Monterrey se enriqueció gracias al libre comercio norteamericano. Los parques industriales que atienden a algunas de las compañías más grandes del mundo se alinean frente a la autopista de seis carriles que lleva al aeropuerto, mientras que los elegantes rascacielos de la ciudad se extienden por una zona cada vez mayor entre las montañas.
Los regiomontanos, como se conoce a los lugareños, son prácticos y emprendedores, o como dijo un ejecutivo: “Mientras otros lloran, nosotros vendemos los pañuelos”. Algunos admiran la línea a favor de las empresas y contra lo “progre” del presidente Donald Trump.
Por eso los líderes empresariales de Monterrey creen que pueden resistir las amenazas de Trump de poner fin al acuerdo de libre comercio que vincula a México, EU y Canadá.
Julio Escandón, director ejecutivo de Banco Base, indicó que no había visto una caída en la demanda de préstamos. “Lo que aprendí de las conversaciones con hombres de negocios que trabajan con compañías extranjeras aquí es que eso no va a suceder”, dijo sobre las amenazas de Trump de imponer aranceles generalizados.
Los gravámenes dirigidos a sectores específicos son posibles, añadió, “pero un arancel generalizado de 25 por ciento es insostenible a mediano y largo plazo”.
Trump anunció tarifas de 25 por ciento a todas las importaciones mexicanas y canadienses el 1 de febrero, pero luego puso en pausa la medida durante un mes después de que los líderes de ambos países prometieran en el último momento reforzar la seguridad fronteriza y acabar con el narcotráfico.
El domingo pasado, Trump dio un nuevo paso, prometiendo un arancel de 25 por ciento a todas las importaciones de acero y aluminio, incluidas las de México.
Sin embargo, los líderes empresariales de Monterrey, donde los fabricantes producen todo tipo de cosas, desde Lego hasta televisiones y autopartes para la exportación, confían discretamente en que prevalecerá la lógica económica del libre comercio norteamericano.
México es ahora el socio comercial más grande de EU, y el año pasado exportó bienes por valor de 500 mil millones de dólares.
Los directores ejecutivos mexicanos no quisieron que se les citara por su nombre en el delicado tema de los aranceles estadunidenses, prefiriendo dejar en manos del gobierno el tema mientras continúan las negociaciones con Washington, pero una cabildera empresarial de la ciudad señaló: “Ya pasamos por una administración Trump antes”.
Recordó que durante su primer mandato, el presidente estadunidense prometió cerrar la frontera mexicana, pero luego cedió cuando México adoptó la línea dura que quería sobre la migración. “Tendremos sustos de vez en cuando, pero al final México es el país que más le importa a EU, y Trump lo sabe”.
Emilio Cadena, director ejecutivo de Prodensa, que ayuda a las compañías extranjeras a establecerse en México, dijo que si bien algunas empresas se encuentran en el modo de “esperar y ver”, la mayoría de los inversionistas siguen adelante con sus planes. Algunas empresas, dijo, están pensando en trasladar su producción a la región e invertir tanto en EU como en su vecino. “México es un facilitador de la reindustrialización en Estados Unidos”, señaló.
Un orador en una conferencia reciente de la Cámara de Comercio de EU en la ciudad incluso bromeó diciendo que “Trump fue el mejor presidente que tuvo México”, refiriéndose a la inversión relativamente sólida que México atrajo durante su primer mandato, dijo una persona que asistió.
Las primeras medidas de Trump en su segundo mandato todavía provocaron un cierto grado de preocupación. “Nadie esperaba que Trump estuviera tan cerca de imponer aranceles”, dijo un financiero de Monterrey, señalando que el presidente estadunidense llegó al extremo de firmar la orden ejecutiva para implementar los aranceles, antes de dar a México y Canadá un respiro temporal.
Juan Carlos Baker, un ex negociador comercial mexicano, dijo que el enfoque de Trump en sus conversaciones de segundo mandato con México “es diferente al del primer mandato, cuando Trump quería destruir el TLCAN”, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que fue reemplazado por el actual acuerdo T-MEC.
“Ahora los aranceles son un castigo, y temo que en el futuro el nivel de aranceles dependerá de si México hace lo que EU quiere en materia de migración, seguridad y fentanilo. Esto puede ser muy subjetivo”.
Algunos ejecutivos dijeron que sus negocios sobrevivirían incluso si Trump finalmente llega a imponer aranceles más altos a México. Los costos de mano de obra en Texas son varias veces más altos que los de México, lo que los lugareños creen que le da a su país una ventaja competitiva duradera.
El salario promedio en la industria de fabricación en el estado de Nuevo León, donde Monterrey es la capital, es de alrededor de 33 dólares por día, según datos del gobierno estatal; en Texas es de 292 dólares por día, según el Banco de la Reserva Federal de San Luis.
“Todos los empresarios estadunidenses presionan a Trump para que no rompa sus cadenas de suministro”, dijo el financiero de Monterrey. “Son nuestros aliados”.
No todos comparten el optimismo de los regiomontanos. Alrededor de 900 kilómetros más al sur, en Ciudad de México, los que están inmersos en la política están preocupados. “El hecho de que hay una fuerte lógica económica para mantener el libre comercio de América del Norte no significa que eso sea lo que Trump va a hacer”, dijo un ex funcionario mexicano. “Los populistas no siempre siguen la lógica económica”.
Algunos empresarios de Monterrey creen que la presión estadunidense sobre la presidenta, Claudia Sheinbaum, para obtener resultados contra los cárteles del narcotráfico puede ayudar a México si mejora la seguridad, pero su principal preocupación es convencer a Trump de que debe ver a México como un aliado en la lucha contra su mayor enemigo, China.
Escandón, de Banco Base, cree que Trump al final se verá influenciado por el argumento de que China es un problema mucho mayor para EU. Las empresas estadunidenses que tienen el oído del presidente, como Tesla, de Elon Musk, saben que “la única forma de competir con China es poner una planta en México”, dijo.
Máximo Vedoya, presidente del grupo de cabildeo industrial Caintra, en Nuevo León, dijo que Trump tiene razón al plantear el tema de la competencia comercial desleal china.
Pero agregó: “¿Por qué tomar medidas contra Canadá y México cuando el enemigo común es China? Las cadenas de valor integradas de América del Norte son la mejor manera de combatir a China. Si perdemos esa cadena de suministro, los empleos no irán a Estados Unidos, irán a países como India, Vietnam y Malasia”.