¿Qué sucederá con el proyecto europeo ante el regreso de Trump?

Estados Unidos puede debilitar el dólar y recortar los presupuestos para impulsar la inversión, mientras que China arrojará al continente el exceso de capacidad industrial que el mandatario ahora evita

Michel Barnier dimitió a su cargo como primer ministro francés. AFP
Rana Foroohar
Nueva York /

La semana pasada asistí a la Grand Continent Summit, una reunión de intelectuales en su mayoría europeos en los Alpes italianos. Los organizadores publican algunas de las ideas más inteligentes y originales sobre asuntos exteriores en Francia, y luego las traduce a varios idiomas, incluido el inglés, lo que lo convierte en uno de los pocos lugares donde los estadunidenses pueden obtener una lectura realmente buena sobre Europa desde una perspectiva continental (considero que incluso los escritores estadunidenses sofisticados suelen hablar sobre la región con estereotipos, y viceversa). Este seguirá siendo un punto de vista vital para evaluar la capacidad de nuestros aliados europeos para responder a cualquier trastorno del orden geopolítico liderado por Donald Trump.

Por desgracia, mientras debatíamos el futuro para Europa desde la ladera de la montaña, el gobierno francés cayó. Algunos de los pensadores franceses más brillantes se encontraban en la sala —desde Pascal Lamy, ex director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), hasta el economista Olivier Blanchard y el ex primer ministro Edouard Philippe—, pero nadie tenía una idea real de lo que iba a pasar a continuación.

El proyecto europeo se encuentra bajo amenaza desde hace muchos años, entre la crisis de la deuda, el ascenso del populismo y, ahora, la sensación de que el continente no tiene una estrategia de crecimiento real. Estar allí en ese momento se sentía inquietantemente como algo del verano de 1914, o tal vez a finales de la década de 1930, cuando Europa estaba al borde de la guerra. Todos se retorcían las manos mientras visitaban el hermoso hammam (baño turco) del hotel y comían un fabuloso carpaccio. No pude evitar pensar en la película El jardín de los Finzi-Contini.

La extrema derecha francesa, liderada por Marine Le Pen, ahora está en el centro de la política en Francia. Si el presidente Emmanuel Macron no puede encontrar un primer ministro aceptable para satisfacer a Le Pen (y por lo que escuché en la conferencia, pocas personas quieren el puesto), ¿qué será de Francia? ¿Estamos a punto de ver disturbios callejeros? ¿O el país se hundirá en una crisis de deuda, con fuga de capitales y mayores costos de endeudamiento? Sin duda todo esto hará que a Europa le resulte aún más difícil elaborar algún tipo de estrategia real para lidiar con Trump 2.

Emmanuel Macron recibió el sábado en París al presidente electo de EU. AFP

Como escribí en mi columna de hoy, mi sensación de la semana pasada fue que Europa es “como un flaneur (alguien que está paseando) bien vestido que no se da cuenta de que está a punto de ser atacado en un callejón por un par de rufianes callejeros”: Estados Unidos y China. El primero probablemente intentará debilitar el dólar y recortar los presupuestos para impulsar la inversión, mientras que el segundo arrojará al continente el exceso de capacidad industrial que Donald Trump ahora evita. No es una gran combinación para la estabilidad en Europa.

Si bien todos en los Alpes estuvieron de acuerdo con el informe de Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo (BCE), en el que asegura que Europa debe hacer inversiones dramáticas en política industrial y juntarse en una unión fiscal y política mucho más profunda si quiere sobrevivir, también es probable que la gente lea el informe, asienta con la cabeza y luego lo vuelva a guardar en un cajón. Hay una sensación de desesperación y también cierta apatía, que, como escribió la famosa historiadora Hannah Arendt, es la precursora del fascismo.

Ese es un riesgo en Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump, pero puede ser uno aún mayor en Europa. Me preocupa que algunos de los políticos neoliberales y votantes moderados del continente prefieran a los fascistas antes que a los socialdemócratas, como hicieron los liberales europeos originales en la década de 1930. Es curioso hasta qué punto se ha olvidado el conocimiento colectivo de este hecho, que fue el electorado liberal de clase media en Alemania e Italia el que dio un giro hacia el fascismo en la década de 1930 tanto o más que la clase trabajadora industrial.

Peter, conoces Europa bastante bien, ya que has sido jefe de Financial Times en Bruselas durante algún tiempo. ¿Qué opinas sobre cómo terminará la crisis francesa? ¿Y ves alguna manera de que Europa evite quedarse atrapada incómodamente entre China y Estados Unidos durante los próximos cuatro años?

Lecturas recomendadas

-Me pareció muy inteligente un artículo de opinión que encontré en The New York Times sobre cómo “Las lecciones de la terapia de parejas pueden ayudar a una nación dividida”.

-Tengo muchas ganas de leer el libro de Wolfgang Streeck, Taking Back Control, que argumenta que las contradicciones internas del capitalismo finalmente lo están alcanzando.

-Bob Lighthizer parece ser el Ícaro del bando de Trump. Aun así, dudo que haya desaparecido de escena: apuesto a que espera a que otros se apaguen y luego dará un paso al frente cuando el presidente electo tenga que llamar a su puerta. Una excelente reflexión en The Wall Street Journal.

-Y en Financial Times, les recomiendo revisar nuestra larga lista de las mujeres más interesantes y poderosas del año.

-También en Financial Times, Ian Hogarth evalúa si Europa puede alguna vez crear una compañía de un billón de dólares.

Peter Spiegel responde

Rana, antes que nada quiero averiguar cómo me pueden invitar a los Alpes italianos. También estuve charlando con funcionarios europeos sobre el impacto de la elección de Trump la semana pasada, pero fue en el Foro de Seguridad de Aspen, en un edificio de oficinas bastante anodino en el noroeste de Washington en lugar de en un chalet de esquí cerca del Matterhorn. Algo parece estar mal en esa imagen…

Hablando en serio, planteas un tema que ha estado en la mente de muchos que piensan en las relaciones transatlánticas, aunque la mayoría de las personas con las que hablé estaban más preocupadas por las implicaciones de seguridad de una presidencia de Trump que por el impacto económico, sobre todo con el ejército ucraniano en riesgo de flaquear ante un ataque ruso.

Es cierto que las dificultades económicas de Europa son muchísimas en este momento: el colapso del gobierno francés está relacionado con su incapacidad para acordar un presupuesto que reduzca sus enormes déficits. Pero yo diría que sus problemas geoestratégicos son mucho más urgentes, sobre todo si Trump abandona a Kiev.

Un viejo amigo diplomático de mis días en Bruselas me envió un mensaje de texto poco después de la victoria electoral de Trump para lamentar que el eje franco-alemán habitual que impulsa la formulación de políticas europeas estaba completamente moribundo en un momento en que necesitaba ser fuerte y unificado para enfrentar el desafío que plantea Trump. No solo se derrumbó el gobierno francés, sino que estamos esperando que en Alemania sigan su ejemplo. La próxima semana se debe emitir un voto de censura contra el gobierno del canciller Olaf Scholz, que casi sin duda perderá.

En el panel de Aspen le pregunté a Jens Plötner, principal asesor de política exterior de Scholz, qué tan preocupado está por la postración francesa y alemana ante las amenazas de Trump de retirar el apoyo a Ucrania y tratar las garantías de seguridad del artículo V de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como opcionales. Plötner insistió en que el Estado alemán y el francés son más que sus gobiernos electos, y que el apoyo a Kiev —y a la relación transatlántica— sigue siendo fuerte sin importar quién surja de los escombros de los gobiernos colapsados.

Curiosamente, Plötner también hizo otra observación: otros centros de poder europeo surgieron en el curso de la invasión de Rusia a Ucrania, incluso en Varsovia, donde el presidente polaco, Donald Tusk, ha sido una fuerza de moderación dentro de Polonia y un líder emergente de los incondicionales a favor de los ucranianos en el este y el norte de Europa.

Creo que Europa ha madurado un poco más allá de la necesidad de un estado miembro que la lidere. Tenemos un gobierno polaco que está muy a favor de Europa y está dispuesto a asumir un papel creador más activo dentro de la Unión Europea… La forma en que veo al bloque en la actualidad es que ha evolucionado. Es una estructura diferente a la de hace 10 años, cuando la señora Merkel era canciller.

Sin embargo, el problema con la construcción de Plötner es que si bien Polonia —incluso junto con los países bálticos y Gran Bretaña, que no pertenece al bloque— puede desempeñar un papel diplomático y retórico importante para movilizar a Europa, será necesario todo el poder industrial y financiero de Europa para llenar el vacío si Trump pone fin al apoyo militar estadunidense a Ucrania. Es posible que no tengamos tiempo para que Berlín y París se pongan de acuerdo en sus acciones políticas antes de que eso suceda.

Sus comentarios

Y ahora una palabra de nuestros lectores de Swamp Notes… En respuesta a: “Aunque las peores ideas de Donald Trump puedan contenerse hasta cierto punto, el gobierno cambiará para siempre. Se necesita una generación para construir una buena infraestructura de personal en un departamento, pero se puede demoler en segundos. Así que, incluso si Trump solo puede hacer daño durante un mandato, el impacto es generacional”. - Ivor Freeman.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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