La hipocresía de China y su actual sistema comercial

Opinión. La nación asiática sigue utilizando el proteccionismo, “las políticas y prácticas desleales para socavar la competencia”

Xi Jinping se reunió con más de una docena de directores ejecutivos estadunidenses. HUANG JINGWE/AP
Rana Foroohar
Nueva York /

La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Es un patrón que parece relevante para los titulares de la semana pasada, incluida la reunión del líder chino Xi Jinping en Pekín con más de una docena de directores ejecutivos estadunidenses, en un intento de calmar sus preocupaciones sobre hacer negocios en el país.

Esta reunión se realizó cuando Estados Unidos y Reino Unido acababan de imponer sanciones a los piratas informáticos, a los que acusan de un largo esfuerzo con el patrocinio de China para insertar programas maliciosos en la red eléctrica y los sistemas de defensa estadunidenses. Y cuando China acaba de anunciar nuevas directrices para bloquear los chips de AMD e Intel en sus computadoras personales y servidores gubernamentales. También se produce cuando la preocupación mundial por el dumping de los vehículos eléctricos chinos está por las nubes. Y cuando Pekín acudió a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para impugnar la emblemática Ley de Reducción de la Inflación de la administración Biden.

Sobre este último punto lo único que puedo pensar es: ¿en serio? ¿hay alguien que no vea la hipocresía de China impugnando los créditos fiscales que apoyan a los productores estadunidenses de energía limpia por infringir las reglas de la OMC, cuando todo su modelo económico se beneficia de una doble moral en la que todos parecen aceptar sus propias políticas discriminatorias? Después de todo, la economía de China se basa en planes que establecen subsidios durante décadas y cercos proteccionistas para las industrias más estratégicas, incluidas, entre otras, la energía limpia, las telecomunicaciones y la inteligencia artificial.

Este enorme problema se oculta a plena vista. La palabra “proteccionismo” suele surgir solo cuando EU o Europa intentan imponer aranceles o subsidios para proteger sus propias industrias. Esto es cierto incluso cuando es por buenas razones estratégicas, como la necesidad de hacer frente al cambio climático o crear una transición justa hacia la economía verde para los trabajadores.

Y, sin embargo, cuando se trata de China, se entiende que el proteccionismo es el statu quo. El resto del mundo parece aceptar que éste es el punto de partida del capitalismo de Estado de China; suspiramos y nos retorcemos las manos mientras esperamos contra toda esperanza que algo en este panorama cambie.

Bueno, aquí hay una noticia de última hora: sin una nueva estrategia, nada lo hará. Toda la naturaleza de la economía política de China va en contra de los supuestos de libre comercio de la OMC, por no mencionar el Consenso de Washington, que sostenía que las naciones emergentes se alinearían perfecto con las reglas de libre mercado escritas por las potencias occidentales.

Sabemos que esto no ha ocurrido. De hecho, uno de los mejores ejemplos de progreso en los últimos tiempos es el de los responsables de la formulación de políticas (principalmente en EU, pero también algunos en Europa) que comenzaron a quitarse las vendas de los ojos y ver el mundo como es.

Esto lo pueden ver en la declaración que emitió la semana pasada la representante comercial de EU, Katherine Tai, tras la solicitud de Pekín de celebrar consultas en la OMC. Señaló la necesidad de que Estados Unidos haga frente al cambio climático y al mismo tiempo fortalezca las cadenas de suministro, un problema que se amplificó la semana pasada por el desastroso derrumbe del puente en el puerto de Baltimore, pero también señaló que China “continúa utilizando políticas y prácticas desleales y no de mercado para socavar la competencia leal y perseguir el dominio de los fabricantes de la República Popular China” tanto en el mercado local como en los globales. Podemos resumir en tres puntos lo que se enseña aquí: pot, kettle, black (olla, tetera, negro. O mira quien habla).

Los europeos, al igual que tantos directores ejecutivos estadunidenses, se mostraron ciegos durante mucho tiempo ante el hecho de que el modelo de comercio global y las instituciones que lo respaldan no están diseñados para hacer frente a la realidad actual, pero es posible que estemos en un punto de inflexión.

Como me dijo Tai la semana pasada, “las preocupaciones existenciales de Europa sobre los efectos del dumping de vehículos eléctricos chinos alcanzaron un punto álgido”. Mientras, los países en desarrollo, incluidos muchos de África, “piden más márgen en las políticas, porque China lo tiene”. Traducción: si China puede romper las reglas, ¿por qué nosotros no?

Esto, junto con el nuevo plan de estímulo de fabricación de China, que está a punto de inundar el mundo con todavía más productos baratos, no hará más que seguir exponiendo las grietas del actual sistema comercial. La verdadera imagen —que las normas de la OMC son a menudo una camisa de fuerza para todos menos para China— es cada vez más clara.

¿Cómo llegamos a un lugar mejor? No en la OMC tal como existe ahora; se ha convertido en un centro de disputas tecnocráticas y posturas políticas para las audiencias nacionales. Me gusta la idea de empezar desde cero y reunir a un grupo central de grandes países con déficits y superávits (EU, Reino Unido, Canadá, Australia, China, Alemania, Corea del Sur y Taiwán, entre otros) para reconocer que necesitamos nuevas instituciones diseñadas para resolver disputas.

Las reglas de cualquier sistema nuevo deben permitir una variedad de economías políticas. Debe haber una comprensión de que los países tienen el derecho de proteger su propia estabilidad económica y política en sus países, incluso cuando participan en el comercio global. Estas cosas no deben ser excluyentes; esta es la lección más importante de la propia historia de desarrollo de China.

Este no será un proceso sencillo, pero cada día hay más pruebas de que el viejo sistema no funciona. Alcanzamos los límites de un modelo en el que el capital barato buscaba mano de obra barata sin importar los costos. Esto trajo escasez de productos farmacéuticos, luchas interminables en la OMC y desconfianza en los gobiernos y líderes empresariales que se niegan a admitir lo obvio: tenemos que hacer algo diferente.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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