Cuando el doctor Richard Horton acude a nuestro almuerzo a través de Zoom, me siento un poco decepcionada. Estoy en casa pero vestida para una verdadera reunión de trabajo: vestido negro, aretes y un toque de maquillaje.
Por su parte, el editor en jefe de The Lancet, la revista británica de medicina, trae una sudadera negra con capucha. Aunque afortunadamente recordó que estamos comiendo juntos. “Mira, tengo mi almuerzo”, dice con orgullo, mostrando una bolsa de papel hacia la cámara.
En enero, The Lancet publicó por primera vez informes clínicos de una neumonía misteriosa en Wuhan. Desde entonces, una serie de artículos sobre el coronavirus (covid-19) se ha convertido en un torrente de información crucial y de libre acceso que ayuda a dar respuesta en tiempo real.
Eso llevó a que el doctor de 58 años asumiera un papel secundario. Desde febrero, acusó a los ministros y sus asesores de no ver la tormenta que se avecinaba.
La respuesta del Reino Unido a la pandemia, dijo a la BBC el 26 de marzo, era un “escándalo nacional”. ¿El gobierno tiene sangre en sus manos?, le pregunto. “No voy a usar esas palabras, pero se habrían salvado vidas si hubiéramos actuado antes”, dice el doctor.
A Horton le desespera cómo se manejan la ciencia y la política en la pandemia: desde la falta de pruebas hasta lo que califica como la farsa de las conferencias de prensa diarias y el “fracaso estratégico” del gobierno para planear.
Por mi parte, el servicio de comida estuvo a cargo de mi hija Rosa. Ella se decidió por comida italiana a través de Just Eat. Me sirve cuatro rebanadas de pizza hawaiana y saluda a mi entrevistado.
Horton desempaca su almuerzo y baja la cámara para hacer alarde de un festín mediterráneo. Su plato picante incluye pollo, tzatziki casero y hummus, baba ganoush y salsa de chile fresco orgánico. No puedo evitar sentirme un poco celosa.
El doctor Horton se unió a The Lancet en 1990 y cinco años después fue nombrado editor en jefe, con solo 33 años. No se disculpa por ser abiertamente político.
“Algunos de los grandes avances, como el movimiento sanitario del siglo XIX y el nacimiento del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) no fueron logros técnicos sino luchas políticas. El establishment médico debería estar mucho más politizado al criticar temas como las graves desigualdades en salud y el acceso deficiente a la atención”.
Los críticos lo califican como izquierdista. Él rechaza la etiqueta. Pero, su filosofía es fiel al espíritu del fundador de The Lancet, Thomas Wakley, un cirujano y reformador social que fue descrito alguna vez como un “denunciante honesto de las distinciones entre ricos y pobres”.
En realidad, a Horton nunca se le ha perdonado por publicar un artículo de Andrew Wakefield en 1998, que planteaba dudas infundadas sobre la seguridad de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola. A pesar de años de controversia, el documento no se retractó completamente hasta 2010.
Hoy, la escasez de equipos de protección personal entre los trabajadores de la salud es el tema que domina en los medios. Los fideicomisos hospitalarios han amenazado a los denunciantes con medidas disciplinarias; Horton se ofreció a actuar como conducto: “se ha intimidado a los trabajadores y se les obliga a ver pacientes que claramente tienen o se sospecha que tienen covid-19 sin EPP.”
El NHS se quedó en el intento de recuperar terreno, dice Horton, porque el gobierno ignoró o no actuó de manera oportuna. El primer artículo que sugería la existencia de un nuevo virus apareció en The Lancet el 24 de enero. Horton ahora quiere saber por qué esa evaluación se pasó por alto en Whitehall.
“¿Por qué el Grupo Asesor Científico para Emergencias no leyó ese artículo, o el Grupo Asesor de Amenazas Nuevas y Emergentes de Virus Respiratorios, o el NHS?”, pregunta. “Teníamos todos estos comités y estas oficinas, pero de alguna manera no se conectaron. Tuvimos el mayor fracaso de política científica en una generación.”
Una semana después, otro artículo de The Lancet advirtió que el virus ya no estaba contenido en Wuhan, y que “los brotes en las principales ciudades del mundo podrían volverse inevitables... Los planes de preparación y mitigación deben alistarse para un despliegue rápido”.
Ahora, la comunidad científica está desesperada por adivinar qué hará después del virus. “Estamos viendo que tiene el potencial de volver”, dice. “Esto es muy preocupante, por ello necesitamos una vacuna lo más rápido posible.”
Richard Horton, quien fue diagnosticado con melanoma avanzado en 2018, ha sido sometido a cirugía tres veces y quedó con cicatrices y un pronóstico incierto. Ahora mismo está en inmunoterapia. “Me despierto y creo que tengo que aprovechar cada día al máximo, porque no sé cuántos más tendré.”
El doctor Horton presionará para que se lleve a cabo una investigación pública sobre covid-19, y para que la Organización Mundial de la Salud se fortalezca. Califica la decisión de Donald Trump de suspender el financiamiento a la OMS como un “crimen contra la humanidad”. Ahora está escribiendo un libro sobre por qué, a pesar de las señales de advertencia, la pandemia tomó por sorpresa al mundo entero.
srgs