Russell Anderson es un hombre que aprendió a vivir dentro de sus humildes posibilidades. Después de que una enfermedad lo obligó a jubilarse, se las arregló para estirar sus prestaciones para cubrir sus facturas, incluyendo las del alquiler y el combustible. Cada vez le resulta más difícil mantener ese equilibrio.
La calificación crediticia de Anderson hizo que dos instituciones de crédito comerciales lo rechazaran. Por casualidad, vio un anuncio por televisión del prestamista comunitario Scotcash y para su alivio, le aprobaron un préstamo de 100 libras (cerca de 121 dólares). “No tengo muchas deudas y no necesito pedir mucho dinero prestado, pero nadie más me lo prestaría”, dice.
Su historia es un ejemplo de la precariedad a la que se enfrentan ahora las personas con bajos ingresos en Reino Unido. Con el aumento del costo de vida, los presupuestos se estiran hasta su capacidad absoluta, un solo cambio de circunstancias —desde que se descomponga un electrodoméstico o la muerte de una mascota— es suficiente para llevar a un hogar a un punto crítico.
Las personas con mal historial crediticio tienen pocas opciones cuando necesitan un pequeño préstamo. Un salvavidas son los prestamistas comunitarios, un pequeño número de organizaciones sin fines de lucro que apoyan a quienes se enfrentan a la exclusión financiera de los préstamos convencionales. Pero el sector tiene dificultades para satisfacer la creciente demanda. En comparación con las instituciones de crédito comerciales, su fondo de financiamiento es significativamente menor; además, se adhieren a criterios de asequibilidad para los préstamos, que cada vez más los clientes no pueden cumplir.
Las personas que trabajan en el sector afirman que necesitan urgentemente más apoyo para seguir operando. Muchos temen lo que pueda ocurrir en invierno, con el Banco de Inglaterra que advierte sobre una recesión y la mayor caída de los ingresos de los hogares en más de 60 años, al dispararse el precio de la energía y de los alimentos cotidianos.
Para quienes son rechazados por las entidades sin fines de lucro, las alternativas pueden conllevar más riesgo. Los productos de “compre ahora y pague después” se han enfrentado al escrutinio sobre la exigencia de sus comprobaciones de asequibilidad, y el último recurso —los préstamos ilegales de los usureros— abre la puerta a la explotación.
Lo peor está por venir
Los prestamistas que se enfocan en la comunidad son financiados por una variedad de fuentes, que van desde las subvenciones hasta los bancos. Las cifras de Responsible Finance, el organismo comercial del sector, muestran que en 2021 se pagaron 228 millones de libras (cerca de 277 millones de dólares) en todo tipo de préstamos, un aumento de 32 por ciento con respecto al año anterior.
Faisel Rahman fundó Fair Finance, en 2005, inspirado por su experiencia de trabajo en microfinanzas en Bangladesh, donde ayudó a reducir la pobreza. El impacto total de la crisis del costo de la vida todavía está por llegar, dice Rahman. En Reino Unido, la inflación alcanzó en junio el nivel más alto de los últimos 40 años, 9.4 por ciento, y el Banco de Inglaterra proyecta que alcanzará un máximo de 13 por ciento a finales de año, lo que hará que los precios sigan subiendo. El análisis de Fair Finance sugiere que a finales de este año algunos clientes serán incapaces de cubrir sus facturas y tendrán un presupuesto negativo.
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El problema se exacerba por lo que los activistas y los prestamistas comunitarios llaman la “prima de pobreza”. Sharon MacPherson, directora ejecutiva de Scotcash, afirma que los más vulnerables suelen pagar más por el combustible debido a los medidores de prepago, o no pueden darse el lujo de un seguro. Algunos no tienen cuentas bancarias o ahorros propios. “No tienen ningún margen de maniobra para ahorrar”, menciona.
Las uniones de crédito, que dependen de los depósitos de las cuentas de ahorro de sus miembros para conceder préstamos y tienen un tope de 43 por ciento de TAE (Tasa Porcentual Anual) establecido por el Gobierno, también se enfrentan a un repunte de la demanda.
En mayo, el mercado de préstamos digitales Freedom Finance indicó que un récord de 1.9 millones de personas en Reino Unido ahora son miembros de las cooperativas de crédito, con un total de préstamos a los miembros a finales de 2021, que alcanzó los mil 740 millones de libras (cerca de 2 mil 119 mdd), otro máximo histórico. Pero sus préstamos están limitados por la suma de los depósitos que poseen.
El Dato...1.9 millones
De personas en Reino Unido ahora son miembros de las cooperativas de crédito
Los usureros
Uno de los retos del sector sigue siendo la actitud paternalista y a menudo moralista hacia quienes no tienen una calificación de crédito perfecta, dicen los expertos. Mientras que las personas con mayores ingresos pueden acceder a sobregiros o tarjetas de crédito con tasas de interés competitivos, quienes viven al día no tienen esa red de seguridad.
Las organizaciones advierten que el “compre ahora y pague después” es uno de los motivos de preocupación. Los proveedores de créditos a corto plazo se enfrentan a preguntas sobre el grado de detalle con el que comprueban la capacidad de los usuarios para hacer frente a los préstamos, con la preocupación de que puedan acumular deudas con varios proveedores. De cada 10 personas que vemos, 5 o 6 utilizan el sistema de compra ahora y paga después, dice MacPherson.
Aunque el Gobierno se comprometió a regular el sector, no espera introducir nuevas leyes hasta mediados de 2023. Lo más preocupante es que un número cada vez mayor de hogares son vulnerables a los usureros o prestamistas ilegales. “La principal razón por la que la gente recurre a ellos siempre han sido los gastos cotidianos, como arreglos a las lavadoras y los uniformes escolares”, dice Cath Williams, responsable del Equipo de Préstamos de Dinero Ilegales del Gobierno de Inglaterra. “Pero cada vez más gente dice que es para poner comida en la mesa”.
En muchos casos, las víctimas creen que le piden prestado a un amigo, hasta que no pueden hacer frente a los pagos. Y los usureros son cada vez más expertos en tecnología con sus métodos de intimidación.
“Existe una preocupación en cuanto a quién recurre la gente: a veces es la familia y los amigos... pero podrían recurrir a prestamistas ilegales”, dice Williams.
No existe una solución única para proteger el sector de los préstamos sin fines de lucro, pero los prestamistas coinciden en que un primer paso es garantizar una mayor cantidad de dinero. Una de las vías es el fondo de activos inactivos, un fondo de casi mil 072 mdd de activos financieros que incluyen cuentas bancarias, planes de pensiones y valores que llevan mucho tiempo sin tocarse.
Estos activos se destinan actualmente a la inclusión financiera, junto con la inversión social y los proyectos para jóvenes, y varios prestamistas comunitarios se benefician del proyecto. En julio, el gobierno británico puso en marcha una consulta sobre las causas que deberían financiarse.
“La crisis actual del costo de vida hace aún más urgente la necesidad de invertir en la inclusión financiera”, dice Simon Dukes, director ejecutivo de Fair for You, un proveedor de préstamos sin fines de lucro.
srgs