Cuando Jayne Goheen quiso comprar ropa para sus hijas gemelas, que este año cumplen cinco años, se sintió frustrada por las escasas opciones disponibles. Era una situación inusual para ella, porque la directora creativa y consultora con residencia en Los Ángeles suele saber dónde comprar. Así es como se hizo de una amplia base de seguidores como una de las blogueras de estilo original. (Su blog de moda y cultura, Stop It Right Now, fue muy popular entre 2009 y 2013).
En lo que respecta a la ropa infantil, no solo faltan opciones, sino que estas parecen situarse en extremos polares. Por un lado, está la estética de “bebé beige triste”, un término utilizado en los últimos años para describir la nueva vibra neutra y minimalista que se hizo popular entre los padres millennials, que cada vez más se inclinan por el beige, el gris y los tonos tierra a la hora de elegir la ropa y otros artículos de sus hijos.
En el otro extremo, hay estilos abiertamente juveniles con colores llamativos que recuerdan a una piñata.
“Mucha ropa infantil es lo que yo llamo la mercadotecnia estadounidense de los cereales: llama mucho la atención, y los colores son siempre alocados o hay algún tipo de gráfico de Marvel”, ríe Goheen. “No pude encontrar nada más intermedio y clásico”.
Goheen recuerda los años en los que sus hijas eran bebés y vestían mamelucos. Ella cree que el reto comienza alrededor de los tres o cuatro años, cuando se necesita ropa más funcional. Esa edad es también cuando los niños comienzan a desarrollar preferencias personales a medida que crece su conciencia del mundo —y de ellos mismos—, añade.
Como madrastra de una niña de siete años, a quien ayudé a criar desde que tenía dos, tengo que estar de acuerdo. Después de sus años de bebé fácil de vestir, llegó su obsesión por los vestidos de princesa de Disney, que usaba con orgullo en el parque infantil. Pero esos vestidos rápidamente perdieron su atractivo porque resultaron ser poco prácticos y le estorbaban cuando trataba de subirse a los juegos.
Entonces, hizo la transición a camisetas y leggings, que comprábamos en tiendas como H&M. Era más fácil moverse con ellos y también se sentían menos valiosos. Incluso si su crecimiento vertiginoso significaba que no le quedaría la ropa ni los zapatos en un año, estos eran baratos y fáciles de reemplazar. Pero ahí también radica el problema: se fabricaban a bajo precio, no eran muy sustentables y no encajaban con los valores de consumo personal.
Esos tampoco son los únicos problemas. En el mejor de los casos, el comercio minorista de moda rápida es anticuado en su enfoque del género (visiten cualquier tienda y verán un rincón con tutús rosas designados para las niñas y otro con camisetas azul marino con estampado de dinosaurios dirigidas a los niños). En el peor de los casos, algunos siguen las tendencias demasiado de cerca y producen versiones de ropa para adultos en tallas infantiles, lo que puede parecer inapropiado. Lo que me lleva a la pregunta de dónde se supone que debemos comprar ropa para los niños.
Goheen, fan de los sitios de segunda mano como eBay y Poshmark, se acostumbró a recorrerlas en busca de ropa para niños.
“Mi filosofía personal es tratar de no comprar cosas nuevas, a excepción de ropa interior y calcetines”, dice. Pero la venta de segunda mano de moda, que en los últimos años se ganó una buena reputación, puede ser un trabajo duro. Los costos de envío varían según el país y no hay garantía de que algo quede bien, lo que no es nada tranquilizador cuando a menudo la devolución del dinero no es una opción.
Es precisamente por eso que el mercado de segunda mano no es para Pernille Teisbaek, una diseñadora y consultora creativa radicada en Copenhague y madre de tres niños y una niña. “Creo que algunas ciudades tienen excelentes tiendas de segunda mano donde puedes ir y probarte la ropa. Mis hijos son bastante grandes, por lo que puede haber dificultades con las tallas”, señala.
lo dice...Mucha ropa infantil es lo que yo llamo la mercadotecnia estadunidense de los cereales
Llama mucho la atención, los colores son siempre alocados ó hay algún tipo de gráfico de Marvel.
“He comprado muchas chamarras Levi’s vintage, por ejemplo, y siempre me quedan demasiado pequeñas”.
Goheen reconoce que sus hijos tienen una altura y un peso convencionales, lo que facilita la tarea de vestirlos. Con experiencia en indumentaria (Goheen trabajó anteriormente en diseño creativo y comunicaciones en Stüssy), también es “bastante hábil” con una máquina de coser y tiene conocimientos sobre tallas. “Si encontrara unos pantalones Dickies en talla 2T, sabría que son demasiado ajustados para mi gusto, así que buscaría unos 5T y simplemente recortaría las piernas o reduciría la cintura. Modifico todo”.
La forma en que Goheen viste a sus hijos, y a sí misma tiene poco que ver con mantener un look determinado y más con la comodidad y el sentido práctico. “Creo que la mayoría de la gente asume que, como soy una persona (del sector) de moda, la mayoría de mis decisiones se basan en la estética”, dice.
“No uso pantalones holgados porque sean geniales; simplemente no me gusta que las cosas se me peguen”. Ella cree que sus hijos piensan lo mismo. “Los Ángeles no es una ciudad como Nueva York; estamos mucho en la naturaleza. Nos gusta estar activos y sucios en exteriores, así que no te pongas ropa que se considera bonita”.
La durabilidad y la funcionalidad también son una prioridad para Teisbaek. “La razón por la que trato de conseguir chamarras de cuero vintage es que el cuero nuevo a veces puede resultar rígido. Pero una vez usado, es muy suave y cómodo de vestir. Eso siempre es lo primero, para mí y para mis hijos. Me aseguro de que puedan moverse y que usen algo que se adapte a sus vidas”. En Dinamarca, comprar ropa de segunda mano es complicado porque hay pocas tiendas físicas que ofrezcan ropa de esta categoría, añade.
Entre los lugares favoritos de Teisbaek para comprar ropa infantil se encuentra Dickies. La cadena de ropa de trabajo forma parte de una oleada de empresas dedicadas a las actividades al aire libre, como Carhartt, que han ido ganando nueva relevancia entre los entusiastas de la moda por sus estilos multifuncionales. “Te los pones todo el tiempo y nunca se rompen”, dice. “Preferiría que mis hijos usaran algo que no les preocupe estropear”. Aunque de vez en cuando le regala a sus hijos la marca premium Bonpoint.
La modelo y directora creativa Tylynn Nguyen, que vive en Calabasas con sus dos hijos y su hija, también es fan de Bonpoint, así como de su homóloga francesa Petit Bateau, pero su favorita actualmente es The Animals Observatory, que ofrece suéteres, faldas y pantalones en colores y estampados de buen gusto. Los padres de la actualidad están “inundados de información”, por lo que ella cree que es importante no dejarse llevar por la compra de ropa infantil elegante. “Se trata de ser inteligente con tus elecciones y, si algo funciona, te quedas con ello”.
Mugwort Mugwort, la tienda en línea de ropa infantil cofundada por Goheen en noviembre de 2023, tampoco se debe pasar por alto. Importa estilos contemporáneos de Corea del Sur a precios razonables— un chaleco de punto cuesta 40 dólares— aunque Goheen espera desarrollar con el tiempo su propia marca. “Mis amigas y otras mamás todavía preguntan dónde se encuentra buena ropa para niños.
Todas estuvimos de acuerdo en que buscábamos algo un poco más económico, pero queríamos algo más que la gama Cat & Jack de Target. Siento que todavía falta eso”.
DJR