Junto con ver perder a los Knicks, viajar en metro y ver una rata ¿hay alguna experiencia más neoyorquina que comer pizza? Esto lo medito mientras espero a Jon Stewart en John’s of Bleecker Street. Un cartel sobre la puerta dice “No Slices” (no se sirven rebanadas); en el interior, las paredes están adornadas con graffitis rayados por los comensales a lo largo de las décadas. También hay fotografías enmarcadas de varios clientes famosos, como Nicolas Cage, Vanilla Ice y, junto a mi mesa, un joven Billy Crystal.
La pizza es una elección adecuada para un almuerzo con uno de los hijos más queridos de Nueva York, un excomediante de stand up que se convirtió en el humorista más importante de Estados Unidos (EU), durante 16 años como presentador en The Daily Show, y que este año recibió el premio Mark Twain de comedia. Habló en nombre de muchos en la ciudad en un emotivo monólogo al aire poco después del 11-S, y en los años siguientes el afecto por él creció debido a su campaña por los derechos de los trabajadores de emergencias que sobrevivieron al ataque, que culminó en una ley histórica que financia la atención médica de los servicios de emergencia y socorristas.
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Cuando reapareció el año pasado como presentador de su nueva serie de Apple TV, The Problem with Jon Stewart, reconoció el tiempo que había estado ausente. “Realmente quiero hablar del elefante en la habitación. Así es como me veo ahora”, dijo solemnemente a su audiencia en el estudio.
De 1999 a 2015, Stewart y su equipo de escritores ampliaron los límites de la sátira, creando una extraordinaria síntesis de comedia, comentario político y noticias. Desde su entrevista con Jim Cramer, de CNBC, en la que Jon Stewart pidió cuentas al presentador y a la cadena de negocios por sus fallas en la crisis financiera de 2008, hasta su interminable crítica a George W. Bush y la desventura de su administración en Irak, el programa se convirtió en un referente de la sociedad estadounidense.
Quiero saber por qué lo dejó justo cuando la política de EU dio un giro hacia el surrealismo con el ascenso de Donald Trump, y sobre su regreso a la televisión a través de su nuevo programa en Apple, que acaba de empezar su segunda temporada. Pero antes tenemos que pedir una pizza: champiñones y pepperoni para mí, aceitunas negras y champiñones para el vegetariano Stewart.
“Seguir el redundante ciclo de noticias de EU…es demoledor para el alma”
Su nueva serie es tan divertida como The Daily Show, pero tiene un ritmo más pausado. El pedazo de sátira de cada noche entre semana dio en el clavo durante los años de la guerra de Irak, cuando los medios de comunicación se polarizaron, alimentados por la creciente popularidad de Fox News, de Rupert Murdoch, cuyos presentadores estaban regularmente en la mira de Stewart. Esto lo llevó a hacer un par de apariciones en la propia Fox: en una ocasión, discutió con el presentador Bill O’Reilly en directo y luego se reunió con el difunto Roger Ailes.
El director ejecutivo de Fox News le dijo en una reunión privada que Jon Stewart le debía “mucho” y que también le debía su carrera. “Le dije: ‘Roger, estoy seguro de que si te fueras mañana encontraría otra madre de la que burlarme’. A partir de ahí todo fue cuesta abajo”, menciona.
El objetivo de Fox News, dice Stewart, es “desmantelar y desautorizar las voces con credenciales de la democracia tradicional”. La derecha en EU, prosigue, creó un “código de conducta que no tiene que cumplir, pero que si tú no lo cumples te van a criticar”.
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Hablamos del segmento del Daily Show que cimentó el lugar que tiene Stewart en el folclore pizzero de Nueva York. Fue una diatriba de ocho minutos de hace una década, cuando un Donald Trump anterior a la Casa Blanca, cenó pizza en Nueva York —frente a las cámaras, naturalmente— con Sarah Palin que estaba de visita. “¡Y se la comió con cuchillo y tenedor!”, dice Stewart.
La popularidad de Stewart no se ha visto mermada desde la época de esplendor de The Daily Show, cuando, en la opinión de muchos espectadores, era tanto un periodista que decía la verdad como un comediante. En 2009, encabezó una encuesta de la revista Time para encontrar al periodista más confiable de Estados Unidos.
. Entonces, ¿por qué se fue? “Sentí que no podía seguir evolucionando de manera significativa”, dice, tomando un sorbo de agua. Quedarse habría significado “seguir el redundante ciclo de noticias de EU, que, como sabes es demoledor para el alma en sí mismo”.
Su nuevo programa para Apple TV no está tan apegado a ese ciclo: los episodios de la última temporada exploran los impuestos, la globalización y las elecciones de mitad de mandato de Estados Unidos. También sigue con sus críticas a los medios.
Un episodio se dedicó a la lucha de los veteranos militares que sufren con problemas de salud después de haber estado expuestos a los “burn pits”, las áreas de eliminación de residuos nocivos junto a las bases en Afganistán e Irak, donde se quema y destruye todo tipo de material tóxico. Se trataba de un intento de que el jefe del Departamento de Asuntos de los Veteranos se pronunciara sobre el tema, lo que desencadenó una cadena de acontecimientos que —según esperaba Stewart— conduciría a una nueva legislación.
Todo iba bien este verano hasta que varios republicanos del Senado, que ya habían apoyado el proyecto de ley, cambiaron su posición cuando se volvió a presentar por un tecnicismo. El proyecto de ley habría muerto si Stewart no se hubiera propuesto avergonzar públicamente a los que cambiaron sus votos, entre ellos Ted Cruz, el senador republicano de Texas.
Conseguir la aprobación del proyecto de ley fue claramente una experiencia agotadora. “Es un sistema extraordinariamente ineficaz que no es ágil, y creo que por eso la democracia en cierto modo está en decadencia en el mundo. No hay nada tan ágil como los regímenes autoritarios”, dice.
Durante el almuerzo hablamos de Bill Hicks, un comediante que abrió un camino en ambos lados del Atlántico, pero que murió de cáncer en 1994 con apenas 32 años. Su estilo, su tono y su material, que despreciaba la hipocresía política, tenían mucho en común con Stewart, cuyos ojos se iluminan cuando menciono su nombre.
El circuito de retroalimentación instantánea de las redes sociales se aceleró desde que dejó The Daily Show: las críticas son “mucho más inmediatas, vociferantes e implacables”, lo que puede ser “difícil de manejar”, menciona el presentador de televisión.
Jon Stewart hizo muchas apariciones en los medios de derecha para recabar apoyo a la ley y dice que se le dio un proceso justo. “Estaban en un aprieto. Era una legislación para los veteranos.… y teníamos razón”.
Teniendo en cuenta este y otros éxitos legislativos, ¿su futuro está en Washington? En un artículo de opinión de Politico este verano se decía que los demócratas tendrían más posibilidades de retener la Casa Blanca en 2024 si Stewart se presentaba como candidato. El artículo provocó un rápido “Ummm.… No, gracias” en Twitter.
Así que se mantendrá en el rumbo en el que se encuentra, por ahora. “El activismo tranquilo de vivir agradablemente”, dice Stewart. “Y todo lo demás es adicional”.
gaf