Pese a fallas, aún es mejor democracia a autocracia

Opinión. El gran argumento a favor no es que produzca un buen gobierno, sino que evitará uno terrible, y habrá debate abierto, soltura para protestar, medios de comunicación libres e instituciones independientes

Bajo el mandato de Narendra Modi, en India han retrocedido los derechos políticos y civiles. ANUSHREE FADNAVIS/REUTERS
Martin Wolf
Londres /

La semana pasada hablé del mal estado de la democracia en una conferencia en línea de una organización de medios india. Después de mi presentación, uno de los asistentes me preguntó por qué debía interesarles la democracia a los indios. ¿No era una idea occidental impuesta al resto del mundo? ¿No estarían mejor los países en desarrollo con autocracias tradicionales?

La pregunta me inquietó porque el hecho de que un miembro de la élite educada de India la formule en un foro público dice mucho, pero me alegra porque sé que ahora son muchos los que se la plantean, y no solo en los países en desarrollo. El atractivo de la tiranía es cada vez mayor.

“Freedom in the World 2024”, un informe del grupo de reflexión independiente Freedom House, indica que “la libertad global disminuyó por decimoctavo año consecutivo en 2023”. En la última década, se produjeron grandes retrocesos en los derechos políticos y civiles en muchos países en desarrollo. Bajo el mandato de Narendra Modi, India es, por desgracia, uno de esos países.

¿Esas caídas tal vez son un precio que vale la pena pagar por un desarrollo económico más rápido? A grandes rasgos, parece inverosímil. Si dejamos de lado unos cuantos países ricos en recursos y Hong Kong y Singapur, los más ricos del mundo son democracias liberales. ¿Esto es un accidente?

Sin embargo, los escépticos podrán seguir argumentando que la democracia no es la mejor manera para que los países pobres se vuelvan más ricos. Pueden señalar, por ejemplo, el sorprendente historial de crecimiento de China en los últimos 40 años; sin embargo, la evidencia no respalda esta opinión. En un artículo de 2019, “La democracia sí causa crecimiento”, de Daron Acemoglu y otros, sostiene que “la democracia tiene un efecto positivo económica y estadísticamente significativo en el producto interno bruto per cápita futuro”. Por tanto, “el PIB a largo plazo aumenta entre 20 y 25 por ciento en los 25 años posteriores a una democratización”. Y lo que es más importante, esto también se aplica a los países que se encuentran en las primeras fases de desarrollo.

Puede decirse que es mucho más importante, como señala Carl Henrik Knutsen en una nota informativa de 2019 para el Instituto V-Dem, que los resultados de la autocracia muestran una varianza mucho mayor. Así, cuando los autócratas son buenos, pueden ser muy buenos, pero cuando son malos, son horribles. Stalin, Hitler, Pol Pot y Mao Zedong mataron a millones de personas. Es posible que lo hicieran porque querían o porque no les importaba. La cuestión es que la autocracia es un gobierno que no rinde cuentas y, por tanto, pueden hacer cualquier cosa.

En un brillante artículo reciente, el historiador Timothy Snyder argumenta que “el gobierno de un autócrata es una fantasía. Para esto es esencial la idea de que un hombre fuerte será tu hombre fuerte. No lo será. En una democracia, los representantes electos escuchan a los electores. Damos esto por sentado e imaginamos que un dictador nos debe algo, pero el voto que le das confirma tu irrelevancia. La cuestión es que el hombre fuerte no nos debe nada. Nos maltratan y nos acostumbramos”.

Es incluso peor que esto. El aspirante a tirano no es un ser humano normal. Casi siempre lo consume el deseo de poder. Una vez que consigue lo que busca, ¿cómo deshacerse de él si se vuelve loco? ¿Cómo se puede preservar la integridad de las instituciones centrales frente a él? ¿Cómo se puede manejar la sucesión? Sabemos que una monarquía constitucional puede funcionar. Sabemos que a un autócrata le puede ir bien en un país pequeño, como Singapur, si reconoce que para ello se requiere el estado de derecho y derechos de propiedad seguros. Sabemos que en Corea del Sur y Taiwán, los autócratas supervisaron el inicio de un rápido desarrollo. También sabemos que China tenía, en Deng Xiaoping, un líder que no estaba borracho de poder personal. Así que, como dicen los chinos, se puede tener un “buen emperador”, pero, ¿qué hacer si, como sucede tantas veces, se tiene uno malo?

La democracia previene estos terribles resultados porque incorpora métodos de corrección. Incluso si una democracia tiene derechos civiles, políticos y legales inadecuados, como ocurre en demasiadas de ellas, las elecciones aún pueden marcar la diferencia. Así ocurrió en Polonia el año pasado y, ahora mismo, en Turquía. El hecho de que haya elecciones también es una limitación en India. En los sistemas parlamentarios, los miembros del parlamento también pueden rebelarse, como lo hicieron en Reino Unido contra Boris Johnson y Liz Truss.

El gran argumento a favor de la democracia no es que producirá un buen gobierno, sino que evitará uno terrible, que es lo peor que pueden tener las sociedades, excepto la anarquía. Mientras más completo sea el conjunto de derechos, más poderosas serán las limitaciones: entonces habrá debate abierto, libertad para protestar, medios de comunicación libres e instituciones independientes.

La democracia siempre es frágil porque algunas personas quieren ser tiranos y demasiadas quieren confiar en ellos. Esto también es más probable si las democracias no consiguen proporcionar los bienes que la gente desea: un sentimiento de pertenencia, de seguridad, de ser valorados. Como argumenta Yascha Mounk en su libro The Identity Trap, las democracias son más frágiles en sociedades más desiguales y diversas porque los tiranos potenciales se aprovechan de esas divisiones. De hecho, es difícil crear democracias liberales en este tipo de sociedades, como argumentan Sharun Mukand, de Warwick, y Dani Rodrik, de Harvard, en The Political Economy of Liberal Democracy.

Mi interlocutor tenía razón: la democracia es una innovación reciente, pero también estaba equivocado, pues eso no significa que no sea valiosa. Esto es cierto aunque las democracias sean imperfectas y las autocracias a veces funcionen durante un tiempo. La democracia ofrece rendición de cuentas a los gobiernos y voz a los ciudadanos. Eso es mucho mejor para nosotros que atender a los caprichos de los déspotas.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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