Musk, Tesla y la crónica de una venta anunciada

La transacción ya estaba en marcha y era prudente que el hombre al mando retirara algo de efectivo de la mesa

El fundador de la compañía sometió a consenso en Twitter el movimiento accionario. Matt Rourke/AP
Financial Times
Londres /

Elon Musk no necesitaba el consejo del Twitterati para vender las acciones de Tesla. Tenía que pagar una factura de impuestos y la venta ya estaba en marcha. Además, ¿quién no aprovecharía un valor de empresa elevado para un múltiplo de Ebitda (beneficio antes de impuestos) a futuro de 100 veces? Si fue sensato para el fabricante de coches eléctricos captar acciones a valores inflados, es igualmente prudente para el hombre que está al mando sacar algo de dinero de la mesa.

Otros accionistas se preguntarán si deben seguir su ejemplo. El precio de las acciones de Tesla desafía a los escépticos desde hace tanto tiempo que muchos pesimistas se escabulleron. Esta empresa con un valor de mercado de más de un billón de dólares genera ingresos anuales de alrededor de 50 mil millones de dólares. La entrega de unos 210 mil coches por trimestre en 2021 está por debajo de la de General Motors en más de la mitad tras su malogrado tercer trimestre.

Los optimistas apilan las cifras en una mezcla de suposiciones heroicas y esperanza. A medida que todos los conductores buscan vehículos eléctricos, los fabricantes tradicionales han encontrado más fácil seguir al fabricante de vehículos eléctricos. Las acciones de Tesla subieron 50 por ciento en lo que va de año, pero las de Ford —productor en masa de los primeros motores del mundo— aumentaron más del doble.

Supongamos que el crecimiento promedio anual de las entregas de Tesla se mantiene y que los márgenes anuales de Ebitda aumentan en más de los 100 puntos base que suponen las estimaciones del consenso. Esto todavía requiere una gran contribución de los negocios secundarios, como el de la energía, que el año pasado aportó una pequeña cantidad.

Los inversionistas también deben tomar en cuenta el comodín de Musk. El empresario ya se enfrentó a la Comisión de Bolsa y Valores de EU (SEC, por su sigla en inglés) por sus payasadas en las redes sociales. El regulador debe preguntarse si el capitalismo ostensiblemente populista —acudir a Twitter en busca de consejo— equivale a engañar a los inversionistas, puesto que al menos una parte de sus acciones ya se había vendido. Esto es importante, ya que Tesla ofrece tanto bombo y drama como coches. Consideremos el enorme impulso que recibieron las acciones por un pedido potencial relativamente pequeño de la compañía de alquiler de coches Hertz.

Una cuestión secundaria es el uso de los planes 10b5-1, que Musk utilizó para realizar sus ventas de acciones. Introducidos en Estados Unidos hace un par de décadas, estos permiten a las personas con información privilegiada comprar y vender sin infringir las normas de información privilegiada. Pero los estudios académicos muestran que son menos herméticos de lo que pueden ser.

El presidente de la SEC, Gary Gensler, afirma que los planes pusieron al descubierto posibles brechas en el régimen de control de operaciones bursátiles del regulador. Las travesuras de Musk solo pueden acelerar cualquier posible revisión.


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