¿La inflación global ya llegó al punto máximo?

Editorial. Aunque hay signos de que el indicador alcanzó su cúspide, es pronto para declarar que se le derrotó; tiene sentido que los bancos centrales suavicen su política

El costo de los alimentos, lo que más ha disminuido en Europa. Eric Gaillard/Reuters
Consejo Editorial
Londres /

Por fin hay señales de que las presiones inflacionarias a escala mundial tal vez estén llegando a su punto máximo. Los precios francos en fábrica y las tarifas de transporte empiezan a disminuir. Los costos de los alimentos se enfrían y los del gas natural en Europa registran una marcada caída desde sus niveles récord alcanzados en agosto. Con los problemas de la cadena de suministro internacional y el incremento de los precios de las materias primas como base de la aceleración de la inflación de este año, las cifras generales también cayeron. En Estados Unidos, el crecimiento anual de los precios ha bajado desde junio, y el mes pasado la inflación de la eurozona cayó por primera vez en 17 meses. Aunque se trata de augurios positivos para cerrar 2022, la tarea de los banqueros centrales no será más fácil.

Los bancos centrales del mundo desarrollado subieron las tasas de interés para frenar la demanda y aplastar la inflación con celeridad este año. Han tenido tres criterios en mente para su ciclo de aumentos: qué tan rápido, hasta dónde y durante cuánto tiempo. A medida que la inflación muestra señales de que ya alcanzó la cúspide, tiene sentido que los bancos centrales se planteen suavizar el ritmo, aunque solo sea para evaluar cómo evoluciona la inflación. Después de una serie de potentes incrementos de 75 puntos base, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, hizo referencia de aumentos potencialmente menores en el futuro. El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra pueden seguir su ejemplo. La pregunta del millón es hasta dónde deben subir, o tal vez la pregunta es de 1.1 millones de dólares, ajustada a la inflación.

Aunque la inflación está llegando a su pico, está cerca de máximos de cuatro décadas. Ahora no es el momento de mantener o recortar las tasas. Es posible que las presiones a escala mundial se estén suavizando, pero la el indicador subyacente, que excluye los precios más volátiles, como los de la energía y los alimentos, todavía es elevada, sobre todo las tarifas de los servicios, en las que influye el crecimiento salarial. Un mayor costo del crédito frenará las presiones de la demanda interna. Aunque las expectativas de inflación cayeron y se observan algunas señales incipientes de que la rigidez del mercado laboral puede suavizarse, los bancos centrales tienen razón cuando se muestran cautelosos de que persistan los precios altos. El mercado laboral de Estados Unidos sigue al rojo vivo, y el mes pasado las contrataciones y los salarios superaron las expectativas.

Los teóricos de la política monetaria sugieren que los bancos centrales necesitan subir las tasas interés por encima del nivel “neutral”, más allá del cual tienen un impacto de contracción en la economía. Aunque las estimaciones varían y se modifican con el tiempo, de acuerdo con algunas medidas, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal de EU podrán estar ya en ese punto, y el Banco Central Europeo se acerca. Incluso cuando se alcance este punto de inflexión, es complicado saber cuánto hay que subir y en qué nivel hay que quedarse. También es difícil saber hasta qué punto las posibles recesiones del próximo año —impulsadas por los altos precios— van a agotar la demanda, al igual que se acumulan los efectos diferidos de los incremento de las tasas de interés.

A medida que sean más altas las tasas de interés, los banqueros centrales se mostrarán más cautelosos de romper las cosas. Los mercados inmobiliario y financiero soportaron rápidos aumentos este año, y las tensiones se acumulan. Numerosas incógnitas, como la evolución de la invasión de Rusia a Ucrania y la posibilidad de un repunte de la demanda china de bienes y energía el próximo año, sobre todo si suaviza aún más las restricciones por el covid-19, hacen que todavía existan muchos riesgos al alza para la inflación. Con la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra reduciendo sus tenencias de bonos, a través del “endurecimiento cuantitativo”, que el Banco Central Europeo también está considerando, también es incierto cómo los cambios en los balances de los bancos centrales pueden afectar a la inflación y la estabilidad financiera.

Sin embargo, un posible punto máximo de las presiones sobre los precios es bienvenido, después de un catálogo de noticias sobre una inflación perdurable a lo largo de 2022. Por ahora, puede ser sensato que los banqueros centrales reduzcan el ritmo de sus aumentos de las tasas, de interés a la espera de pruebas más claras de que las presiones internas sobre los precios se están enfriando antes de estabilizarse. También será importante estar atentos a las crisis globales. Acertar con la coreografía de las tasas de interés no será sencillo. Aunque la inflación haya alcanzado un máximo, una cosa es segura: es demasiado pronto para declarar que se le derrotó.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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