OPEP debe adaptarse a una nueva realidad

Los enfrentamientos entre los países productores plantea dudas sobre la capacidad del organismo para estabilizar los precios frente a la transición energética

Arabia Saudita está subiendo su capacidad de 12 a 13 millones de barriles por día. N. Oxford/Reuters
Consejo Editorial
Londres /

A medida que sopla el viento del cambio en la industria del petróleo, los grupos petroleros occidentales por fin comenzaron a reconocer la realidad de la inminente transición hacia una economía baja en carbono. Ahora los países productores de petróleo de la OPEP hacen lo mismo. Las riñas dentro del grupo no son inusuales, pero el colapso de la semana pasada en los esfuerzos por acordar los aumentos de producción parece un poco diferente. Se abrió una brecha entre Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos que plantea un riesgo, al menos, de que estos últimos puedan abandonar el grupo. También plantea preguntas sobre la capacidad del organismo para mantener la disciplina y estabilizar los mercados petroleros a medida que la transición energética cobra impulso.

El más reciente enfrentamiento de la OPEP se produce 15 meses después del último. A medida que el covid aumentaba, Arabia Saudita y Rusia, su socio de la OPEP+, iniciaron una imprudente guerra de precios. Arreglaron las cosas y la OPEP+ se adhirió a los recortes sin precedente de 10 millones de barriles por día para apuntalar los precios del petróleo, que cayeron a mínimos históricos debido al desplome de la demanda.

Poco a poco comenzaron a liberar más barriles al mercado. Riad y Moscú propusieron aumentos mensuales de producción de agosto a diciembre, reduciendo la brecha restante. También buscaron extender el acuerdo de suministro de la OPEP+ más allá de su vencimiento previsto de el próximo abril y hasta el resto de 2022.

Pero comienzan a surgir tensiones sobre cómo responder a la dinámica del mercado en el futuro. Presionados por activistas y accionistas, los grandes grupos petroleros occidentales comenzaron a frenar la nueva producción para reducir las emisiones. Sin embargo, dado que se ha hecho poco para reducir el consumo de petróleo a escala mundial, se prevé que la demanda continúe aumentando durante algunos años —lo que abrirá oportunidades para que las firmas petroleras nacionales cubran la brecha de suministro— antes de que empiece a caer. Ante la perspectiva de que se acerca un pico de demanda, algunos miembros de la OPEP preferirán maximizar los ingresos petroleros mientras se pueda, que dejar recursos en el suelo y arriesgarse a que se conviertan en un activo abandonado.

Los Emiratos Árabes Unidos rompieron filas, oponiéndose a cualquier extensión que no incluya reevaluar su propia asignación de producción. Dice que su cuota, que se estableció el año pasado, no tomó en cuenta su capacidad máxima de producción, por lo que tuvo que recortar el suministro en una proporción mayor que otros. Los Emiratos ya invirtieron miles de millones de dólares en aumentar su capacidad a cerca de 4 millones de barriles por día ahora, y a 5 millones de barriles por día previstos en el futuro. Abu Dabi considera que maximizar la producción a corto plazo es vital para asegurar su futuro en la etapa posterior al petróleo: para pagar las refinerías y las plantas petroquímicas que agregarán más valor a su extracción de crudo y financiar la diversificación lejos del petróleo. Otros miembros más de la OPEP, como Irak, en privado estarán felices de abrir la producción ahora.

Arabia Saudita favorece los aumentos controlados de la producción para garantizar que los precios no se disparen mientras la economía global se recupera y asuste a los países consumidores para que cambien a las energías renovables. Pero quiere precios tan altos como para llenar las arcas del gobierno y alentar la inversión para satisfacer la demanda antes del pico, por temor a que se produzca una contracción. Está subiendo su propia capacidad de 12 a 13 millones de barriles por día.

Después de su tropiezo inicial, la OPEP+ respondió bien a la crisis del año pasado que, pese a su profundidad, resultó del tipo de crisis de demanda de corta duración para la que está mejor preparado para lidiar. Una caída sostenida de la demanda a medida que se afianza el paso a cero neto le dará a algunos miembros de la OPEP un mayor incentivo para aumentar su participación que para estabilizar el mercado. Ese puede ser un desafío que puede ser más difícil de manejar para el grupo.


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