Lina Khan, clave para las políticas antimonopolio

El arribo de la académica a la Comisión Federal de Comercio, una oportunidad contra las grandes tecnológicas

Khan tendrá que moderar su franqueza, proceder con cautela y elegir bien sus batallas. Reuters
Consejo Editorial
Londres /

El viento político de Estados Unidos no solo cambió contra las grandes compañías de tecnología, sino que está alcanzando la fuerza de un vendaval. Primero llegó un informe muy crítico del Congreso en octubre pasado, seguido este mes por una serie de proyectos de ley antimonopolio. Luego, la semana pasada, la administración de Biden nombró a Lina Khan, una académica que creó un nuevo marco intelectual que desafía el poder de los gigantes tecnológicos, como presidenta de la Comisión Federal de Comercio.

Aquellos que buscan cortar las alas de las compañías de tecnología deben tener en cuenta que —a pesar de todas las preocupaciones sobre privacidad y amenazas de las redes sociales a la democracia— siguen siendo muy populares entre los consumidores. Mientras crece el consenso bipartidista sobre la necesidad de acción, las medidas contundentes todavía van a tener dificultades para reunir la mayoría necesaria en el Senado.

Sin embargo, el nombramiento de Khan es una oportunidad importante para equipar adecuadamente la política antimonopolio para la era de los grandes grupos de tecnología. Ella describió correctamente como obsoleto el enfoque de la Escuela de Chicago —resumido en el libro de 1978 de Robert Bork The Antitrust Paradox— que le daba prioridad a los precios como la mejor medida del bienestar del consumidor. El aumento de los precios era una señal de daño, pero si una empresa bajaba los precios, su tamaño no era motivo de preocupación.

En el artículo de Khan de 2017, La paradoja antimonopolio de Amazon, argumentó que el poder y el daño son hoy más que los precios. Si compañías como Amazon utilizan precios depredadores y la integración en múltiples líneas de negocio para sacar a sus rivales del negocio, los consumidores sufren la pérdida de opciones y competencia. Si bien parece que ofrecen búsquedas en internet de forma gratuita, los usuarios están intercambiando sus datos personales por esos servicios. La privacidad también es bienestar. Khan argumentó contra permitir que las grandes firmas de tecnología operen plataformas mientras compiten con empresas que las usan.

A menos que tenga el respaldo del Congreso, Khan puede tener dificultades para poner en práctica sus ideas a través de nuevas leyes, pero puede reinterpretar la ley existente en términos de lo que constituye el bienestar del consumidor. Pueden seguir impugnaciones judiciales. Con una Corte Suprema dominada por los conservadores, Khan tendrá que moderar su franqueza, proceder con cautela y elegir bien sus batallas. Es posible que la división de las compañías de tecnología no sea factible, popular o aconsejable.

La política de línea dura bipartidista contra China es otra limitación. Los grandes grupos de tecnología pueden argumentar que restringirlos servirá a los intereses de Pekín.

Para reforzar su posición, Khan debe buscar un terreno común con los reguladores de la Unión Europea, en los que ya influyó en su forma de pensar. Incluso cuando sus objetivos y valores hacia las grandes compañías de tecnología comienzan a converger, Estados Unidos y la Unión Europea pueden tener diferencias en las tácticas. Si puede impulsar la coordinación transatlántica, sus ideas ganarán resonancia mucho más allá de sus propias costas.


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