Las finanzas públicas de Reino Unido están lejos de ser sólidas

El país se enfrenta a una sociedad que envejece, un entorno desfavorable y al cambio climático; en resumen, la situación es frágil y los impuestos subirán

Número 10 de Downing Street, residencia del primer ministro británico. AP
Martin Wolf
Londres /


¿Son creíbles las promesas de “recortes fiscales” en la política británica actual? La respuesta concisa es “no”. La larga es: depende de lo que se entienda por recorte de impuestos. Sin duda es posible rebajar algunos gravámenes y subir otros de forma abierta o (más probablemente) encubierta, pero disminuir la carga fiscal general será mucho más difícil.

Para ser al menos creíble, cualquier promesa de reducir la proporción de impuestos sobre el producto interno bruto (PIB) de forma permanente y sustancial necesita una promesa concomitante de reducir el nivel o la tasa de crecimiento del gasto. En teoría, eso es posible. Un partido puede prometer recortar el gasto en atención de salud, por ejemplo, pero, ¿será elegido?

En julio de 2023, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por su sigla en inglés) publicó un excelente informe titulado “Riesgos fiscales y sostenibilidad”, que ilumina la situación con una claridad deprimente.

En primer lugar, Reino Unido sufrió una serie de conmociones que, en palabras de la OBR, “provocaron la recesión más profunda en tres siglos, el incremento más pronunciado de los precios de la energía desde la década de 1970 y el aumento sostenido más pronunciado de los costos de endeudamiento desde la década de 1990”. También condujo a que el gobierno registrara los mayores niveles de endeudamiento desde la década de 1940, la deuda pública a su nivel más alto desde principios de la década de 1960 y el costo del servicio a su mayor nivel desde finales de la década de 1980. El país no puede salirse con la suya con una irresponsabilidad casual, como demostró Liz Truss.

Segundo, el dinamismo de la economía se muestra débil desde la crisis financiera mundial. Esto no es una sorpresa. Ya en 2009 argumenté que Reino Unido sufriría una pérdida permanente de producción y de la tasa de la tendencia del crecimiento. Esto a causa de que el sector financiero lo convirtió en lo que los especialistas llaman una economía de “monocultivo”. Ningún otro sector ha generado una riqueza comparable.

Tercero, el país se enfrenta a los retos de una sociedad que envejece, un entorno económico y de seguridad menos favorable y el cambio climático. Contener los costos del cuidado de los ancianos será una batalla enorme. El gasto en defensa debe aumentar. Y la necesidad de proteger al país del impacto del clima es ineludible.

Entonces, no es de extrañar que las finanzas públicas se vean muy lejos de ser sólidas. Es cierto que el elevado gasto del pasado reciente, impulsado por la crisis, puede disminuir, reduciendo la proporción del gasto sin intereses de 41 por ciento del PIB en 2022-2023 a 39 por ciento en 2027-2028, de acuerdo con la OBR. Pero las presiones subyacentes lo harán retroceder después. Esto también ignora la realidad de que las presiones para aumentar el gasto ahora mismo ya son enormes, en especial en salud. En resumen, la situación es frágil en el corto plazo e insostenible en el largo. Los impuestos subirán.

Así que cualquier intento de reducir los impuestos en una cantidad significativa en relación con el PIB sin un compromiso paralelo de recortar el gasto es un fraude. Los políticos que hacen ese tipo de promesas sin decir cómo piensan pagarlas debilitan la legitimidad de una democracia ya de por sí frágil.

Por supuesto, esto no tiene por qué impedir que los políticos expliquen cómo pueden compensar los recortes de algunos impuestos con aumentos en otros. El sistema fiscal actual es un caos. Hay que simplificarlo y hacerlo más coherente. También puede ser más justo y eficiente, desplazando los impuestos del trabajo y la inversión a los de las tierras y otras formas de riqueza, así como a las actividades contaminantes. Una reforma fiscal inteligente incluso puede fomentar el tan necesario crecimiento.

Mientras tanto, los británicos no deben ponerse histéricos por sus actuales niveles de impuestos. Sí, los impuestos son más altos que, por ejemplo, en Estados Unidos, pero los valores británicos no son los de los estadunidenses. De hecho, son más europeos. Los Países Bajos, un país más rico que Reino Unido, tenía un coeficiente fiscal de 44 por ciento en 2022, en comparación con 39 por ciento de Reino Unido. Como dijo Oliver Wendell Holmes Jr: “Los impuestos son lo que pagamos por una sociedad civilizada”.

Tampoco debemos suponer que un crecimiento económico más rápido resolverá el dilema. A medida que las economías se vuelven más ricas y aumentan los salarios, los costos relativos de los servicios públicos suelen aumentar, al igual que su demanda.

En última instancia, los impuestos dependen del gasto. Cuánto (y dónde) gasta un país, y cómo lo paga, es una decisión política. Define el tipo de país que quiere ser. Esa es la cuestión, no las fantasías de recortes que se pagan solos o que mágicamente engendran crecimiento.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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