Los planes para las estaciones de ferrocarril relucientes cubren las paredes de la sala de mapas en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo de México (FONATUR), gran central para el “Tren Maya”.
Este es uno de los proyectos emblemáticos de Andrés Manuel López Obrador para reactivar la economía del sureste. El ferrocarril turístico de pasajeros y de carga, alrededor de la península de Yucatán, sería financiado en 90% por el sector privado, prometió el presidente.
Pero después de no recibir suficiente interés de los principales inversionistas en infraestructura para las asociaciones público-privadas propuestas, se abandonaron esos planes. A pesar de una economía deprimida, el proyecto de 7,400 millones de dólares (mdd) lo financiará el gobierno al 100%.
“Las principales empresas de infraestructura lo analizaron con importantes dudas sobre si los ingresos serían realizables”, dijo Edmundo Gamas, director ejecutivo del Instituto Mexicano de Desarrollo de Infraestructura. “Definitivamente fue un voto de no confianza en el proyecto y su viabilidad financiera”.
Los grandes proyectos de obras públicas que pueden coronar el sexenio de un presidente han sido por mucho tiempo la norma en México. Pero López Obrador es más ambicioso que la mayoría.
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Planea construir una refinería de 8,000 mdd, un aeropuerto de 4,200 mdd y un corredor de transporte transístmico de 170 mdd, así como 2,700 sucursales de un banco estatal de desarrollo con un costo de 530 mdd, todo además del Tren Maya.
El problema es que, con las finanzas estatales bajo presión después de que la economía se contrajo 0.1% el año pasado, los analistas, e incluso algunos expertos del gobierno, temen que los sueños del presidente sean difíciles de cumplir. “Podrían terminar siendo elefantes blancos”, dijo Guadalupe Correa-Cabrera, profesora asociada de la Universidad George Mason. “No tengo problema con el Estado que guía la economía, pero estoy muy preocupada porque todavía no veo un plan para llevar a cabo estas inversiones”, agregó.
El Dato.7,400 mdd
es el costo del Tren Maya
El presidente también sigue adelante con sus otros proyectos, a pesar de las dudas sobre su viabilidad. La refinería de Dos Bocas en Tabasco es quizá la que más quiere. Él la ve como una forma de que México elimine su dependencia del combustible importado de EU y revitalice a Pemex.
El mandatario avanza con el proyecto, a pesar de que los expertos dicen que su presupuesto y plazo, que se terminará a mediados de 2022, no son realistas.
Luego está el nuevo aeropuerto. Antes de asumir el cargo, López Obrador descartó un aeropuerto que ya tenía un tercio de construcción, con valor de 13,000 mdd. Puso al ejército a trabajar en la construcción de uno más modesto en una base militar de Santa Lucía que, según dice, se inaugurará el 21 de marzo de 2022 “o mi nombre no es Andrés Manuel”.
Sin embargo, hay temores de que operar el nuevo aeropuerto en conjunto con la terminal aérea actual de la Ciudad de México tal vez no sea técnicamente factible.
Los escépticos apuntan a consideraciones políticas, y no al deseo de ayudar a las regiones pobres. Gamas dijo sobre el Tren Maya: “Es difícil entender por qué, por cada peso que se gasta, no querríamos usar el dinero para construir hospitales”, y agregó: “Podríamos, y probablemente así será, tener un elefante blanco. La única pregunta es si es un bebé o un macho adulto con grandes colmillos”.