Elon Musk, el jefe de Tesla, innovador de los viajes espaciales y el hombre más rico del mundo, utiliza muchos sombreros. Pero su deseo de convertirse también en un magnate de los medios de comunicación del siglo XXI lo obligó a asumir el papel de un tiburón corporativo del siglo XX, al presentar una oferta de adquisición hostil de Twitter por un valor de 43 mil millones de dólares (mdd), días después de dar marcha atrás en su decisión de aceptar un puesto en el consejo de administración. En un paso igualmente retrógrado, la plataforma de redes sociales respondió con la denominada píldora venenosa. Se trata de la opción nuclear: una defensa eficaz, pero en última instancia desagradable.
Las píldoras venenosas son conocidas como planes de derechos de los accionistas, implican que una empresa ofrece a los inversores existentes (aparte de un postor hostil) la opción de comprar acciones adicionales con un descuento si se produce un evento determinado. El efecto es que se produce una gran reducción del valor de cada acción, incluida la participación del postor hostil. La activación del dispositivo hace imposible que el postor hostil se apodere del control de la empresa.
La cuestión más importante es si Musk puede hacerlo. Enfrentado a una píldora venenosa de un año de duración que se administrará si compra más de 15 por ciento de Twitter —actualmente posee 9 por ciento— sus opciones son limitadas. Podría intentar persuadir a los grandes inversores para que sustituyan a los miembros del consejo de administración o podría apelar directamente a los accionistas mediante una Oferta Pública de Adquisición, lo que requiere dinero. Un críptico tuit de Musk sugiere que prefiere esta última opción. El hombre más rico tiene poco efectivo. Gran parte de su riqueza está invertida en acciones de Tesla, con límites en cuanto a la cantidad que puede ofrecer como garantía para un préstamo.
Los bancos tradicionales se muestran cautelosos, mientras que las empresas de capital de riesgo se sienten desanimadas ante las escasas utilidades de Twitter. Musk se siente más atraído por su importancia que por su capacidad de generar dinero.
Para Twitter esta batalla por la adquisición de la compañía es, hasta ahora, una cuestión de posturas. Ninguna píldora venenosa se ha activado deliberadamente. El financiamiento de Musk, así como sus verdaderas intenciones, siguen siendo poco claras. Pero que a una empresa como Twitter, la saque del escrutinio de los mercados públicos uno de los usuarios más controvertidos de la plataforma es una perspectiva no deseable en un mundo sin reglas en torno a la propiedad de las redes sociales. Es una pena que Twitter no tenga un botón de no me gusta.
srgs