Por segundo año consecutivo, la pandemia de covid-19 remodeló el mundo: no lo cambió todo, pero aceleró muchas cosas, desde el descenso de la población hasta la revolución digital. A continuación presentamos cómo estas tendencias podrían definir el 2022.
Caída de la natalidad: Las parejas tuvieron muchas oportunidades, pero aparentemente les faltó el deseo de traer hijos a un mundo apagado. El descenso de las tasas de natalidad ha mermado el crecimiento económico mundial y se redujo a un ritmo más rápido durante la pandemia, incluyendo una dramática caída en China. A largo plazo, la caída de la natalidad reducirá aún más la mano de obra mundial.
Pico de China: Con una desaceleración a causa de la caída de la natalidad, el aumento de la deuda y la intromisión del gobierno, China representará una cuarta parte del crecimiento del PIB mundial en 2021, frente a un tercio antes de la pandemia. El giro cada vez más brusco de China del comercio hacia la “autosuficiencia” afloja sus vínculos con otras economías. Es posible que China ya haya alcanzado su pico como motor de crecimiento.
Trampa de la deuda: Después de aumentar durante cuatro décadas, la deuda mundial creció aún más rápido durante la pandemia, impulsada por el endeudamiento de los gobiernos. Veinticinco países, entre ellos Estados Unidos y China, tienen una deuda total superior al 300% del PIB, frente a nada a mediados de la década de 1990. El dinero impreso por los bancos centrales sigue inflando los mercados financieros y profundizando la trampa de la deuda.
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No es la década de 1970: El menor número de trabajadores, el mayor gasto del gobierno y el aumento de la deuda pública apuntan a una mayor inflación, pero posiblemente no a los niveles de dos dígitos de la década de 1970, como temen algunos expertos. El gasto del gobierno debería disminuir en 2022 y los cambios tecnológicos seguirán poniendo freno a los precios. El mayor riesgo son los precios de los activos.
La “greenflation” (inflación verde): Es muy conocido que la lucha contra el calentamiento global está aumentando la demanda de los metales verdes como el cobre y el aluminio; menos conocido es que las políticas verdes están reduciendo el suministro de materias primas de todo tipo. La inversión en minas y yacimientos petroleros se ha reducido drásticamente en los últimos cinco años.
Paradoja de la productividad: Se desvaneció la esperanza de que la rápida adopción de los servicios digitales durante la pandemia pusiera fin al largo declive del crecimiento de la productividad mundial. El aumento que se produjo en 2020 se limitó a Estados Unidos y se agotó a finales del año pasado. Hasta ahora, los datos apuntan a que el personal que trabaja desde casa pasa más horas con un menor rendimiento.
Localización de datos: El virus golpeó a un mundo que se encerraba, con flujos decrecientes de todo tipo (comercio y personas) excepto de los datos. Es probable que el tráfico de internet en 2022 supere todo el tráfico hasta 2016. Desafiando las esperanzas de que internet evolucionará más allá del control gubernamental, las autoridades bloquean que los datos pasen a través de las fronteras.
Las “burbujas” se desinflan: Aunque se dice que ésta es la era de las “burbujas de todo”, unos cuantos activos muestran signos clásicos de burbuja, desde precios que se duplican en un periodo de 12 meses hasta operaciones bursátiles frenéticas. Estas “burbujas” se apoderan de las criptomonedas, las energías limpias, las compañías de tecnología sin ganancias y las SPACs.
Durante el año pasado, todas ellas sufrieron caídas de 35% o más desde el punto máximo histórico, una línea a partir de la cual las burbujas rara vez se recuperan. Un aspecto positivo: las burbujas tecnológicas de este tipo suelen dejar tras de sí unos cuantos supervivientes potencialmente gigantescos.
Se enfrían los inversionistas minoristas: Los inversores se apresuraron a entrar en el decimotercer año del mercado alcista mundial y las entusiasmadas llegadas tardías suelen ser señal de que la fiesta está terminando. Desde Estados Unidos hasta Europa, millones de personas abrieron cuentas para operaciones bursátiles por primera vez y muchos pidieron dinero prestado para comprar acciones a un ritmo frenético. Estas manías rara vez duran, lo que sugiere que, aunque el mercado de valores en su conjunto no esté en peligro, los nombres más populares entre los inversores minoristas probablemente sí lo estén.
Lo físico importa: El aumento de la popularidad del metaverso parecía significar el declive de la economía física, pero los precios dicen lo contrario. Los nativos digitales también necesitan un refugio físico. La demanda de los millennials y la generación Z ayudó a inflar los mercados de la vivienda en 2021. La tecnología del futuro no hace que los recursos físicos sean obsoletos. Los coches eléctricos consumen mucho más cobre que los de gasolina. Detrás de cada avatar hay un ser humano, y la escasez de mano de obra eleva los salarios incluso en los trabajos más amenazados por la automatización, como la conducción de camiones. Las misas de difuntos de lo tangible son prematuras.
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