Recuperación enmascara peligros del mundo dividido

Los responsables de políticas de los países ricos deben garantizar la vacunación contra el covid y hacer lo necesario para que todas las naciones dispongan de recursos suficientes para superar la crisis

Vista panorámica de Shanghái; el FMI pronostica que las economías avanzadas y China saldrán de la crisis ilesas. Shutterstock
Martin Wolf
Londres /

La gran historia de las recientes reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial es que la economía global se recupera de una manera sustancialmente más rápida de lo que se esperaba incluso hace seis meses, pero la recuperación económica acumulada oculta lo que ocurre a las personas del mundo. Tanto dentro de los países como entre ellos, los menos favorecidos parecen listos para sufrir las recuperaciones más lentas. Además, esta casa dividida tal vez no resista: lo que ocurre —sobre todo el lento despliegue de las vacunas— va a empeorar las perspectivas para todos.

La característica sorprendente de los nuevos pronósticos del FMI es que se prevé que el crecimiento acumulado en el producto interno bruto (PIB) global por cabeza entre 2019 y 2022 sea ahora solo de 3 puntos porcentuales menos que lo que se pronosticó en enero de 2020. Esto es mucho mejor que el déficit de 6.5 puntos porcentuales el año pasado y el déficit de 4 por ciento que se pronostica para este 2021. Esta es entonces la imagen de una economía mundial con una recuperación tanto fuerte como mejor de lo esperado. 

Sin embargo, aún más sorprendente es la divergencia. Se prevé que las economías avanzadas disfruten ahora de un crecimiento acumulado del PIB per cápita entre 2019 y 2022 de solo un punto porcentual menos que en enero de 2020. No obstante, se proyecta que los mercados emergentes y los países en desarrollo de bajos ingresos sufran un golpe al crecimiento del PIB per cápita de 4.3 (5.8 sin China) y 6.5 puntos porcentuales, respectivamente. A los que tienen, se les devolverá. Pero, a los que no tienen, se les quitará lo poco que tenían: en enero, el Banco Mundial informó del aumento del número de personas en pobreza extrema durante 2020 como resultado del covid-19 entre 119 millones y 124 millones. Dados los pronósticos funestos, es poco probable que esta calamidad se revierta pronto.

En esencia, el FMI ahora pronostica que las economías avanzadas y China saldrán de la crisis en gran medida ilesas, con la economía estadunidense incluso un poco más grande de lo que se proyectó de antemano, mientras que los países emergentes y en desarrollo sufren un gran impacto a largo plazo. Pero recuerden que dos tercios de la humanidad viven en estas últimas.

Esto es lo contrario de lo que sucedió después de la crisis financiera mundial de 2007-2009. Eso se debe en parte a que se originó en los países de altos ingresos; también se debe a que la recuperación de China en 2009 fue muy fuerte, pero la razón más importante de la diferencia ahora es que las naciones de altos ingresos contaron con la capacidad de manejar esta crisis de maneras que pocos otros países (China es la principal excepción) podría: los países ricos podían amortiguar el golpe económico y social con respuestas excepcionales de política fiscal y monetaria y podían desarrollar, producir y entregar vacunas a gran velocidad.

De acuerdo con el Monitor Fiscal del FMI, “en los últimos 12 meses, los países anunciaron acciones fiscales por 16 billones de dólares”. Pero la mayor parte de esto fue en países avanzados. El déficit fiscal de las economías avanzadas aumentó en un 8.8 por ciento del PIB entre 2019 y 2020, hasta 11.7 por ciento. Seguirá siendo de 10.4 por ciento en 2021. En las economías emergentes, el déficit fiscal aumentó en 5.1 por ciento del PIB entre 2019 y 2020, hasta 9.8 por ciento. Sin embargo, en los países en desarrollo de bajos ingresos aumentó solo 1.6 por ciento del PIB, hasta 5.5 por ciento. Además, el monitor señala que “el aumento de los déficits en las economías avanzadas y en mercados emergentes se debió a aumentos aproximadamente iguales en el gasto y disminuciones en los ingresos, mientras que en muchas economías de mercados emergentes y países en desarrollo de bajos ingresos se debió al desplome de los ingresos a causa de la crisis económica”.

No es prudente dar por sentada la recuperación prevista para las economías avanzadas. Es posible que nuevas variantes invulnerables a las vacunas actuales se propaguen por todo el mundo. Es probable que pronto resulte imposible reabrir las fronteras y que las políticas monetarias y fiscales resulten ser demasiado fuertes, en especial en Estados Unidos, como argumenta el ex secretario del Tesoro Larry Summers, generando un fuerte repunte de la inflación, las expectativas de inflación y las tasas de interés reales. De ser así, esto obligará a los responsables de la formulación de políticas a frenar de golpe y puede generar crisis de deuda entre los solicitantes de préstamos vulnerables tanto en el país como en el extranjero.

Además, incluso si los países de altos ingresos se recuperan con fuerza, es probable que muchas naciones emergentes y en desarrollo sigan teniendo grandes dificultades, como resultado de un lento despliegue de las vacunas, los problemas en la gestión de la deuda, las tensiones ante el alza de la pobreza y el limitado espacio político. Las economías que dependen de los viajes y el turismo van a registrar una recuperación lenta, sobre todo si surgen nuevas variantes. A nada de esto le ayuda el hecho de que muchos gobiernos son corruptos, ineficaces o ambos. Esto siempre importa. En tiempos anormales, como estos, importa aún más.

Nada es más tonto que los responsables de la formulación de políticas de los países ricos respiren aliviados y aparten la vista de los desafíos globales que enfrentan. En su lugar, deben vacunar a todo el mundo para finales del próximo año y apoyar el desarrollo de vacunas de refuerzo para todos si es necesario. Deben hacer todo para garantizar que todos los países dispongan de recursos suficientes para hacer frente a estas crisis económicas y de salud. También deben hacer todo para garantizar que, si surgen crisis de deuda, sepan quiénes son los acreedores —oficiales y privados— y cómo gestionar la negociación resultante.

Por último, pero no menos importante, deben aprender las lecciones de esta pandemia. Hasta ahora ha matado a 3 millones de personas y ha causado una gran conmoción económica. La próxima podrá con facilidad ser mucho peor en estos dos tristes aspectos. Las islas de supuesta seguridad no prosperarán en un mundo de enfermedades amenazantes.

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