Preocupa a empresas el retorno de Trump en 2024

¿Cómo será otra administración de Donald Trump? Por horrible que a muchos les parezca la posibilidad, es un tema con el que los ejecutivos empiezan a luchar.

Critican la propensión del ex presidente al despilfarro fiscal. AP
Rana Foroohar
Nueva York /

Opinión. La comunidad empresarial se pregunta cuál será la versión del ex mandatario que llegará a la Casa Blanca en caso de ser reelegido; teme una más dura, incluso más insular, xenófoba y paranoica

¿Cómo será otra administración de Donald Trump? Por horrible que a muchos les parezca la posibilidad, es un tema con el que los ejecutivos empiezan a luchar. Por razones que van desde la inflación hasta el conflicto en Gaza, pasando por la edad de Biden, el hábil manejo de la actual administración de una recesión, una pandemia y la invasión a Ucrania no se está reflejando en las encuestas. Muchas de ellas sitúan al ex mandatario de nuevo en la Casa Blanca en 2024.

A pesar de los numerosos cargos criminales contra el ex presidente, parece una conclusión inevitable que Trump llegue a ser el candidato republicano. Aun así, grandes donantes como Americans for Prosperity Action, respaldada por los hermanos Koch, se vuelcan hacia la campaña de Nikki Haley, lo que demuestra la preocupación que hay en la comunidad empresarial por la posibilidad de una segunda ronda de Trump.

Para empezar, los ejecutivos temen cuál será el Trump que llegue si es reelegido el próximo noviembre. ¿Será un Trump de laissez-faire o uno de Estados Unidos primero? En 2016, habló duramente sobre Made in America (Hecho en Estados Unidos) y ayudar a los trabajadores, pero la mayor parte de su política (aparte de los aranceles a China) fue lo mismo de siempre. Revirtió la regulación y redujo los impuestos a las grandes corporaciones. Gran parte del dinero se destinó a recompras de acciones, no a inversiones en la economía real de la gente común y los pequeños negocios.

Eso impulsó los precios de las acciones a corto plazo, que también se vieron favorecidos por las bajas tasas de interés, pero es poco probable que veamos el mismo fenómeno en una segunda administración Trump. Su mandato marcó la cúspide del crecimiento financiarizado, que ahora en gran medida se agotó. Como se establece en el artículo “End of an Era (Fin de una Era)” de la Fed de junio de 2023, alrededor de 50 por ciento del crecimiento real de las utilidades corporativas entre 1984 y 2020 provino de la caída secular de las tasas de interés y de la reducción de las tasas impositivas corporativas. Eso es lo que impulsó tanto crecimiento de las acciones en los últimos años.

En la actualidad, el S&P está, según algunos indicadores, más sobrevaluado que cuando estalló la burbuja inmobiliaria, de acuerdo con un informe reciente de Currency Research Associates. En este entorno, es difícil ver que las acciones suban incluso si la Fed empieza a recortar las tasas ante una recesión. Es mucho más probable que caigan, a pesar de cualquier nuevo recorte de impuestos de Trump.

Y ese es el escenario más benigno. Una posibilidad más probable es que esta vez tengamos una versión de Trump más dura, incluso más insular, xenófoba y paranoica. Para empezar, pocos de los tipos de negocios más moderados que trabajaron con él la primera vez estarán dispuestos a asumir una segunda administración, dados los fantasmas de los disturbios en el Capitolio del 6 de enero y la continua negación de la derrota electoral por parte de Trump.

La comunidad empresarial ya está preocupada por la propensión del ex presidente al despilfarro fiscal en un momento en que los crecientes niveles de déficit estadunidense preocupan a los inversionistas. Si a eso le sumamos las perspectivas de un arancel general de 10 por ciento a las importaciones, que Trump ha planteado como una posible política para un segundo mandato, los directores ejecutivos se preocupan aún más.

Esto se relaciona con lo que es uno de los mayores problemas con las estrategias comerciales y económicas de Trump desde el principio, una tendencia a culpar a China y emplear aranceles como una solución independiente al gran y complejo problema del crecimiento secular más lento y la creciente desigualdad en EU. No es que parezca que Trump piense en términos tan matizados.

El hecho es que los problemas económicos y políticos de EU solo se deben en parte a los defectos de la globalización y del sistema comercial neoliberal en particular. También tienen que ver con la falta de inversión interna en infraestructura básica, habilidades y educación, así como en investigación y desarrollo básicos.

Biden abordó muchas de estas cuestiones con más estímulo fiscal del que hemos visto desde la era Eisenhower. Al mismo tiempo, su administración ha intentado realizar el difícil, pero necesario, trabajo de elaborar un nuevo modelo económico más sostenible e inclusivo en el país y en el extranjero.

Esa es una política industrial inteligente, y es algo que Trump no parece tener ni la propensión ni la capacidad de hacer. Durante la pandemia, por ejemplo, me sorprendió que a pesar de todas las duras palabras de personas como el ex asesor económico de Trump, Peter Navarro, acerca de que EU no era capaz de fabricar, digamos, equipo de protección personal básico, nadie en la Casa Blanca tenía idea sobre lo que el país puede o debía hacer.

La administración Biden, por el contrario, presentó un importante informe sobre la cadena de suministro en sus primeros 100 días, y empezó a reconstruir la industria estadunidense de semiconductores y a estudiar cómo garantizar una transición ecológica justa y segura.

Los planes de esta administración no son perfectos; sin embargo, Joe Biden es consciente de que no basta con atacar a China: hay que crear un cambio de paradigma en casa para que Estados Unidos recupere su habilidad política y económica.

El excepcionalismo estadunidense siempre se ha basado en la inmigración, como expone el escritor David Leonhardt en su nuevo libro Ours Was the Shining Future: The Story of the American Dream. La inmigración es lo que garantiza una mayor tendencia de crecimiento frente al de otros países desarrollados y, en los últimos años, contribuyó a amortiguar la inflación.

Donald Trump, por supuesto, quiere construir un muro, en todos los sentidos. Las empresas deben pensar con detenimiento en lo que eso significará, para ellas y para el país, y hacer todo lo posible para asegurarse de que no ocurra.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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