No hay nada como prohibir la importación de un gadget de consumo popular en la temporada navideña para llamar la atención sobre la lotería legal de la aplicación de patentes en Estados Unidos.
Salvo una improbable intervención de la Casa Blanca, a partir del 26 de diciembre Apple no podrá importar a EU ninguno de los modelos de su Watch, con excepción del más básico. Casos como este se han convertido en “un juego de la gallina muy caro” porque el resultado final es difícil de predecir y puede tener un resultado muy dramático, dice Mark Lemley, profesor de Derecho de la Universidad de Stanford.
Pero mientras Apple se enfrenta a la primera prohibición de importación de su historia en su mercado nacional, también pudo conseguir victorias en las batallas de propiedad intelectual que se libran en torno al Watch, lo que demuestra que la guerra está muy lejos de considerarse perdida.
La probable prohibición es consecuencia de una demanda del fabricante de dispositivos médicos Masimo, que alegó que Apple violó dos de sus patentes sobre pulsioximetría, una tecnología para controlar el nivel de oxígeno en la sangre.
El caso es una dramática demostración de la colisión de diferentes regímenes de propiedad intelectual cuando la tecnología digital se introduce en nuevos mercados. En los primeros tiempos de los smartphones, la convergencia de las comunicaciones móviles y la computación produjo un torrente de demandas entre empresas como Apple y Google, por un lado, y Nokia y Motorola, por otro. Lo mismo ocurre ahora en un frente más amplio a medida que la computación móvil invade mercados como el de la atención de salud, donde las empresas de dispositivos médicos tienen sus propias barreras de propiedad intelectual.
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Masimo ya sufrió reveses en su campaña contra Apple en otros foros, incluido un caso en un tribunal federal que acabó con un jurado en desacuerdo este año, pero tuvo más suerte ante la Comisión de Comercio Internacional (ITC, por su sigla en inglés), un organismo que se creó hace más de un siglo para manejar los aranceles de EU. Desde entonces se transformó en un foro para decidir si las importaciones representan una amenaza desleal para la “industria nacional”, un anacronismo que suena pintoresco en la era de las empresas multinacionales y las cadenas de suministro globales.
La ITC se convirtió en el foro favorito de demandantes como Masimo. Desde un caso histórico de patentes de 2006 en el que estaba involucrada eBay, ha sido mucho más difícil convencer a un tribunal federal de que conceda una orden judicial que prohíba la venta de productos que infringen los derechos de patente. En cambio, la única sanción de la ITC consiste en emitir órdenes de exclusión que ordenan a los funcionarios de aduanas bloquear las importaciones en la frontera.
Lemley, de Stanford, sostiene que la comisión puede utilizar este garrote de manera menos perjudicial. Otros han propuesto reformas, incluida reforzar la capacidad de la Casa Blanca para vetar las prohibiciones de la ITC cuando está en juego un interés público válido.
Las grandes empresas todavía tienen muchas otras armas a su disposición, como muestra un caso paralelo relacionado con otro sensor médico del Apple Watch. El año pasado, la ITC emitió otra prohibición después de una denuncia del fabricante de equipos médicos AliveCor. El caso se refería a la tecnología de electrocardiograma, que mide las señales eléctricas del corazón.
Esa prohibición quedó en suspenso después de que Apple impugnó las patentes de AliveCor ante un organismo conocido como Tribunal de Apelación y Juicios de Patentes (PTAB, por su sigla en inglés). Esto fue establecido por la Ley de Invenciones de Estados Unidos de 2011, la última reforma importante del sistema de patentes estadunidense, para facilitar la impugnación de la validez de las patentes e inclinar la balanza en contra de los “trolls de patentes” acusados de abusar del sistema.
Los críticos se quejan de que el reequilibrio fue demasiado lejos y de que el PTAB se convirtió en una herramienta de las grandes compañías de tecnología. El tribunal dictaminó que los avances previos en el campo hacían que las patentes de AliveCor fueran “obvias” y, por tanto, inaplicables.
Los resultados desiguales que surgen de tortuosas batallas legales como esta pueden tener consecuencias dramáticas, como la probable prohibición del Watch.
Apple estudia una forma para eludir la prohibición, quizá con una actualización de software para desactivar el sensor transgresor o eliminarlo por completo del Watch. Puede tomar semanas, o incluso meses, encontrar algo que satisfaga a los funcionarios de aduanas estadunidenses, pero es poco probable que sea la última batalla de este tipo en el intento de Apple de convertir su Watch en un importante accesorio médico.