Cuando China se convirtió en una superpotencia económica, sus bancos y empresas plantaron banderas rojas de cinco estrellas en todo el mundo. Pero en ningún lugar el auge de los negocios chinos causa tanta preocupación a Washington como en América Latina. “Están en la yarda 20 de nuestra patria”, dijo la general Laura Richardson, comandante del Mando Sur de EU.
América Latina posee mucho de lo que el mundo más necesita: litio y cobre para la electrificación, agua dulce y tierra fértil para cultivar alimentos, y lugares para generar energía solar y eólica.
Con deseos de dominar estos sectores, Beijing invierte en consecuencia. El comercio entre China y América Latina pasó de 12 mil 500 millones de dólares (mdd) en el año 2000 a más de 480 mil mdd en 2022. Los bancos estatales de Beijing prestaron más de 136 mil mdd a los países latinoamericanos entre 2005 y 2022.
Muchos latinoamericanos dieron la bienvenida a la llegada de China. Añade una tercera cadena de inversión a un arco que anteriormente se limitaba a Europa y EU, además de un mercado gigantesco para la carne, la soya y los minerales.
Inicialmente distraídos en otra parte, EU despertó ante lo que considera una incursión alarmante de su rival estratégico en su propio territorio.
Una respuesta obvia de EU sería resucitar la visión de la década de 1990 de una única zona de libre comercio en todo el continente americano, pero la hostilidad bipartidista hacia los nuevos grandes pactos lo hace imposible. No obstante, hay una alternativa. En una rara muestra de colaboración, republicanos y demócratas en ambas cámaras del Congreso unieron fuerzas para presentar una legislación que podría dar un impulso útil al comercio y la inversión estadunidense en América Latina.
La Americas Act (Ley de las Américas) daría un nuevo impulso a las hasta ahora flojas iniciativas de asociación económica de la administración Biden. Podría permitir que las naciones latinoamericanas que cumplen con los estándares de democracia, comercio y Estado de Derecho se unan eventualmente al Acuerdo de Libre Comercio entre EU, México y Canadá.
Ampliaría los préstamos estadunidenses en condiciones favorables y ofrecería hasta 70 miles millones de dólares (mdd) para promover la deslocalización de la producción desde China. Una cumbre presidencial bienal daría seguimiento al progreso.
A los países latinoamericanos les gusta la idea. Se dice que la Casa Blanca la apoya. Sin embargo, el proyecto de ley tendrá dificultades para atraer la atención de los legisladores en un año electoral. Los líderes del Congreso deberían lograr que se apruebe. Si EU deja pasar la oportunidad en América Latina, no cabe duda de que China no lo hará.
PRL