por convección en 10 años, y este año ya es peor”. 

Me decido por el plato de frutas, junto con un café helado con leche de avena para combatir el calor, que, como corresponde a esta conversación, es sofocante. A pesar de estar vestido con traje, Neal se decide por un capuchino caliente con leche entera y una galleta con chispas de chocolate. Caminamos hasta el cajero acristalado para hacer nuestro pedido y agrego a la cuenta una botella grande de agua fría sin gas, junto con mucho hielo.

Lo extraño es lo optimistas que todavía parecen ser muchas personas acerca de los riesgos del clima extremo, particularmente en EU. “No hay razón para que estas catástrofes naturales no estén aseguradas”, dice Neal, dado que las pérdidas de seguros relacionadas con el clima ascienden actualmente a 130 mil millones de dólares (mdd), frente a los 70 mil mdd de hace 20 años, y la industria de seguros en sí misma es un gigante con más de 30 billones de dólares de activos bajo administración. Y, sin embargo, dice: “Incluso en EU, en el primer mundo, verás que después de que un huracán arrasa Florida, solo están cubiertos entre 60 y 70 por ciento de los daños”.

Parte del problema es que las primas aumentaron tan dramáticamente que muchas personas, en lugares como Florida, Luisiana, California e incluso Nueva York, optan por “autoasegurarse”. Eso significa simplemente reservar suficiente dinero para cubrir cualquier daño que pueda ocurrir cuando llegue el próximo huracán, incendio o inundación, en lugar de pagar primas excesivas.

Pero esto está dando lugar a un mercado muy bifurcado en muchas áreas, donde tanto el seguro como el autoseguro son lujos para los ricos, mientras que los más vulnerables no pueden permitirse ninguno de los dos. No es una solución a las catástrofes climáticas regionales, que ocurren cada vez con más frecuencia en las costas de EU y en muchas otras partes del mundo.

Este es uno de los puntos de pasión de Neal. En su opinión, los seguros “se encuentran en un punto de inflexión” que requerirá nuevos tipos de asociaciones entre el sector público y privado para manejar los riesgos que se disparan. Los particulares simplemente no pueden manejar por sí solos el aumento de las primas por eventos como desastres naturales. “Hay que decirles a los bancos, por ejemplo, que si están prestando dinero para un activo, como una casa (en una zona de riesgo), tienen que aceptar más responsabilidad (por los costos en caso de catástrofe)”.

“Incluso en EU, en el primer mundo, verás que

Después de que un huracán arrasa Florida, solo están cubiertos entre 60 y 70 por ciento de los daños”

El sector público también tiene que empezar a pensar en la necesidad de medidas como muros contra inundaciones, en las zonas costeras, o una mejor gestión forestal, en las zonas afectadas por incendios forestales. Si bien EU ha tardado en adoptar estas medidas, existen ejemplos exitosos de administración sistémica del riesgo climático en otros países. Nueva Zelanda, un país con miles de terremotos al año, tiene una agencia pública que ayuda a suscribir los riesgos de las personas. Si bien el gobierno de EU compartió las pérdidas del seguro contra terrorismo tras el 11-S, ha sido más lento a la hora de actuar en cuestiones climáticas

Mientras tanto, “las aseguradoras se han vuelto más inteligentes en materia de riesgos”, dice Neal, reduciendo la cobertura en las áreas más problemáticas. Lloyd’s aumentó más del doble sus utilidades de suscripción el año pasado, porque tuvo poca exposición a desastres como el terremoto de Turquía, las tormentas convectivas en los EU continental y los incendios forestales en Hawai.

“Pero la respuesta no puede ser: ‘Lo siento, no vamos a asegurarlo para nada en lugares como California o Florida’”. El resultado final de esto seguramente serán enormes costos económicos y humanos.

Por supuesto, el creciente riesgo climático se ve agravado por muchos otros tipos de riesgo, más de los que el mundo ha visto jamás, según Neal. Ahora se inclina hacia delante y usa las manos para hablar; miro a mi alrededor para ver si alguien más nos presta atención, pero la mayoría de los clientes consultan sus laptops o teléfonos.

“Hace poco publiqué esta gráfica con mi propio equipo de dirección, sobre los últimos 200 años de historia. Dije que hubo tres momentos en los que los seguros fueron realmente importantes durante ese periodo. Entre 1850 y 1870, el mundo estuvo básicamente en guerra consigo mismo. Guerra Civil en EU, Europa realineándose y resolviendo todo. Hubo enormes cambios en infraestructuras, gobiernos y marcos políticos”.

El segundo periodo realmente importante fue el posterior a 1945, “cuando el mundo tuvo que reconstruirse”. Ahora, dice Neal, “tenemos riesgos sistémicos”, desde crisis financieras hasta las consecuencias de los aumentos de las tasas de interés y la inflación, pasando por pandemias, guerras y problemas con las cadenas de suministro, “lo que realmente pone de manifiesto la conexión global de todo lo que hacemos”.

A eso hay que añadir el riesgo de la propiedad intelectual, que en su gran mayoría no está asegurada, especialmente fuera de EU, y los cambios geopolíticos como “la batalla entre el proteccionismo y la globalización”. Neal concluye que “la complejidad de lo que enfrentamos hoy es dramáticamente diferente a la del pasado. Es terrible”.

Afortunadamente, nuestra alimentación es todo lo contrario. Nuestra comida puede ser pequeña, pero está perfectamente formada. Mi plato de frutas es maravillosamente escultural, con mangos, kiwis, peras y moras cortados en finas rodajas. La galleta de Neal es del tipo que les suele encantar a los estadunidenses: grande, cálida, pegajosa y rebosante de chocolate. No tiene que preocuparse por las calorías, que pronto se complementarán con una cena en un muy buen restaurante griego, ya que es un ciclista vigoroso.

Le pregunto qué riesgos, de todos los que tiene que considerar, le quitan el sueño. Al parecer, no hay muchos. “Donde hay un problema, normalmente hay una solución”, dice con ecuanimidad. Pero aparte del clima, me interesa escucharlo citar los crecientes niveles de deuda estadounidense como una preocupación antes que, digamos, del riesgo de una presidencia de Donald Trump. Joe Biden, si resulta ser el ganador, “va a imprimir mucho dinero. ¿Y eso es algo bueno? ¿Eso va a funcionar? Simplemente tienes una sensación de inestabilidad e incertidumbre”.

Si bien admito que soy uno de los pocos liberales estadounidenses que se preocupan por la carga de deuda, presiono a Neal sobre el riesgo de Trump. Si bien admite que le preocupa la capacidad del expresidente para liderar, así como su falta de apoyo a Ucrania y las posibles consecuencias para Europa y el mundo, el mayor problema para él parece ser que los dos candidatos son muy diferentes.

“Se podría hacer una apuesta arriesgada sobre los vehículos eléctricos, por ejemplo, bajo el gobierno de Biden, y sería completamente diferente bajo el gobierno de Trump. Entonces, ¿cómo empiezas a pensar en todo eso al momento de cerrar acuerdos?

Es cierto, pero eso no es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en Trump II. No puedo evitar sentir que, en este sentido, Neal refleja una inquietante tranquilidad sobre los riesgos de otra presidencia de Trump que encuentro prevalente dentro de la comunidad empresarial en su conjunto.

He hablado con muchos directores ejecutivos y líderes empresariales que, cuando se les pregunta sobre el impacto de un segundo mandato de Donald Trump, parecen encogerse de hombros ante la posibilidad de, digamos, el fin del Estado de Derecho en la economía más grande del mundo. Si bien el riesgo político es casi imposible de modelar matemáticamente, esto me parece peligrosamente ingenuo. Las empresas parecen tener esperanzas de que se repita un Trump ruidoso pero laissez-faire (dejar hacer, que es un estilo de liderazgo de tipo más liberal, cuyo principal objetivo es crear un equipo que pueda trabajar de manera independiente sin que el líder tenga que intervenir constantemente). Es probable que la realidad sea mucho más dura, insular, xenófoba y proteccionista.

Neal también es optimista sobre la política del Reino Unido, aunque con más razones. “Si piensas en las elecciones en el Reino Unido - lo digo en el buen sentido-- casi no importa quién gane. Es una sociedad bastante estable. Desde el punto de vista empresarial, necesitamos un cambio, sí, por favor. Pero los políticos son muy centristas en su forma de dirigir…cualquiera que sea el resultado, está bien”.

Asimismo, se inclina a creer que las redes sociales exageran los riesgos de agitación cultural en el mundo rico en general. “Estamos totalmente influenciados por el ruidoso 5 por ciento. La mayoría está tranquila”.

Espero que tenga razón y que la mayoría sensata acuda a las urnas, particularmente en EU y Francia, donde Emmanuel Macron ha convocado elecciones anticipadas desde mi reunión con Neal.

La iluminación de Conwell’s empieza a atenuarse para prepararse para la noche. Los estudiantes y turistas han disminuido, y un grupo más sofisticado parece estar llegando para la hora del cóctel. Le pregunto a Neal cómo tendrá que cambiar el modelo de negocio de seguros para hacer frente a todos los riesgos que ha descrito. Sin duda, dice, la contratación está cambiando, y el sector está pasando de economistas y actuarios a “más científicos, analistas de datos y matemáticos”.

La tecnología también está cambiando. Como en todos los negocios, las aseguradoras están pensando en formas de monetizar y utilizar los macrodatos (big data). “Tenemos imágenes satelitales, por lo que sabemos cuándo ocurrió algo, tan pronto como sucedió. Entonces, ¿por qué no podemos encontrar una manera de pagar una reclamación de siniestro casi de inmediato? A veces la industria tarda demasiado en hacer eso”. Estoy seguro de que muchos de los que pagan primas estarían de acuerdo.

Se nos acaba el tiempo y Neal se dirige a su siguiente reunión. Me levanto para investigar el resto del local, en particular un imponente mural sobre la barra que parece algo que la Work Progress Administration (Administración de Progreso de Obras) de FDR habría encargado. Descubro que es un homenaje a un magnate de las finanzas de la década de 1920, JG Conwell, un comerciante de café que murió en circunstancias misteriosas y que dirigía una empresa llamada Life and Trust, que alguna vez tuvo su sede en el edificio.

Pero más tarde, cuando compruebo todo esto en casa, descubro algo aún más interesante: toda la historia es inventada. Conwell’s es en realidad una elaborada promoción para una experiencia teatral inmersiva llamada Life and Trust, dirigida por las personas que crearon la obra de culto Sleep No More, en el que los asistentes al teatro se convierten en parte de una extraña versión noir de Macbeth. Life and Trust se anuncia a sí misma como una “historia de dinero, sexo y poder en el corazón del distrito financiero”. No sé qué tiene que ver todo esto con Neal o con los seguros. Pero decidí comprar un boleto para la obra otra noche. Después de todo, sin riesgo no hay recompensa.

AOL

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