La temporada de huracanes del Atlántico, que comienza en junio y dura hasta noviembre, ya llegó. Los propietarios de vivienda en las costas tienen razones para estar preocupados. Lo mismo ocurre con los accionistas.
Hasta hace poco, las reaseguradoras y los bancos han asumido la mayor parte del riesgo del cambio climático en el mercado. Ahora las cosas están cambiando. Las empresas individuales son consideradas explícitamente responsables de los riesgos del calentamiento global. Un tribunal de La Haya ordenó a Royal Dutch Shell que reduzca sus emisiones. La Agencia Internacional de Energía (AIE) dice que los grupos de energía deben detener nuevos proyectos de petróleo y gas para alcanzar emisiones netas cero para 2050.
De hecho, las sanciones de mercado para las compañías que toman malas decisiones de riesgo en torno al clima son más amplias de lo que podríamos pensar. Un informe de Pentland Analytics, “Riesgo, Reputación y Rendición de Cuentas”, analizó varios desastres extremos, incluida la temporada de huracanes de 2017, que fue la más cara de Estados Unidos (EU).
Deborah Pretty, la autora, examinó las compañías que cotizan en EU con ingresos anuales superiores a los 5 mil millones de dólares (mdd) que revelaron daños financieros causados por los huracanes Harvey, Irma y María. Al hacer un modelo de la reacción del precio de las acciones a lo largo del año, encontró un descuento promedio de 5 por ciento en el Índice S&P 500, el equivalente a 18 mil mdd en valor perdido para los accionistas.
Pretty investigó a empresas que tenían más de 10 por ciento de los valores globales de sus propiedades aseguradas en una zona afectada, para ver qué precauciones habían tomado, como protección contra inundaciones o vientos.
¿La conclusión? Las percepciones del mercado sobre los resultados adversos de ese tipo de desastres naturales “cambiaron de mala suerte a mala gestión”, dice Pretty. Ahora los precios de las acciones reflejan si la alta dirección se está tomando en serio el riesgo del cambio climático o no. De hecho, la investigación muestra que las empresas con mejor rendimiento son aquellas que consideran que la resiliencia es más importante que una oportunidad de balance. En otras palabras, toman todas las acciones posibles para mitigar dicho riesgo, incluso si los modelos muestran que el riesgo es leve.
Esto podría desconcertar a los economistas. Es parte del argumento a favor de la resiliencia sobre la “eficiencia” económica, que está influyendo no solo en los preparativos para desastres relacionados con el clima, sino también en las cadenas de suministro y el riesgo cibernético. Pretty señala que entre 2010 y 2020, las empresas mal preparadas que sufrieron un ciberataque obtuvieron un rendimiento 20 por ciento inferior al del mercado en el año posterior al ataque.
Ella Dice...“Ahora los precios de las acciones reflejan si la alta dirección está tomando en serio el riesgo del cambio climático o no”
Si los reguladores se salen con la suya, estos riesgos se volverán más explícitos, en especial con el clima. Los líderes del G7 anunciaron su compromiso con la divulgación financiera obligatoria relacionada con el clima, siguiendo un modelo recomendado por el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima del G20. Esto proporciona una hoja de ruta sobre cómo integrar las métricas del riesgo climático en la gobernanza y la estrategia corporativas.
Europa ha avanzado más que EU al obligar a las empresas a revelar ese riesgo. En Washington, el organismo mejor situado para crear y hacer cumplir dicha regulación sería la Comisión de Bolsa y Valores de EU (SEC, por sus siglas en inglés). Pero bajo el presidente Donald Trump, la SEC flexibilizó la regulación en general y no mencionó el clima en absoluto. El gobierno estadunidense todavía está subsidiando el seguro contra inundaciones costeras, incluso cuando ciudades como Miami exploran la construcción de muros de miles de millones de dólares para contener las mareas crecientes.
Si la administración Joe Biden se sale con la suya, eso cambiará. La SEC, ahora encabezada por Gary Gensler, acaba de terminar de recopilar comentarios públicos sobre las normas de información ASG (Ambientales, Sociales y de Gobierno). Gensler menciona que quiere aportar “consistencia y comparabilidad” a lo que informan las empresas.
Algunos activistas están presionando por divulgaciones extremadamente granulares sobre la inseguridad hídrica, el estrés por calor y la medida en que las empresas podrían verse afectadas por enfermedades, disturbios políticos y migración. Un informe del Center for American Progress de febrero, presenta la gama potencial de requisitos de informes nuevos a futuro.
En caso de que las empresas se vean obligadas a cuantificar su huella ASG de manera que sea fácil comparar los esfuerzos de los sectores y las empresas individuales, es difícil exagerar cuál podría ser el impacto en el mercado.
La exposición de, digamos, un fabricante de prendas de vestir a la producción agrícola podría afectar drásticamente el valor para los accionistas.
El precio del carbono podría cambiar el cálculo para algunos exportadores, haciendo que actividades como el transporte marítimo de larga distancia de maquinaria pesada sean mucho más costosas.
A medida que comienza la temporada de huracanes, es posible que nos encontremos ante un cambio radical en los mercados así como en el clima.
srgs