La cantidad de dinero adicional que los países avanzados distribuirán a las naciones en desarrollo que luchan contra el impacto financiero de la pandemia no alcanzó las expectativas, después de que el G20, el grupo de grandes economías, informó un compromiso combinado de 60 mil millones de dólares.
La cantidad, que se va a repartir mediante la canalización voluntaria de derechos especiales de giro (DEG), no alcanza los 100 mil millones de dólares que se establecieron como la “ambición global” del G20 el año pasado. Además, es menos de una cuarta parte de los 290 mil mdd que se otorgaron a los miembros del G7 de economías avanzadas en agosto pasado en la asignación de 650 mil mdd de derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los compromisos se dieron a conocer después de una reunión de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 que se celebró en Yakarta y finalizó la semana pasada.
Los líderes mundiales han pedido en repetidas ocasiones que los DEG que se otorgaron a los países ricos se canalicen a las naciones pobres con mayor necesidad. Pero hasta el momento, de acuerdo con documentos internos del G20 que pudo ver Financial Times, apenas 13 países se comprometieron a prestar 10 mil mdd de sus derechos especiales de giro a los países de bajos ingresos a través del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI, y 50 mil mdd más a través de un Fondo Fiduciario para la Resiliencia y Sostenibilidad que todavía se tiene que crear para los países vulnerables de bajos y medianos ingresos.
“Es un gran comienzo, pero no es ni de lejos lo que el G20 puede prometer en DEG”, dijo Simon Quijano-Evans, de Gemcorp Capital Management, gestor de activos que presta a gobiernos y empresas de África. “El G20 debe dejar de pensar tanto y hacerlo”, añadió.
Los DEG son una forma de activo de reserva que equivale a dinero recién emitido, que el FMI puede asignar en momentos de tensión financiera mundial. Se conceden en forma de subvenciones y no de préstamos, y no conllevan ninguna de las condiciones políticas que suelen acompañar a los préstamos del FMI. Se asignan a cada uno de los 190 países miembros del fondo en función de su participación en la economía mundial.
De los 650 mil millones de dólares asignados en agosto, alrededor de 275 mil mdd se destinaron a las economías emergentes y en desarrollo, de los cuales solo 21 mil millones fueron para los países de bajos ingresos.
En su comunicado, el G20 indicó que seguirá trabajando para alcanzar su objetivo de 100 mil mdd y pidió al FMI que creara el Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad antes de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial en abril.
De acuerdo con el documento interno, los mayores compromisos hasta ahora han sido los de Estados Unidos, con 21 mil mdd, y China, con 14 mil mdd. Italia, Francia y Reino Unido prometieron entre 4 mil y 5 mil 600 mdd cada uno.
Los críticos afirman que canalizar los DEG como préstamos a través de los fideicomisos del FMI reducirá su impacto porque se tendrá que pagar, aunque sea a una tasa de interés baja o de cero, y puede obligar a los gobiernos a tomar medidas para equilibrar sus presupuestos mediante la aplicación de impuestos o recortes de gastos en un momento de dificultad económica.
Muchos países pobres luchan con un fuerte aumento de los pagos de la deuda este año mientras se empiezan a retirar las medidas de apoyo por la pandemia. David Malpass, presidente del Banco Mundial, advirtió el mes pasado que existe un riesgo cada vez mayor de incumplimientos de pagos desordenados entre los países pobres, muchos de los cuales se endeudaron para financiar su respuesta a la emergencia.
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