Hola, lectores de Swamp Notes. Esta semana la persona que responde es nuestro jefe de la oficina de San Francisco y gurú de la tecnología Richard Waters, así que me voy a enfocar en temas del sector, en parte para que todos puedan disfrutar de su perspectiva.
La creencia popular del mercado sostiene que todo lo que sube en una década debe bajar en la siguiente. El escritor e inversionista Ruchir Sharma lleva algún tiempo escribiendo que, dado que las grandes compañías de tecnología de Estados Unidos fueron las preferidas del mercado en la última década, el futuro favorecerá justo lo contrario. Esto apuntará a todas las cosas pequeñas, extranjeras y no relacionadas con la tecnología.
Se puede argumentar que el inicio la semana pasada del caso antimonopolio del gobierno estadunidense contra Google marcó el cambio de tendencia en este sentido. No estoy de acuerdo con el escritor de New York Times Steve Lohr de que este juicio carece del impacto cultural de la batalla contra Microsoft de hace un cuarto de siglo. De hecho, yo pienso que es mucho más importante debido a que será una inmersión profunda en el poder del capitalismo de vigilancia y la forma en que las configuraciones predeterminadas y el efecto de red pueden utilizarse para empujar los comportamientos de los consumidores en una dirección determinada. Hoy en día, este es el modelo de negocio de casi todas las empresas, no solo de las grandes compañías del sector de la tecnología.
Lo que me lleva a mi primera pregunta: en la actualidad, ¿qué se considera como tecnología? Si se cree en la idea de que las narrativas de mercado cambian aproximadamente cada década, se debe mostrar recelo a comprar en Nasdaq y también será conveniente vender el S&P 500, dado que su valor se inclina de una manera tan desproporcionada hacia las grandes firmas de tecnología.
Sin embargo, también se puede argumentar que estamos a punto de entrar en una nueva edad de oro de la innovación tecnológica y la inversión. La diferencia es que en esta ocasión no se tratará de los consumidores, sino de la industria. Tres cuartas partes de los 100 billones de dólares del producto interno bruto mundial corresponden a industrias tradicionales —como la fabricación, el transporte, la logística y la atención de salud— que aún no se ven profundamente transformadas por la tecnología.
Esto está cambiando. El deseo de la mayoría de las empresas de aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro, unido a la digitalización de la industria, ya provocó un auge en ámbitos como la fabricación aditiva y la ciencia de los materiales, pero también los sensores, la robótica, la inteligencia artificial (IA) y el software de logística. Algunas de las compañías que están en el puntero se encuentran en Europa y Asia, pero la mayoría se ubican en Estados Unidos.
Sin embargo, este auge se está produciendo en un momento en el que las tasas de interés son más altas, la disponibilidad de financiamiento para las nuevas empresas es menor y los mercados en general son menos indulgentes (un tema que Richard abordó recientemente a través de la lente de la oferta pública inicial de Instacart). Mientras tanto, gran parte de la tecnología que está de moda en este momento depende de una reindustrialización en partes del mundo desarrollado que todavía puede verse socavada por la devaluación de la moneda china, una avalancha de importaciones baratas (hay que ver la actual investigación de la Unión Europea contra China por dumping en el sector de los vehículos eléctricos) y el regreso a un mundo en el que el precio es lo único que importa.
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Todavía apuesto a que tanto las acciones como la tecnología de Estados Unidos tienen recorrido, en parte porque creo que la reducción del riesgo en verdad se va a acelerar en los próximos años; sin embargo, también pienso que las próximas grandes startups tecnológicas probablemente van a llegar de fuera de Silicon Valley, que en los últimos años se ha centrado demasiado en la tecnología de consumo “me-too” (yo también). Richard, ¿la gente del área de la Bahía de San Francisco está de acuerdo conmigo en esto, y los tipos de negocios de Silicon Valley con los que hablas apuestan a favor o contra su propio sector en este momento?
Lecturas recomendadas
-Paul Krugman hace un análisis inteligente y digerible del actual debate sobre la inflación y, en particular, del nuevo e importante artículo de Mike Konczal, del Instituto Roosevelt, en el que analiza por qué la relación entre inflación y empleo parece cambiar.
-Me fascinó y horrorizó el informe sobre el uso de inteligencia artificial china para difundir mentiras sobre los incendios forestales de Maui. El reportaje de Axios de Microsoft y los problemas de la IA y la desinformación. Y las revelaciones de New York Times sobre cómo China manipula Facebook y Twitter.
-Estoy de acuerdo con mi colega Alan Beattie, que escribe que el término “sur global” es a la vez limitado y condescendiente.
-Y si tienen pensado leer el nuevo libro de Walter Isaacson sobre Elon Musk, deben consultar mi reseña en Financial Times.
Richard Waters responde
Son muchas preguntas importantes, Rana. ¿Cuánto tiempo tienes?
Estás sugiriendo que una moda de inversión solo puede durar una década. Pues bien, ya llevamos más de dos del romance de Wall Street con las grandes compañías de tecnología y no parece que vaya a terminar. El cambio secular hacia lo digital se puede acelerar o desacelerar a veces —y las cosas de plano se desaceleraron cuando subieron las tasas de interés y se suavizaron las restricciones de la pandemia—, pero yo creo que todavía tiene mucho camino por recorrer.
Y apenas estamos al principio de la era de la inteligencia artificial. Las cosas cambian mucho cuando las computadoras entienden el lenguaje, no solo por lo que pueden hacer, sino porque su uso se vuelve mucho más sencillo. Así que no, no esperaría que la próxima década fuera diferente, aunque las “correcciones” tecnológicas periódicas del mercado se vuelvan más pronunciadas; sin embargo, realmente no esperabas que dijera otra cosa, ¿verdad? (Y supongo que tu pregunta sobre si hay gente de la industria de la tecnología que apuesta contra su industria se hizo con un espíritu irónico). La respuesta de Silicon Valley a cualquier problema es siempre más tecnología, como bien sabes).
Pero eso no significa que las mismas compañías van a dominar. Siempre has expresado muy bien las inquietudes que suscitan las compañías de tecnología dominantes actualmente: Es difícil pensar que empresas tan grandes, poderosas y sin una rendición de cuentas tengan por delante otro periodo de crecimiento ilimitado, sin un mayor esfuerzo para controlarlas. En todo caso, es de esperar que su tamaño las frene. Las agitaciones tecnológicas, como el auge de la inteligencia artificial, también suelen provocar un cambio en el liderazgo del sector, aunque en este caso compañías como Google cuentan con grandes ventajas técnicas.
En cuanto a tu pregunta principal (¿va a cambiar nuestra definición de tecnología y quién se va a beneficiar en el próximo ciclo?) creo que le has dado en el clavo. Estoy de acuerdo en que sectores como fabricación, logística y atención de salud van a experimentar cambios considerables, pero creo que empieza por la tecnología digital, y algunos de los nombres que ya conocemos bien: las plataformas en la nube de Amazon, Microsoft y Google. Todos esos científicos de materiales y expertos en la cadena de suministro de los que hablas van a depender de esta infraestructura digital —y de la inteligencia artificial que se ejecuta en la nube— para propiciar las siguientes oleadas de innovación.
Esperemos que no sea otro momento de “el ganador se lo lleva todo” para Silicon Valley. A medida que se extienda el conocimiento digital, se podrá tener la esperanza de que las personas más cercanas al problema sean las que vean cómo puede aprovecharse al máximo esta estructura de nueva tecnología. Esto, casi sin duda, tiene que ocurrir fuera de Silicon Valley, como sugieres. La industria de tecnología ha estado demasiado concentrada en términos de riqueza y poder. Por razones políticas, aunque solo fuera por eso, el próximo ciclo tiene que extenderse mucho más.
La próxima vez que estés en California te invito una kombucha y comparamos apuntes.