La fórmula del poder de Tolkien

FT MERCADOS

El triunfo de El Señor de los Anillos es que cualquiera que lea una novela o vea una película sobre un mundo fantástico estará disfrutando del estilo de Tolkien.

Los Anillos del Poder empezó su transmisión el 2 de septiembre por Amazon.
Stephen Bush
Ciudad de México /

La historia de El Señor de los Anillos no es una de enanos, orcos, elfos, magos y hobbits. Es una de disputas legales, adaptaciones problemáticas y adquisiciones multimillonarias. Desde la publicación de El Retorno del Rey —el último volumen de la trilogía— en 1955, la serie ha estado, de una forma u otra, en diversas fases de desarrollo para la radio, el teatro, la televisión, el cine o los videojuegos.

Se han hecho tantos intentos de llevar a la pantalla una historia que el director Stanley Kubrick consideraba “irrealizable”, que la cuestión de  quién posee exactamente los derechos para hacerlo ha sido objeto de una feroz disputa en los tribunales. Al igual que en el universo ficticio de El Señor de los Anillos, donde todos los personajes que entran en contacto con el “Anillo Único” pagan un precio terrible, los que aspiran a adaptar las novelas al cine se arriesgan a pagar cuantiosas facturas legales por sus derecho.

El adaptar la visión de Tolkien logró derrotar, entre otros, a George Lucas, Walt Disney y los Beatles, que se acercaron a Tolkien, pero fueron rechazados. Sin embargo, ni los estudios ni los cineastas parecen capaces de resistirse a la franquicia. El último en intentarlo es Amazon, cuya serie de televisión Los Anillos del Poder —una adaptación de los apéndices de los libros en los que se detalla el ascenso de Sauron en la Tierra Media— empezó su transmisión el 2 de septiembre. La plataforma de e-commerce pagó 250 millones de dólares (mdd) por los derechos de televisión, casi lo mismo, antes de que se hiciera un guión o filmado una sola escena, que lo que gastó Jackson en llevar la trilogía al cine.

¿Por qué se ha gastado tanto dinero y se ha peleado tanto? ¿Qué tiene El Señor de los Anillos? Para los pocos productores que han conseguido que su adaptación se emita, el éxito ha estado casi garantizado.

Tolkien escribió El Señor de los Anillos mientras trabajaba como académico en la Universidad de Oxford: entre sus alumnos estaba Philip Larkin, uno de los grandes poetas ingleses del siglo XX. Al menos en lo que respecta a Larkin, Tolkien no era un gran profesor o académico: el poeta se quejó amargamente de las clases de Tolkien en su correspondencia con el novelista Kingsley Amis, también un alumno de Tolkien que tampoco quedó impresionado.

El crítico Adam Gopnik, de The New Yorkerdescribe la “fórmula Tolkien” con bastante desprecio como “un mundo vagamente medieval poblado por enanos, elfos, trolls; un señor malvado que quiere esclavizar a las criaturas buenas; y, casi siempre, una extraña cosa mágica que le permitirá hacerlo, si el héroe no la encuentra o la destruye primero”.

Sin duda es cierto que cualquier tribunal que intentara condenar a J.R.R.Tolkien por gran literatura tendría dificultades. El lector tampoco encontrará personajes en los que se vea a sí mismo o sus propias experiencias, como en los libros de Harry Potter. O, de hecho, tampoco un trabajo profundo de los personajes: en su mayor parte, la duda existencial, la complejidad moral, el deseo sexual y las relaciones interpersonales ambiguas son escasas en El Señor de los Anillos.

Pero ese mismo tribunal también tendría dificultades para condenar a Tolkien por diseñar la fórmula que Gopnik le imputa. El concepto de un elegido que viaja por un mundo “vagamente medieval”, con la ayuda de criaturas fantásticas, en busca de un objeto cósmico es anterior a Tolkien. La “fórmula Tolkien” se puede encontrar en varias versiones de la historia del Santo Grial.

Entonces, ¿cuál es el logro de Tolkien? “Lo importante es entender que Tolkien no pretendía escribir literatura, quería crear algo que los británicos no tenían: una mitología como la de los griegos”, dice J.A. Bayona, el director de los dos primeros episodios de Los Anillos del Poder. El gran logro de Tolkien es como constructor de mundos y de mitos.

El legado perdurable de Tolkien no está en sus recursos argumentales ni en su ambientación. Está en los tropos que creó, su codificación de las reglas básicas sobre cómo es un elfo, un orco o un enano. Además de un idioma completo para sus elfos.

A veces el homenaje es manifiesto. Por ejemplo, en Calabozos y Dragones (Dungeons & Dragons), que ha sido objeto de una adaptación cinematográfica multimillonaria, que se estrenará en 2023. Su deuda con el mundo de Tolkien fue objeto de una demanda, cuya principal consecuencia es que la palabra “hobbit” se eliminó en favor de “halfling”. Pero si tomas un ejemplar del Manual de Monstruos de D&D encontrarás elfos gallardos, orcos brutos y hábiles artesanos enanos: el mundo que habitan los jugadores de D&D es el mundo que hizo Tolkien.

Pero a veces la imprimación de Tolkien es más sutil. La serie inacabada de novelas de George R.R. Martin, Canción de Hielo y Fuego: Juego de Tronos, obtiene parte de su poder de subvertir las expectativas que la mitología de Tolkien ha creado. Mientras que el rey elegido por Tolkien, Aragorn, marcado para la grandeza por su sangre real inmaculada, es sabio, fuerte y misericordioso, los Targaryen de Martin son igualmente puros de sangre, peroco mo resultado son endogámicos y propensos a la locura, la violencia y desgobierno.

Irónicamente, mientras que los momentos más débiles de la adaptación televisiva se produjeron con la introducción del Rey de la Noche, bastante tolkieniano, el mayor problema de Martin para completar los libros ha sido la ausencia de una construcción del mundo al estilo de Tolkien.

El secreto del logro de Tolkien radica en el hecho de que era un fan de El Señor de los Anillos antes de que el libro se hubiera escrito. Como tantos otros fans, le preocupan las cuestiones sobre la historia y las reglas de su mundo, mucho más que el carácter y el subtexto. “Sensatamente, empecé con un mapa e hice que la historia encajara”, escribió alguna vez Tolkien.

Por eso su obra resulta tan atractiva para los niños y los adolescentes: precisamente en la edad en que los jóvenes lectores empiezan a plantearse preguntas difíciles, como “¿Cuántos pisos tiene Hogwarts, exactamente?”, ahí está Tolkien, con una respuesta a casi todas las preguntas. Su deseo obsesivo de hacer su mundo completo es la razón por la que tiene un mayor legado.

Ese mundo detallado es una de las razones, también, por las que ha sido tan atractivo para tantos creativos. “Te da muchas posibilidades como cineasta”, dice Bayona. Y si no solo tomamos en cuenta Los Anillos del Poder, sino también las innumerables películas, videojuegos y programas de televisión que no son adaptaciones oficiales de El Señor de los Anillos, pero que tienen una deuda con él, podemos ver que tiene razón.

La apuesta de 250 mdd que hizo Amazon es que hay más valor en contar una historia en el vasto mundo de Tolkien que en diseñar nuevas historias utilizando los arquetipos codificados por Tolkien. Independientemente de que esa apuesta dé resultado, el triunfo de Tolkien es que cualquiera que lea una novela, juegue un videojuego o vea una película ambientada en un mundo fantástico estará, en cierto modo, disfrutando de Tolkien.

GAF

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