Ya sea que se llame “nivelar”, “reajuste” o “regeneración”, los políticos han prometido solucionar la desigualdad regional desde que ha sido un problema. Pero a menudo sienten que es como si estuvieran “empujando el agua cuesta arriba”, según Clare Foges, quien fue escritora de discursos del exprimer ministro británico David Cameron.
Es cierto que poderosas fuerzas económicas y tecnológicas impulsaron el auge de las ciudades y el declive de las áreas postindustriales. Pero el covid-19 abrió una nueva posibilidad: que las personas puedan dispersarse de las metrópolis pobladas y caras a otras áreas, llevándose sus buenos trabajos con ellas. Los políticos que quieren reducir la desigualdad regional tienen una oportunidad única para ayudar a esta tendencia. Solo necesitan la imaginación para aprovecharla.
El punto de inflexión anterior para la desigualdad geográfica ocurrió hace unos 40 años. Un estudio académico de 173 regiones europeas muestra que una era de convergencia regional entre 1900 y 1980 dio paso a otra de divergencia, ya que el cambio de la industria a los servicios llevó a una concentración de puestos de trabajo, productividad y oportunidades en las grandes ciudades.
Las localidades ganadoras, como Londres y París, se desconectan cada vez más (tanto política como económicamente) de las regiones postindustriales como Hainaut en Bélgica y Teesside en Inglaterra.
El enfoque de los responsables de la formulación de políticas para nivelar, a menudo ha consistido en tratar de atraer puestos de trabajo a áreas en dificultades, ya sea a través de “zonas empresariales” con impuestos más bajos, incentivos financieros para atraer a los grandes empleadores o trasladar a los funcionarios públicos a las zonas. Se lograron algunos éxitos, pero hubo más fracasos. Los empleadores multinacionales atraídos por las exenciones fiscales pueden tener raíces superficiales, como lo descubrió “Silicon Glen” de Escocia a principios de la década del 2000, cuando las grandes plantas de electrónica que atrajo se marcharon en masa para buscar mano de obra más barata en otros lugares del mundo. Cuando Motorola cerró su planta en Bathgate en 2001, 3,100 personas perdieron sus empleos.
Mientras tanto, los puestos de trabajo de la administración pública del Reino Unido se trasladaron fuera de Londres, pero la mezcla se inclina hacia los puestos de menor remuneración que tienen menos impacto en las economías locales. Casi 40 por ciento de los puestos fuera de Londres se encuentran en las categorías más bajas, en comparación con el 13.7 por ciento de los cargos de Londres. Cuando la Oficina Nacional de Estadísticas se trasladó a Newport en Gales, 90 por ciento del personal de alto nivel con sede en Londres decidió renunciar en lugar de mudarse.
Él dice...“El covid-19 abrió una nueva posibilidad: que las personas puedan dispersarse de las metrópolis superpobladas y caras a otras áreas, llevándose sus buenos trabajos con ellas”
Pero el covid-19 podría introducir una nueva forma más orgánica de reequilibrio. La pandemia estimuló un experimento muy exitoso en el trabajo remoto. Tal vez ya no se tiene que convencer en lo absoluto a los empleadores para que salgan de las ciudades; en su lugar, los empleados podrían optar por mudarse a áreas más baratas y trabajar desde casa, o en un espacio de coworking, y solo trasladarse a la oficina unos días a la semana.
Los jóvenes podrían quedarse en sus lugares de origen y aun así conseguir un buen empleo en la ciudad. A cerca de 85 por ciento de los empleados le gustaría trabajar de forma remota al menos dos o tres días a la semana después de que termine la pandemia, de acuerdo con una encuesta de CBRE, la empresa de servicios inmobiliarios comerciales. Los empleadores, dispuestos a reducir el costoso espacio de oficinas, parecen felices de hacerlo.
No seamos excesivamente optimistas. Muchos habitantes de la ciudad no se moverán de lugar. De los que se muden, es probable que la mayoría lo haga a zonas bastante prósperas a una o dos horas de viaje de las grandes ciudades. Los empleadores pueden decidir que algunas funciones se pueden realizar de forma totalmente remota y trasladarlas al extranjero a países más baratos.
Pero con la atracción magnética de las ciudades finalmente en declive, ahora es el momento para que los legisladores locales y nacionales piensen creativamente sobre cómo atraer profesionales a áreas que los necesitan. Muchas se encuentran en lugares hermosos del país, con aire limpio y bellas casas construidas por industriales ricos. Los molinos antiguos son excelentes espacios de coworking.
La instalación de banda ancha de fibra óptica ultrarápida es el lugar obvio para comenzar. La geografía no tiene por qué ser una barrera: las velocidades de banda ancha más rápidas en Gran Bretaña se encuentran en la zona rural de Lancashire, donde un grupo de residentes reunió sus recursos para colocar la fibra.
El mayor desafío es reparar los servicios públicos básicos que ayudan a determinar si un lugar es bueno para vivir y criar una familia, como escuelas y enlaces de transporte. Este es un prerrequisito necesario para cualquier tipo de nivelación y desde el principio debería haber sido la prioridad del gobierno. En cambio, los recortes de gastos en el Reino Unido desde 2010 registran un promedio de 31 por ciento por persona en la décima parte más desfavorecida de los Consejos Municipales, en comparación con el 16 por ciento en la décima parte menos necesitada.
Reducir la desigualdad no será fácil. Pero por primera vez en 40 años, nivelar tiene un viento económico favorable. Es hora de izar las velas.
srgs