Los precios al consumidor en Estados Unidos subieron más de lo previsto en junio, con lo que alcanzaron un ritmo anual de 9.1 por ciento, un nuevo máximo de 40 años que abre la puerta a que la Reserva Federal pueda subir las tasas de interés todo un punto porcentual este mes.
El índice, publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), se aceleró aún más el mes pasado, superando las estimaciones de los economistas de un aumento de 8.5 por ciento. Se trata del mayor incremento año con año desde noviembre de 1981.
Los precios subieron otro 1.3 por ciento intermensual en junio, después de un incremento de 1 por ciento en mayo.
Una vez que se excluyen los artículos volátiles, como alimentos y energía, la inflación “básica” aumentó 0.7 por ciento, frente al avance de 0.6 por ciento de mayo. Esto se tradujo en un aumento anual de 5.9 por ciento, más o menos en línea con el ritmo de 6 por ciento del mes anterior.
“No hay mucho consuelo aquí”, dijo Michael Pond, jefe de investigación de la inflación global en Barclays.
Los datos van a estimular los esfuerzos del banco central estadunidense por restablecer la estabilidad de los precios, que se intensificaron el mes pasado después de que los funcionarios abandonaron los planes establecidos de realizar un aumento de las tasas de interés de medio punto y, en su lugar, aplicaron la primera alza de 0.75 puntos porcentuales desde 1994.
Tras el informe, los mercados de futuros valoraron en una medida más o menos igual un aumento de la Fed de todo un punto porcentual o un alza de 0.75 puntos.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro se dispararon y el rendimiento del bono a dos años, que se mueve en función de las expectativas de las tasas de interés, alcanzó su nivel más alto desde junio. Se estabilizó en 3.2 por ciento.
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Los responsables de la formulación de la política monetaria señalaron su intención de subir las tasas hasta un nivel —estimado en torno a 3.5 por ciento— que empiece a frenar la actividad económica a finales de año. Pretenden mantener un enfoque agresivo en el endurecimiento de la política monetaria hasta que haya pruebas de que las lecturas mensuales de la inflación se están desacelerando hacia un ritmo más consistente con el objetivo de 2 por ciento de la Reserva Federal.
El aumento mensual de la inflación fue “generalizado”, según BLS, pero un incremento de 7.5 por ciento en el índice de energía contribuyó a casi la mitad del aumento de la inflación general. Tan solo los precios de la gasolina subieron 11.2 por ciento en junio, mientras que los de los alimentos crecieron 1 por ciento. Los precios de los vehículos nuevos y usados siguieron en ascenso, con incremento de 0.7 y un 1.6 por ciento, respectivamente.
En una señal preocupante, la inflación de los servicios, excluyendo la energía, subió 0.7 por ciento en términos mensuales y 5.5 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado. Los costos relacionados con la vivienda impulsaron una parte importante del aumento, ya que estos subieron 0.6 por ciento en el mes o 5.6 por ciento en términos interanuales. Se trata del mayor incremento anual desde febrero de 1991. Los precios de los servicios de transporte y de atención médica también registraron aumentos.
Una excepción fueron las tarifas aéreas, que cayeron 1.6 por ciento después de dos meses con un crecimiento de dos dígitos.
El gobierno de Joe Biden, cuya popularidad se desplomó en un contexto de la creciente inflación, trató esta semana de salir al paso de la elevada cifra de junio y restó importancia a la aceleración, subrayando que los datos cubren un periodo anterior a una fuerte caída de los precios de energía y otras materias primas.
“Aunque la lectura de la inflación general de hoy es inaceptablemente alta, también está desactualizada”, dijo el presidente estadunidense; además subrayó que las presiones de los precios son un fenómeno global. “Hacer frente a la inflación es mi máxima prioridad: tenemos que lograr más avances, y más rápidamente, en lograr controlar el aumento de los precios”, señaló.
El crudo Brent, la referencia internacional de petróleo, que subió a casi 140 dólares por barril a principios de marzo después de la invasión de Rusia a Ucrania, se desplomó este mes por debajo de los 100 dólares por barril. Los precios de los alimentos a escala mundial también se moderaron desde sus máximos históricos.
En caso de que la Fed suba las tasas en otros tres cuartos de punto porcentual en su reunión de julio, como se espera, el rango objetivo de la tasa de los fondos federales subirá hasta entre 2.25 a 2.50 por ciento.
“Se trata de un informe que la Fed pudo desestimar en ciclos anteriores porque en el pasado se centraba en sus pronósticos de inflación y no tanto en las impresiones de inflación real", dijo Michael Pond. “Sin embargo, debido al aumento de la incertidumbre sobre la inflación… la política se guía por las impresiones de la inflación real”, indicó el analista de Barclays. Agregó que el informe de junio aumentó la probabilidad de una “respuesta de línea muy dura”.
Junto con sus acciones para endurecer la política monetaria, que incluyen la reducción de su balance de 9 mil millones de dólares, la Reserva Federal intensificó su retórica no solo sobre su compromiso “incondicional” de reducir la inflación, sino también sobre lo que está dispuesta a arriesgar en términos de recuperación económica para lograrlo.
El banco central estadunidense ya empezó a reconocer que el desempleo tendrá que aumentar, y sus funcionarios recién pronosticaron que la tasa de desempleo aumente desde el nivel actual históricamente bajo de 3.6 por ciento hasta poco más de 4 por ciento a finales de 2024.
Muchos economistas creen que una estimación más precisa se ubica en torno a 5 por ciento, lo que se traduce en una pérdida de empleo mucho mayor.