Ferdinand Piëch, el ingeniero talentoso pero implacable que transformó a Volkswagen en el mayor grupo automotriz del mundo por ventas y una compañía acosada por escándalos, murió a los 82 años de edad.
Piëch, nieto del diseñador del Beetle (Vocho) y fundador del fabricante de autos deportivos del mismo nombre, Ferdinand Porsche, reunió a VW y Porsche haciéndolos parte de un imperio de 12 marcas que se extendió desde Lamborghini hasta Skoda.
Nombrado ejecutivo de automóviles del siglo en 1999, Piëch estuvo en el centro de la industria automotriz alemana por cinco décadas, encabezando la competencia de automovilismo en Porsche en la década de 1960, convirtiendo a Audi en un verdadero competidor de lujo para Mercedes y BMW en las décadas de 1970 y 1980, y revivir a VW en las de 1990 y 2000.
Pero su actitud fría y su estilo de liderazgo a menudo despiadado contribuyeron, según los críticos, a tres grandes escándalos en VW en los últimos 30 años, que culminaron en la crisis de la compañía en 2015 por las emisiones de diésel. El semanario alemán Der Spiegel describió una vez la vida laboral en VW como “Corea del Norte sin los campos de trabajos forzados”.
La muerte de Piëch la confirmó su viuda Ursula, quien dijo que murió “repentina e inesperadamente”. Los medios alemanes dijeron que se colapsó en un restaurante.
Richard A Johnston, en su libro de 2005 Six Men Who Built the Modern Auto Industry (Seis hombres que construyeron la industria automotriz moderna), dijo que Piëch, “más que cualquier otro, promovió y mantuvo la ventaja técnica de Europa sobre el resto del mundo automotriz en la segunda mitad del siglo XX”.
Piëch nació en 1937 en Viena con “gasolina en la sangre”, como escribió en su libro de memorias, con el título apropiado de Auto.Biographie. Su madre, Louise, era hija de Ferdinand Porsche, quien diseñó el Beetle (Vocho) a petición de Hitler, mientras que su padre, Anton Piëch, dirigió la principal fábrica de VW para los nazis durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial.
En 2012, nominó a su esposa Ursula, la ex niñera de la familia y 19 años menor que él, a la junta de supervisión de VW. “Una profesora de jardín de niños con calificaciones adicionales en administración y derecho (actualmente no trabaja)” fue cómo VW describió sus cualidades en una carta a los accionistas.
Para entonces, el control de Piëch sobre VW parecía casi total, ya que sus parientes se habían convertido en los mayores accionistas del grupo automotriz después de un complicado acuerdo en el que también compró Porsche.
Aún así, su permanencia en VW en parte quedó eclipsada por una serie de escándalos que tanto críticos internos como externos atribuyeron al sistema que desarrolló Piëch, en el que administraba la compañía estrechamente con los trabajadores. En 1993, se robó a un alto ejecutivo de GM, lo que provocó un torrente de insultos y demandas por presunto espionaje corporativo. Un segundo escándalo, esta vez relacionado con el soborno y que VW supuestamente pagó por prostitutas e incluso Viagra para los trabajadores, estalló en 2005. Piëch admitió que hubo “irregularidades” pero dijo que no tenía conocimiento de ellas.
Lo más grave de todo fue el escándalo de las emisiones de diésel en 2015, solo unos meses después de que se destituyó a Piëch como presidente luego de una lucha en la junta de administración con su antiguo acólito y luego director ejecutivo Martin Winterkorn.
Nunca se ha explicado completamente lo que sucedió entre Piëch y Winterkorn que condujo a la abrupta salida del presidente de VW en 2015 justo antes del escándalo. La paranoia en ese momento en Wolfsburgo, hogar de la sede de VW, fue que Piëch había filtrado el escándalo para derribar a su adversario.
Según varias entrevistas, tenía 12 o 13 hijos con tres, cuatro o más mujeres. Ursula le dijo a la agencia de noticias alemana DPA: “La vida de Ferdinand Piëch estuvo marcada por su pasión por los automóviles y por los trabajadores que los hicieron. Fue un ingeniero entusiasta y amante de los coches hasta el final”.