El Banco de Pagos Internacionales (BPI) es conocido como el banco de los organismos centrales, pues les ofrece servicios financieros, pero lo más importante es que utiliza su poder de convocatoria para presentar un foro para debatir la estabilidad monetaria y financiera.
Con la inflación que alcanza máximos de varias décadas tanto en las economías avanzadas como en las emergentes, la opinión del BPI de que las naciones corren un gran riesgo de que los precios se mantengan altos por más tiempo de lo esperado, llegó a los titulares a principios del verano.
Su gerente general, Agustín Carstens, dijo que en lugar de pensar que el indicador puede subir y bajar suavemente, era más probable que se mantenga en un mundo favorable de baja inflación en torno a los objetivos del banco central de 2 por ciento o en una zona peligrosamente alta.
En este debate explica su idea de que la inflación puede quedarse estancada en un nivel demasiado alto durante mucho tiempo y lo que se necesita hacer para evitarlo. Parte de la medicina consiste en que el público experimente un rápido aumento de los precios y se dé cuenta de que es algo que hay que evitar casi a toda costa.
Chris Giles: Háblenos de su idea de que los países pueden vivir en mundos de baja inflación o de alta inflación.
Agustín Carstens: Creo que es muy importante (señalar) que la función de la inflación no necesariamente es tan obvia. Al fin y al cabo, la definición de inflación es un aumento general del nivel de precios. Eso da la impresión de que todos las tarifas se mueven al mismo tiempo, al mismo ritmo, y la realidad es que eso nunca ocurre.
Por lo general, cuando se tiene un régimen de baja inflación, lo que se ve sobre todo son cambios en los precios relativos (algunos suben y otros bajan), y éstos conforman las decisiones de producción y consumo. No nos dan información concreta sobre las presiones globales de la inflación.
Pero si, en algún momento, se empieza a ver que hay más precios que suben y que esas subidas tienden a ser más persistentes, eso significa que los cambios de precios individuales conllevan más información. Eso inicia un proceso en el que las empresas empiezan a revisar sus precios con más frecuencia, y se retroalimenta en diferentes circuitos. Los costos se ven afectados, los mercados laborales empiezan a responder. Y en lugar de estabilizarse, la alta inflación se refuerza a sí misma.
CG: Si pudiéramos quedarnos con el régimen de baja inflación, ¿qué permite hacer este régimen a los bancos centrales, las empresas y los hogares? ¿Por qué es un mundo tan agradable para vivir?
AC: Primero que nada se puede ignorar la inflación. Puedes desentenderte. Tienes una cosa menos de la que preocuparte.
CG: Es de suponer que las compañías pueden tomar decisiones a más largo plazo o asegurar contratos a largo plazo también.
AC: Por supuesto. Las cuestiones que afectan al resultado de tus decisiones, en cierto modo, están más bajo tu control, están más en tu propio entorno. Tienen más que ver con tu propio sector, con lo que es tu mercado. Por supuesto, hay que preocuparse por las condiciones generales del mercado, pero si realmente no tienes que preocuparte por el valor del dinero en el futuro, eso es significativo.
Eso se traduce en una curva de Phillips relativamente plana, que le da (a los bancos centrales) un poco más de margen para implementar una política monetaria activa que responda al ciclo económico sin temor a que la consecuencia sea una inflación inmediata o muy rápida. Por lo tanto, eso refuerza el papel estabilizador de la política monetaria, como hemos visto durante los últimos 10 a 15 años.
CG: Así que, si se está en un mundo estable de baja inflación, el banco central puede, por ejemplo, ignorar las variaciones del precio del petróleo si son de un tamaño razonable y relativamente efímeras.
AC: Absolutamente, y eso ocurre incluso en los mercados emergentes. Tengo mucha experiencia en México, y por supuesto allí era muy difícil lidiar con una inflación de dos dígitos. Pero si la gente entiende que se trata de un cambio transitorio, eso te permite no forzar un ajuste en otros precios que no se han visto afectados.
CG: Háblenos ahora del mundo de la alta inflación. ¿En qué se diferencia, y cómo se comporta la gente en un mundo de inflación persistentemente alta? ¿Y qué tan alta tiene que ser la inflación para estar en este mundo?
AC: Supongo que para las economías avanzadas, algo superior a 5 por ciento ya es alto, y en los mercados emergentes, quizá 7 por ciento sea el piso.
Creo que la cuestión principal es que te obliga, como empresa y también como trabajador, a ser mucho más consciente de tus decisiones de precios. Y tienes que pensar realmente si vas a ajustar los precios y cuándo, y en qué cantidad.
Si, por ejemplo, te encuentras en un entorno de baja inflación, tomas esas decisiones basándote en un horizonte largo porque son condiciones que puedes anticipar, y puedes optimizar. Mientras que cuando tienes una inflación alta, observas múltiples desplazamientos y, por tanto, tienes que empezar a decidir cómo vas a ajustar tu precio. Significa que vas a ajustar los precios con más frecuencia o por cantidades más altas.
CG: Y es de suponer que, en el mundo de la alta inflación, en última instancia, los sueldos tienen que seguir los precios más altos también, por lo que hay una espiral de precios de los salarios.
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AC: Sí. Un aspecto clave aquí es que la indexación y los acuerdos salariales no se revisan tan a menudo, pero en algún momento llega el futuro y entonces empiezan a entrar en acción, y eso puede dar un nuevo impulso a la inflación. Y creo que, en algunas economías, estamos empezando a verlo.
Si hay negociaciones más coordinadas, un proceso de indexación, ya que los acuerdos laborales responden más a las condiciones generales de la inflación en lugar de centrarse en el sector, entonces es cuando se empieza a conseguir una dinámica más arraigada.
CG: ¿Cuál es la evidencia de que estamos viendo esta dinámica inflacionaria?
AC: Creo que las condiciones financieras son ese impulso por el que la demanda diaria se ha mantenido. Entonces, eso da un impulso adicional a los cambios de precios individuales. Y eso llegó acompañado de una combinación de aumentos de precios muy sobresalientes. Es esta combinación la que está dando el incremento de precios también.
CG: ¿Por qué llegamos a esto?
AC: Más que nada porque el ciclo económico cambió de forma muy drástica, en un espacio de tiempo muy corto.
En 2020 temíamos una deflación y una gran depresión. Y los gobiernos dijeron: utilicemos todos los instrumentos que tenemos para mitigar el impacto, aplanemos la curva de mortalidad de las empresas, pongamos en marcha la economía. Ahora bien, nos sorprendió en un primer momento una recuperación muy rápida, y eso tuvo que ver con la vacunación.
Y eso nos llevó a una dinámica en la que se empezó a sentir que la inflación estaba cobrando fuerza, pero luego este proceso fue apoyado, de nuevo, por el choque de las materias primas que resultó de la invasión rusa.
La política monetaria no tiene la agilidad para ajustarse rápido a los ciclos económicos, y eso es algo que también debemos tener en cuenta en el futuro.
CG: ¿Hasta qué punto está seguro de que nos encontramos en este mundo de alta inflación? ¿Diagnosticaría que eso ya ocurrió en muchos países o hay un riesgo de que ocurra?
AC: Creo que las luces de advertencia empezaron a parpadear, y lo que me hace sentir relativamente cómodo es que la respuesta política ha sido rápida. Creo que una vez que se ha llegado a la convicción de que no se trata de unos cuantos cambios relativos de precios, la respuesta ha sido contundente.
Y, por tanto, creo que esto ofrece la oportunidad de que estos niveles de inflación tan elevados no se consoliden. Algunas expectativas de inflación se están revisando a la baja, y también las expectativas en algunos mercados que tienen mucha inflación, de que el endurecimiento de la política que necesitamos en el futuro no será tan fuerte. Por tanto, creo que la respuesta ha sido oportuna, y aún es pronto, pero hasta ahora, creo que es buena.
CG: Si hablamos de una transición hacia un mundo de baja inflación, ¿qué tan difícil es? Cuando tenemos una fuerte demanda en muchas partes del mundo, al menos por encima de la capacidad de oferta, ¿esto significa que hay que crear algo más que una desaceleración?
AC: Necesariamente veremos una desaceleración. De hecho, es una desaceleración deseada en el corto plazo, porque eso establecerá las condiciones para un crecimiento mucho mejor a mediano plazo. Y creo que el aspecto clave que va a determinar la profundidad de la caída de la economía es el nexo entre el sector real y el sector financiero.
Hasta ahora, los mercados se han ajustado relativamente bien. Sí, se produjeron algunas correcciones de valoración importantes, pero los mercados se están comportando bien, y su proceso de mediación va bien. Por tanto, no anticipo un colapso importante en los mercados financieros. Si esto ocurriera, el impacto sobre la demanda acumulada será más fuerte, y eso hará bajar la inflación más rápido, pero desde el punto de vista de la producción.
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Un aspecto positivo es que hemos empezado esto desde un punto de fortaleza en los mercados financieros. Eso dará resiliencia al proceso. También tenemos, como dijiste, una economía bastante activa, un empleo muy alto, lo que debe mantener la resiliencia.
Pero sí, no hace falta decir que se va a producir alguna desaceleración, que va a tener que ocurrir. Sigo pensando que podemos conseguirlo sin una gran desaceleración en el sector real.
CG: ¿Y qué es lo que busca? ¿Cuál será una señal de éxito en términos de volver a integrar un entorno de baja inflación?
AC: Creo que una señal muy importante será, por ejemplo, si el porcentaje de diferentes bienes y servicios que están produciendo cambios positivos empieza a disminuir de repente. Porque entonces se empieza a ver que el componente general de la inflación está bajando y los cambios de precios empiezan a volver a actuar.
Por tanto, creo que es muy importante contar con esa métrica. En el IPC se puede hacer un análisis por sectores. Si ves que 90 por ciento de los sectores tienen un aumento positivo de los precios, y ahora es 85 y luego 70 por ciento, y luego vuelves a la normalidad, creo que eso empieza a darte señales.
También es importante que los bancos centrales mejoren la información al respecto, informar a la gente lo que está pasando con esos precios, y mostrarles que el proceso de ajuste, tal como lo anticipaste, se lleva a cabo.
Al final, con el endurecimiento de la política monetaria, quieres que las empresas y los centros de precios digan: si hoy subo los precios y la política monetaria se endurece, podré tener un incremento real de mi precio. Eso puede afectar a mi demanda y, por tanto, será mejor que fije a la baja mis ajustes de precios.
CG: ¿Es útil de vez en cuando, cada pocas décadas, tener un periodo inflacionario, para que la gente entienda lo que es la inflación y se dé cuenta de que es algo malo?
AC: Entiendo tu punto de vista, aunque no me gusta. Pero al fin y al cabo, los bancos centrales tienen que demostrar su contribución a la sociedad, no solo proporcionando dinero, sino ofreciendo dinero que conserve su valor.
Y para tener una institución en el Estado, con el único o el principal objetivo de mantener la estabilidad de precios, la gente tiene que apreciar las consecuencias de no tener estabilidad de precios.
Si nunca se ha experimentado la inflación, entonces el banco central tiene un mandato que puede ser muy bueno por escrito, pero no lo hemos visto en acción. Por tanto, el interés público del banco central es enorme, y por eso es importante poner a prueba la capacidad del banco central, para que éste pueda demostrar lo que aporta a la sociedad. Creo que eso es clave.
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