Incluso cuando la economía mundial se recupera, la pandemia sigue siendo un reto para las personas, las empresas y los gobiernos. Para los bancos centrales, trazar y comunicar la política monetaria requiere ahora un equilibrio más delicado. En Canadá, como en muchos otros países, todavía necesitamos un estímulo monetario sustancial para recuperarnos plenamente, pero los riesgos de inflación aumentaron con los incrementos de los precios de muchos bienes, impulsados por los cambios de la demanda a causa de la pandemia, las disrupciones de la oferta y el aumento de los precios de la energía.
A pesar de la naturaleza sin precedentes de esta crisis, nos hemos guiado por nuestro marco, que se centra en un ancla de inflación nominal. Pero al llevar a cabo nuestras políticas monetarias, han quedado claras tres lecciones.
En primer lugar, hay que ser audaz al entrar y planear la salida. Si bien se necesita valor para embarcarse en políticas excepcionales, ponerles fin es al menos igual de difícil. Ante una crisis repentina y aguda como esta, es imperativo superarla y apuntalar la confianza.
Pero para hacerlo de forma creíble, necesitamos tener un plan para salir de la respuesta de emergencia cuando llegue el momento. Al igual que muchos bancos centrales, pusimos en marcha programas de liquidez y estímulo sin precedentes al comienzo de la crisis, primero para restablecer el funcionamiento del mercado y luego para apoyar la recuperación.
En el caso de nuestros programas de compra de activos destinados a restablecer el funcionamiento del mercado, esa definición facilitó una salida fluida una vez que los mercados se normalizaron. En el caso de nuestras compras de expansión cuantitativa, las amplias condiciones de salida anclaron la reducción gradual que iniciamos en abril y que completamos con el cambio a la reinversión en noviembre. En lo que respecta a la tasa de interés oficial, nuestra orientación futura ha sido clara: no subiremos las tasas de interés hasta que se absorba la holgura económica por completo.
La segunda lección que hemos aprendido es que, ante una crisis única, es mejor centrarse en los resultados que en los plazos. Cuando comenzamos la expansión cuantitativa, dijimos que estaría en vigor hasta que la recuperación estuviera bien encaminada, aunque no supiéramos cuándo sería eso. Ahora que nuestra economía se volvió a abrir en gran medida, que el empleo global regresó a los niveles anteriores a la crisis sanitaria por el covid-19 y que se prevé que el crecimiento se sitúe en torno al 5 por ciento en 2021, la recuperación está avanzando claramente.
El Dato...5 por ciento
Es el pronóstico de crecimiento mundial en 2021
En cuanto a nuestras orientaciones futuras sobre la política de la tasa de interés oficial, desde el principio quedó claro que se basa en un resultado: que la holgura de la economía deberá ser absorbida por completo para que el objetivo de inflación de 2 por ciento se alcance de forma sostenible.
Al centrarnos en los resultados, hemos aprovechado el poder de nuestras herramientas políticas, al tiempo que hemos sido claros sobre la extrema incertidumbre que ha prevalecido durante esta crisis.
Esto nos lleva a la tercera lección: estar preparados para lo inesperado y ser humildes. El mundo nunca ha pasado por una crisis como esta. Nunca hemos cerrado la economía y tratado de reabrirla, varias veces. Nuestros modelos nunca contemplaron los confinamientos obligatorios, el distanciamiento físico o las mascarillas.
Para manejar la incertidumbre, utilizamos fuentes de datos novedosas y en tiempo real para complementar los datos económicos tradicionales. Hemos sido francos con nuestras proyecciones y las bandas de confianza a su alrededor. Incluso cuando la recuperación avanza más rápido de lo esperado, cada etapa de la crisis ha traído nuevas sorpresas, recordándonos que debemos ser humildes.
Centrarse en los resultados y apoyarse en un marco político sólido significa que, aunque los ciudadanos puedan cuestionar nuestros pronósticos económicos, pueden seguir confiando en nuestra determinación de mantener la inflación bajo control y apoyar una recuperación plena e inclusiva en todos los niveles.
Permítanme ser claro acerca de lo que significa esta determinación. No significa que hayamos cambiado nuestra opinión de que la reciente dinámica de la inflación es transitoria. Seguimos creyendo que la economía sigue teniendo holgura y que, por lo tanto, todavía se necesita un estímulo monetario considerable. Pero las disrupciones de la oferta parece que están durando más de lo que pensábamos, y los aumentos de los precios de la energía se suman a las tasas de inflación actuales. Aunque nuestro análisis sigue indicando que estas presiones van a disminuir, las tuvimos en cuenta para la dinámica de la oferta y la demanda.
srgs