En un universo paralelo, este texto sería escrito en la sala de salidas del JFK con una bolsa de regalos decepcionantes a mis pies, un vuelo de 14 horas a Tokio a punto de abordar en cualquier minuto y una libreta que todavía cruje con las descargas eléctricas del día anterior de Ryuichi Sakamoto.
Inevitable e inmaculadamente, el músico, compositor, intérprete, productor y activista, imagino, habría llegado 15 minutos antes que yo. Lo habría encontrado en su rincón favorito con una taza de oolong y, tal vez, los primeros filamentos de una nueva composición enredándose en su cabeza. Todo hubiera sido encantador. “Pero los planes”, declara suavemente Sakamoto, en la vida real, con el tono agridulce de alguien que tuvo un roce con el cáncer hace unos años, “ya no significan mucho”.
Él tiene razón. El robo masivo y globalizado de los planes del mundo •de todo tipo de cosas, desde reservaciones de restaurantes hasta Glastonbury, cumbres geopolíticas y los Juegos Olímpicos de Tokio• ha sido otro triste resultado de la crisis de Covid-19.
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Ryuichi Sakamoto y yo nos reunimos por Skype. El genio musical que escribió la inquietante partitura de Merry Christmas, Mr. Lawrence y ganó un Oscar por El último emperador, no ha dado un paseo al aire libre durante semanas. Está en cuarentena en Manhattan, donde vive con su pareja. Estoy en Tokio con una caja de sushi de supermercado. “Y esto”, dice el maestro de música electrónica, levantando un vaso pequeño de jugo de naranja, un termo de agua y una taza de café a la cámara, “es mi almuerzo con el FT”.
Sakamoto se considera afortunado. Lamenta el daño que la pandemia ha causado a los músicos y la música en vivo. Pero un optimista ve oportunidades creativas en la sombra del virus.
“En momentos como estos, los creadores y los músicos obtienen ideas más únicas que en tiempos normales”, dice. “Crear algo es algo muy extraño. Si quiero crear algo nuevo, significa que tengo que romper lo que tengo”.
A lo largo de nuestra conversación, tocamos la influencia de momentos de gran trauma, de los cuales Covid-19 es simplemente el más reciente. Durante muchos años, Sakamoto ha vivido principalmente en Nueva York y estuvo allí el 11 de septiembre de 2001. Durante un largo periodo después de los ataques, casi no podía escuchar música. “Estaba demasiado tenso”, dice.
Él dice...La verdadera creatividad es destructiva, tienes que romper cosas para hacer algo nuevo.
Una década después, en una visita a Tokio, experimentó el mismo terror cuando el terremoto de Tohoku y el tsunami arrasaron la costa oriental de Japón, causaron casi 20,000 muertes y desencadenaron la fusión nuclear de Fukushima. Fueron las secuelas de ese accidente las que lo empujaron al activismo antinuclear.
Y ahora, dice, Covid-19 está reviviendo ese mismo conjunto de miedos por tercera vez: una sensación progresiva de crisis y una respuesta fallida. Él sabe, en su corazón, que el activismo en Japón es a menudo infructuoso.
“Este es el momento adecuado para que los japoneses finalmente expresen su enojo. Hay tantas personas preocupadas por la seguridad. Muchos japoneses están ansiosos y enojados. Pero desafortunadamente no lo harán. Los más jóvenes, en realidad son más conservadores. Es muy triste en realidad”, dice.
También autor del score de The Revenant (Renegado), Ryuichi Sakamoto ve ciertos clichés de la personalidad japonesa. Discutimos la cultura notoriamente dolorosa de las largas horas y el exceso de trabajo que impregna el Japón corporativo y que se extiende por todas las industrias creativas.
“Hace unos 35 años conocí al compositor francés Pierre Barouh. Me dijo que se iba a Brasil durante tres meses para escribir letras”, dice Sakamoto notablemente divertido, “Fue extraordinario para mí. En ese momento trabajaba desde el mediodía hasta la medianoche todos los días. Lo hice durante tres décadas, y solo me detuve cuando me diagnosticaron cáncer hace unos años”.
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El cofundador de Yellow Magic Orchestra, todavía está divertido cuando le pregunto sobre monozukuri. El término se usa para atribuir un ADN compartido a un Walkman de Sony, una camioneta pickup Toyota y una caja de joyería de laca. Pregunto si su composición musical podría describirse como monozukuri.
Odia la palabra y su irritación es reveladora. “La verdadera creatividad es destructiva. Tienes que romper cosas para hacer algo nuevo. Monozukuri solo pule el pensamiento existente. La verdadera creatividad es hacer algo nuevo. Algo revolucionario y algo destructivo”.
Cuando nos acercamos al final de nuestra comida, sucede algo inesperado. Él tararea la que podría decirse que es su mejor composición pop: Behind the Mask, de 1978, que parece hecha para la era Covid.
La famosa canción llamó la atención de Michael Jackson, quien reescribió la letra y, si no hubiera habido una disputa por los derechos con YMO, la habría incluido en Thriller, el álbum más vendido de todos los tiempos.
“Hubiera cambiado mi vida. Me habría retirado a los 35 años y estaría en una isla griega”, dice el compositor.
Eso no sucedió. Entonces, ¿cuál es el trabajo actual de Sakamoto? Vamos de vuelta de la década de 1980, libre de Covid, a Manhattan y al mundo bajo confinamiento. Su música se centrará en el concepto de “incompleto”.
“Es música que no está terminada. Y también estamos en el momento en que no sabemos hacia dónde nos dirigimos, así que todo el mundo está incompleto y nuestras vidas están incompletas. Quizás suena budista. Me gusta”, dice.
srgs