Los supuestos pecados de Kristalina Georgieva pueden parecer insignificantes para algunos. Acusan a la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) de haber manipulado el índice Doing Business del Banco Mundial en 2018, cuando era la directora ejecutiva de la institución, para darle a China una clasificación más alta de la que merecía. En comparación con Dominique Strauss-Kahn, uno de sus predecesores, quien en 2011 fue acusado de agresión sexual en Nueva York, la intromisión clerical de Georgieva parece un delito menor sin víctimas. Sin embargo, en términos geopolíticos, su destino tendrá consecuencias mucho mayores.
En un informe independiente que se publicó el mes pasado se afirma que Georgieva tuvo una fuerte intromisión en la clasificación de Doing Business para apaciguar a China, en medio de un intento de asegurar un aumento de capital de Beijing. Es dudoso que esto hubiera generado un escándalo de este tipo si Georgieva hubiera intervenido en nombre de cualquier otro país.
- Te recomendamos Junta directiva del FMI reafirma su confianza en Georgieva tras escándalo del BM Negocios
Sin embargo, vivimos en un mundo de Tucídides en el que la hegemonía actual, Estados Unidos (EU), que ha dominado el sistema de Bretton Woods desde que comenzó en 1944, se enfrenta a un competidor, China, que empuja cada vez con mayor convicción. ¿Cómo un informe tan condenatorio no podría caer de golpe?
El contraste más marcado entre la guerra fría emergente de la actualidad y la que existía entre EU y la Unión Soviética es que China está profundamente integrada en la economía global. La URSS boicoteó a Bretton Woods y no tuvo una presencia significativa en el sistema de comercio mundial. China, por otro lado, ha desempeñado un papel importante, primero como receptor de la generosidad de Bretton Woods y ahora como acreedor. En la actualidad es el mayor socio comercial de muchos más países que EU. En términos de paridad de poder adquisitivo, la economía de China es más grande que la de EU. En términos de dólares, la diferencia se cierra rápidamente. Sin embargo, China solo representa 6% de la cuota del FMI en comparación con el 17% de EU.
En caso de que permanezca en el cargo, una de las tareas más importantes de Georgieva sería volver a ponderar la cuota de China el próximo año. Si llega a recomendar un gran aumento en la participación de China, como debería, se podrían cuestionar sus motivos. Hay muchos políticos de línea dura con China en el Congreso de EU en busca de pretextos para votar en contra de cualquier cambio. La pregunta más importante es si las instituciones del mundo son lo suficientemente sólidas para hacer frente a lo que probablemente sea una contienda prolongada por la primacía mundial.
Desde su creación, estos organismos han estado dominados por EU, que se muestra feliz de aplicar sus reglas a otros y eximirse cuando le conviene. La burocracia mundial está plagada de siglas acuñadas por EU, y no forma parte de ellas: la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la Corte Penal Internacional (CPI), el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) y muchas otras. Algunos llaman a esta doble moral la “exención estadounidense”.
EU sigue siendo un miembro renuente de otros organismos, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero la rivalidad entre EU y China esencialmente los desactivó a ambos. En el caso de la OMC, a la que China se unió en 2001 en condiciones favorables, EU se ha negado a cubrir las vacantes de apelación para resolver las disputas comerciales, dejando al organismo sin dientes.
China era una economía de 1 billón de dólares a principios de siglo. Ahora su Producto Interno Bruto (PIB) es de 15 billones de dólares. Donald Trump retiró a EU de la OMS en un ataque de sinofobia al comienzo de la pandemia. Joe Biden reincorporó al país. Pero la negativa de China a cooperar con la investigación de la organización de Ginebra sobre los orígenes del covid-19 la dejaron a la deriva.
EU se enfrenta a una elección entre relajar su control sobre los organismos globales para alentar a Beijing a permanecer en el juego o negarse a reconocer el ascenso de China y correr el riesgo de que salga por completo de partes del sistema. Beijing ya creó vías paralelas, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Dado que China, junto con EU, es uno de los cinco miembros con poder de veto del Consejo de Seguridad de la ONU, es poco probable que reduzca su presencia allí. Pero no hace falta tener mucha imaginación para concebir a China perdiendo interés en organismos como el FMI si no recibe lo que le corresponde como una de las dos grandes potencias del mundo.
¿Dónde deja esto a Georgieva del FMI? Miembros más pobres en África, América Latina y otros lugares cabildean con EU para retenerla. Ella se ganó los aplausos por responder ágilmente a la pandemia y reestructurar a la institución de crédito mundial de último recurso para hacer frente a las amenazas como el cambio climático. Sin embargo, los políticos de línea dura estadounidenses ahora la describen como irremediablemente complaciente con China.
La reputación de probidad intrépida será cada vez más importante en medio de la batalla por el futuro de los grandes organismos mundiales. Lo peor de ambos mundos sería mantener a Georgieva en su lugar sin haber despejado las dudas sobre su neutralidad.
gaf