La recuperación después del “paro repentino global”

Opinión. Aunque se vislumbran tiempos de incertidumbre, el FMI perfila el segundo trimestre como el nadir de la emergencia.

El desafío inmediato es reducir al mínimo los daños a la salud y a la economía que causó el covid-19. Athit Perawongmetha/Reuters
Martin Wolf
Londres /

La actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) para junio no es un documento alentador. Sin embargo, contiene un punto alegre: el segundo trimestre de 2020 deberá ser el nadir (punto opuesto al cenit) de la crisis económica del covid-19. De ser así, el desafío consiste en lograr la mejor recuperación posible.

La reducción de los pronósticos del FMI desde abril es considerable, con una perspectiva de crecimiento global de menos 4.9 por ciento este año, por debajo de la proyección de abril de menos 3 por ciento. El crecimiento del próximo año se proyecta que será de 5.4 por ciento. Como resultado, se espera que la producción mundial supere ligeramente los niveles de 2019 en 2021. Sin embargo, en el cuarto trimestre de 2021, el producto interno bruto de los países de altos ingresos se mantendrá por debajo de los niveles del primer trimestre de 2019. La producción también estará cerca de 5 por ciento por debajo de los niveles que se proyectaban en las tendencias de crecimiento antes del covid-19.

Hemos estado viviendo lo que el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en su último informe anual llama un “paro repentino global”. La Organización Internacional del Trabajo afirma que, a escala mundial, es probable que la disminución de las horas de trabajo en el segundo trimestre sea equivalente a la pérdida de más de 300 millones de empleos de tiempo completo.

El FMI subraya estas incertidumbres: la duración de la pandemia y los confinamientos nacionales o locales adicionales, el grado del distanciamiento social voluntario, la severidad de las nuevas normas de seguridad, la capacidad de los trabajadores desplazados para obtener empleo, el impacto a largo plazo de los cierres de empresas y el desempleo, el alcance de las reconfiguraciones de las cadenas de suministro, el probable daño a la intermediación financiera y el alcance de nuevas perturbaciones de los mercados financieros.

La respuesta de las políticas ha tenido una escala sin precedente en tiempos de paz. El FMI pronostica que la deuda pública aumentará en 19 puntos porcentuales, en relación con el PIB, este año. Las políticas de los bancos centrales no han sido menos sorprendentes. El apoyo de las autoridades fiscales y monetarias también es de naturaleza revolucionaria. Los gobiernos surgieron como las aseguradoras de último recurso. Los bancos centrales han ido mucho más allá de la responsabilidad bancaria. Donde sea necesario, asumieron la responsabilidad de todo el sistema financiero. De hecho, con sus intervenciones, entre ellos los acuerdos de intercambio con otros bancos centrales, la Reserva Federal de EU asumió  la responsabilidad de gran parte del sistema financiero mundial.

Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Bajo la dirección de Agustín Carstens, ex jefe del banco central de México, el BPI respalda las acciones de los bancos centrales. Su informe explica que estos institutos tienen dos objetivos: “evitar daños duraderos a la economía, asegurando que el sistema financiero continúe funcionando” y “restaurar la confianza y apuntalar los gastos privados”.

Este no es el final de las enormes intervenciones. Es posible que ni siquiera sea el final de su comienzo. Enormes incertidumbres nos esperan en el futuro. Pero como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), señaló recientemente, citando a Abraham Lincoln: “La mejor manera de predecir tu futuro es crearlo”.

Entonces, ¿cómo debemos crear el futuro que debemos querer, uno en el que haya el menor daño posible y la recuperación más fuerte posible hacia un futuro económicamente sostenible? Esa es la tarea que los líderes ahora deben abordar.

Para el futuro inmediato, el desafío importante sigue siendo reducir al mínimo el daño a la salud y a la economía que causó el covid-19. Para lograr esto, sigue siendo esencial una fuerte cooperación. 

Esto será importante para los países emergentes y en desarrollo, que todavía necesitan ayuda sustancial. El FMI ya acordó programas para ayudar a 72 países en dos meses. Sin embargo, a pesar de la mejora en los mercados financieros, se requerirá alivio de la deuda y apoyo oficial adicional en los siguientes meses y, casi con toda seguridad, en los próximos años.

A medida que terminen los confinamientos y las economías se recuperen, será esencial reorientar las políticas hacia la promoción de la recuperación y es vital evitar el error del periodo posterior a la crisis financiera de 2008 de pasar demasiado pronto del apoyo hacia la consolidación fiscal y la restricción monetaria. Se necesitará una política fiscal y monetaria agresiva y continua para utilizar los recursos inactivos y reorientar las economías hacia nuevas actividades.

La nueva economía en la que emergemos será (y debería ser) diferente de la anterior. Tendrá que aprovechar la revolución tecnológica actual hacia una interacción física virtual y alejada de la interacción física constante. También tendrá que ofrecer un futuro mejor a las personas más afectadas. Tendrá que acelerar el cambio hacia una economía más sostenible.

Al sostener la demanda, los responsables de la formulación de políticas pueden hacer que ese tipo de cambios sean más fáciles. Sí, existen riesgos como consecuencia de hacer esto, pero son más pequeños que el resultado político y económico de otra ronda de austeridad soportada por los beneficiarios del gasto público. Esta vez debe ser diferente.

El gobierno está de vuelta, así como el deseo de competencia. Los políticos antigubernamentales han podido convertir sus propios fracasos en un argumento: ¿quién confiaría en un gobierno como este? Pero cualquiera con ojos pueden ver que no tiene que ser así. Los contrastes entre Alemania, con el gobierno de Angela Merkel, y EU, con Donald Trump, o Reino Unido, con Boris Johnson, son demasiado evidentes.

Tal vez este desastre traiga un beneficio: vamos a encontrar que no solo el gobierno está de vuelta, sino que la exigencia de un gobierno sensato dirigido por personas competentes está de vuelta. Eso no hará que una calamidad de este tipo valga la pena, pero uno nunca debe dejar que una crisis se desperdicie. Los humanos pueden aprender de experiencias dolorosas. Déjenos hacerlo. 

EU evalúa mayor apoyo económico

Aunque la economía de Estados Unidos muestra indicios de recuperación, los titulares del Tesoro y de la Reserva Federal indicaron que aún puede ser necesario más estímulo para cimentar la reactivación. “Hemos entrado en una nueva fase muy importante y lo hicimos antes de lo previsto”, afirmó Jerome Powell, de la Fed. Por su parte, Steve Mnuchin destacó que los fondos ya aprobados por el Congreso están ayudando a apuntalar la economía, que debe mejorar en la segunda mitad del año.

Recuperación de la eurozona, en 2022

Isabel Schnabel, integrante del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), dijo que no se espera que la economía de la eurozona se recupere hasta el año 2022 como pronto. Durante su intervención en una ciberconferencia del Instituto de Finanzas Internacionales, Schnabel afirmó que “es muy probable que la recuperación sea lenta, y esto tendrá consecuencias a mediano y largo plazos respecto de la estructura de la economía”.


LAS MÁS VISTAS