El año 2020 será recordado como la peor recesión desde la Depresión. Los brotes verdes de crecimiento en el verano fueron aplastados por una segunda ola de la pandemia que no discriminó entre ricos y pobres, con lo que los países de bajos ingresos fueron los más golpeados económicamente.
Con la promesa de una vacuna y un consenso político para reconstruir la economía global y detener las perjudiciales réplicas, se proyecta que 2021 sea el año de la recuperación. En el centro de este esfuerzo se encuentra el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los encargados de formulación de políticas financieras.
Como directora general de fondo, Kristalina Georgieva se mantuvo al tanto del pulso de la economía mundial a lo largo de la crisis del covid, señalando los problemas tan pronto como se pudieron abordar, sobre todo para los países vulnerables y los mercados emergentes.
Su mensaje es optimista pero cauteloso. “Las vacunas son maravillosas, pero no son una varita mágica”, advierte. La recuperación se aproxima, pero será parcial y desigual. Para tener éxito, debe contar con el apoyo de una acción decidida y unificada de todos los sectores. Ese tipo de cooperación puede lograr una tasa de crecimiento de la economía mundial de 5.2 por ciento, un salto significativo en comparación con la de -4.4 por ciento que espera el FMI para el año pasado.
En una entrevista con Martin Wolf, el comentarista principal de economía de Financial Times, la directora dice que una salida perdurable de la crisis de depende de dos cosas. En primer lugar, no retirar prematuramente las políticas de apoyo, sino inyectar estímulo donde sea necesario. Y en segundo lugar, asegurar que las vacunas estén disponibles en todas partes, lo más rápido posible.
Un nuevo estímulo puede anunciar un año “de transformación” para la economía climática, y nuevas oportunidades de inversión en creación de empleos, sobre todo en el sector de habilidades digitales. Sin embargo, será primordial endurecer las políticas en torno a los intermediarios financieros no bancarios, así como actuar rápido para reestructurar la deuda y reducir al mínimo las quiebras.
En el lado positivo, el FMI tiene una poderosa capacidad de un billón de dólares desde la crisis financiera de 2008, de los cuales desplegó hasta el momento 102 mil millones de dólares en la pandemia. Pero Georgieva tiene una preocupación en particular, dice, es el cabildeo: “No toques mi banco. Sí, es débil, no lo toques”.
Martin Wolf (MW): Tuvimos la montaña rusa más extraordinaria en 2020, un año increíble. Siento un retorno del optimismo. La gente empieza a pensar que tal vez tengamos esto bajo control desde el punto de vista de la pandemia en 2021 y entonces la economía regresará. ¿Como ves esto?
Kristalina Georgieva (KG): Proyectamos -4.4 por ciento (de crecimiento en 2020), alrededor de este número. Recibimos buenas noticias en el tercer trimestre después de un primer semestre devastador, pero luego nos golpeó una segunda ola en muchos lugares y le cayó nieve a los brotes verdes de la recuperación.
Estamos entrando en 2021 con un impulso de recuperación más débil, pero con la promesa de las vacunas para anclarnos a lo que hemos proyectado para 2021: un año de recuperación desigual. Y, sin embargo, la recuperación.
Proyectamos un crecimiento de 5.2 por ciento para 2021, sobre la base del supuesto de que el próximo año se producirá una salida duradera de la crisis sanitaria. Con las vacunas, este parece ser el escenario más probable.
Pero permítanme señalar un punto muy importante. Las vacunas son maravillosas, pero no son una varita mágica. Tardarán en aplicarse en todo el mundo, y es por eso que nuestros principales mensajes para 2021 son dobles.
En primer lugar, no retirar las políticas de apoyo de manera prematura. No es lo mismo tener vacunas que aplicarlas universalmente. Y en segundo lugar, actuar con decisión para que las vacunas estén disponibles en todas partes, para todos, porque esto es lo que traerá una salida duradera.
Si aplicamos las vacunas universalmente lo más rápido posible, daremos un impulso a la producción mundial de 9 billones de dólares entre ahora y 2025, nada despreciable. En resumen, se aproxima una recuperación parcial desigual. Podemos impulsarla cooperando y actuando juntos.
MW: ¿Tienes la sensación de que habrá cambios políticos hacia la cooperación global, en particular sobre las vacunas, y que se mantengan las políticas de apoyo, sobre todo en los países desarrollados?
KG: Permíteme dar crédito a quien corresponde. El año pasado vimos una cooperación notable entre los bancos centrales y las autoridades financieras. No les hemos dado el suficiente reconocimiento por lo que han hecho para actuar de manera sincronizada y poner el piso bajo a la economía.
Nos ayudó a nosotros, el FMI, a hacer nuestro trabajo para los países de bajos ingresos. Triplicamos el financiamiento en condiciones favorables y eso fue un salvador para muchas economías en momentos difíciles.
Dicho esto, hay dos áreas de cooperación para 2021. Una es las vacunas. El argumento es claro, pero las vacunas no se inyectan solas. Requieren sistemas de salud. Y recordemos, en muchos países en desarrollo, los sistemas de salud son débiles, por lo que el mundo necesita apoyar a los países de bajos ingresos de manera decisiva.
Tenemos que construir un sistema de salud global que haga que las personas sean más resistentes a las conmociones futuras, porque —permíteme ser franca— esta no será la única emergencia sanitaria. Sabemos que con la crisis climática, las personas resilientes serán muy esenciales.
Y dos, esta crisis no va a eliminar mágicamente todas las cicatrices que causó. Los niveles de deuda son altos, la deuda corporativa es alta, el endeudamiento oficial es alto y, una vez que se retiren las políticas de apoyo, no todos podrán pasar al otro lado de la crisis.
Una cooperación global para asegurar que somos resilientes y nuestras cicatrices sean lo más limitadas posibles será esencial.
MW: Al final, ¿no es inevitable que haya algunas cicatrices globales, con muchos países más pobres de lo que esperábamos o teníamos la esperanza que fueran, cuando hicimos los pronósticos en 2019?
El FMI elaboró un pronóstico en octubre que mostró que sus expectativas para 2025 son ahora peores, no colosales o catastróficas, sino peores para todas las regiones, de lo que eran un año antes.
KG: Sí, por supuesto. Le pedimos a los productores que no produzcan, a los consumidores que no consuman. Hicimos que se contrajera la economía en 2020. En 2021, la recuperación no hará que lleguemos a los niveles anteriores a 2019.
Permíteme recordarles que no estábamos en buenas condiciones en 2019. Teníamos baja productividad, bajo crecimiento. Mi primer discurso como directora (del FMI) fue sobre la desaceleración sincronizada. Teníamos desigualdad y una crisis climática inminente. Nada de esto ha desaparecido.
Proyectamos una pérdida total de producción de 28 billones de dólares para 2025. En otras palabras, vamos a ser algo más pobres de lo que hubiéramos sido sin esta crisis. Y esta es exacta la razón por la que es primordial actuar con decisión y juntos. Los responsables de la formación de políticas tienen herramientas.
Número uno, pueden inyectar estímulos en la economía para ponerla en una trayectoria diferente en términos de productividad y creación de empleo. Ahora sabemos que ya llegó el futuro digital, pero no llegó para todos. Los responsables de la formulación de políticas pueden hacer mucho para ampliar el acceso a la economía del conocimiento a más personas y empresas, y en todos los países. Esta es una valiosa inversión que debemos hacer en la transformación digital y las habilidades.
Y número dos, podemos usar 2021 como el año de transformación hacia la nueva economía climática. Y la inversión climática puede generar muchos puestos de trabajo y vaya que los necesitamos. Tan solo en el turismo, las proyecciones son que pueden desaparecer 120 millones de puestos de trabajo debido a la pandemia.
Si los encargados de la formulación de políticas estuvieran decididos a invertir en una recuperación verde, significará invertir en construcción de instalaciones, movilidad eléctrica, reforestación y restauración de manglares.
MW: Hay una expectativa general de que habrá muchas deudas incobrables en el sector privado. Las empresas pidieron préstamos. Muchos gobiernos apoyaron su endeudamiento, pero van a salir con un gran sobreendeudamiento.
Y luego, nos preocupa el estado de los intermediarios financieros. Cuando entramos, la gente pensaba que los bancos estaban en muy buenas condiciones, pero si hay muchas deudas incobrables entre sus solicitantes de préstamos, es probable que afecte sus balances.
¿Qué tan preocupados debemos estar de que vamos a tener réplicas en forma de sobreendeudamiento, incumplimientos de pagos, inversión suprimida?
KG: Calculamos que los déficits en relación con los requisitos obligatorios de capital serán del orden de 220 mil millones de dólares. En la escala del sistema financiero mundial, esto es manejable. Así que estamos en un lugar resiliente, pero no podemos dar por sentada la estabilidad financiera.
Quiero enmarcar tres asuntos con los que los responsables de la formulación de políticas tienen que luchar. Uno, bajas (tasas de interés) durante más tiempo. Es por eso que podemos cargar con tantas deudas sin rompernos la espalda. Sin embargo, bajas tasas durante más tiempo crea sus propios problemas, ya que exacerba la asunción de riesgos. Las empresas y los gobiernos se sienten más cómodos para pedir prestado de lo que deberían. Y ese es un riesgo que señalamos recientemente en el artículo: Low for Long and Risk-Taking (Bajas por mucho tiempo y asunción de riesgos). Obviamente, necesitamos (políticas) macroprudenciales sólidas, pero también necesitamos incentivos para un buen comportamiento.
Dos, debido a las bajas tasas de interés, los bancos son menos rentables. Cuando son menos rentables, vemos menos apetito por prestar. Esa es la razón por la que tenemos que inyectar un impulso de crecimiento porque, de lo contrario, veríamos un problema en el servicio que deben brindar.
Y el tres es algo que dijiste bien: los intermediarios financieros no bancarios. Eran el asunto pendiente después de la crisis financiera. Recuerdo que tuve una charla informal con Randy Quarles (vicepresidente de la Reserva Federal de EU) en enero. Y esto es de lo que hablamos, que los intermediarios financieros no bancarios no están bien regulados y las políticas que se les aplican no son fuertes.
En marzo vimos evidencia de que no están en la mejor forma. Los bancos centrales redoblaron esfuerzos, hicieron lo que había que hacer. Sin eso, nos habríamos metido en problemas. Y ahora la Junta de Estabilidad Financiera presenta su revisión integral de la agitación del mercado de marzo.
Ya hay algunos países donde el problema de la deuda corporativa es grave. Y en algunos de bajos ingresos y mercados emergentes con bases débiles, el nivel de deuda pública es muy alto. En algunos casos, insostenible.
Entonces, ¿cuál es nuestro consejo? Enfrentarlo. Actuar con decisión en la reestructuración de la deuda. Actuar con decisión anticipando que habrá quiebras. Minimizar esas quiebras. Y cuando sucedan, tener el mecanismo de resolución en su lugar.
Lo que más me preocupa es el cabildeo. No toques mi banco. Sí, es débil, no lo toques. Tiene que haber una posición avanzada, enfrentar estos problemas antes de que se conviertan en un punto amargo. A medida que el apoyo comience a desvanecerse, veremos aparecer estos problemas. Recuerda a Warren Buffett, cuando baja la marea, vemos quién ha...
MW: Estado nadando desnudo.
KG: Ha estado nadando desnudo, exactamente.
MW: Ya que has estado hablando de los mercados emergentes, ¿deberíamos esperar una ola significativa de incumplimientos de pagos soberanos? Ya tenemos algunos. Hay reestructuraciones, especialmente Argentina.
KG: Tuvimos dos reestructuraciones, Ecuador y Argentina. Y tenemos a Zambia. Hay dos factores muy importantes que hay que tener en cuenta. Uno, muchos mercados emergentes aprendieron lecciones de las crisis anteriores. Construyeron colchones sólidos, crearon bancos centrales, supervisores y reguladores independientes, con buena reputación y respetados.
En esta crisis, se apresuraron a volver a pedir préstamos a tasas de interés bajas. Algunos de ellos adoptaron algunas medidas de política monetaria no convencionales, y hasta ahora vemos que la reacción del mercado es positiva.
Finalmente, el G20, incluida China, acordaron actuar juntos. Le dieron al fondo un mandato, y el mandato es elaborar programas para países con deuda insostenible para que podamos reducirla a niveles sostenibles.
MW: Después de que se asiente el polvo, ¿crees que vamos a querer cambiar la posición relativa de los bancos y las instituciones financieras no bancarias? ¿O realmente queremos que más o menos sigan haciendo lo que están haciendo de maneras diferentes pero relacionadas?
Y si lo hacemos, ¿significa esto que vamos a tener que crear un sistema global de regulación financiera completamente nuevo que abarque a los bancos y a las instituciones no bancarias básicamente de manera similar?
KG: Los bancos y los intermediarios financieros no bancarios desempeñan un papel importante. No solamente se complementan entre sí, sino que amplían las opciones al tener esta diversidad de roles. Por lo tanto, no hemos celebrado ningún debate en torno a que uno absorba al otro ni a la modificación de los mandatos.
Quiero elogiar a mis colegas del fondo, Tobias Adrian (el director de mercados monetarios y de capitales del FMI) y su equipo, por señalar pronto este problema de los intermediarios financieros no bancarios como asunto pendiente.
Es absolutamente primordial establecer una política estricta en torno a los intermediarios financieros no bancarios. Ahí es donde creemos que tenemos que concentrarnos.
¿Necesitamos un sistema global? (Lo que) realmente veo, y puedo ser una minoría en ese sentido, es que desde la crisis financiera mundial, se produjo una acumulación en tres áreas. En primer lugar, es que los países acumularon fuertes colchones, los bancos centrales acumularon reservas. Ahora tenemos entre 11 y 12 billones de dólares en reservas.
En segundo lugar, desarrollamos la capacidad institucional para la coordinación y la toma de decisiones a nivel mundial, y el Consejo de Estabilidad Financiera desempeña un papel muy importante en eso. Y en tercer lugar, el FMI redobló nuestra capacidad financiera. Ahora tenemos 1 billón de dólares para desplegar, y la combinación de esas tres áreas es lo que nos hace tan resilientes.
Si observamos la historia de esta crisis hasta el momento, sí, desplegamos 102 mil millones de dólares. Lo que es más interesante es que 82 países se beneficiaron de nuestro apoyo. Esto nunca había ocurrido antes.
Pero todavía tenemos hasta 1 billón de dólares. Si tomamos los compromisos preexistentes, todavía tenemos una capacidad de 730 mil mdd. Lo que esto nos dice es que esta forma de clasificación hizo que la economía mundial sea más resiliente. Y creo que tenemos que seguir desarrollándola.