Lo grande alguna vez fue hermoso en Siemens. Ya no más. El jefe Joe Kaesner descartó los objetivos ambiciosos de ventas a favor de hacer más pequeño el conglomerado difícil de manejar. El jueves, el grupo alemán reportó el primer conjunto de resultados bajo su nueva estructura. Las utilidades netas cayeron 6 por ciento en el tercer trimestre. Las acciones registraron una caída casi del mismo nivel en los resultados que fueron peores a los esperados. Siemens como una compañía esbelta tal vez resulte que no es tan resistente como se esperaba.
Como una de las compañías de fabricación más grandes de Europa, inevitablemente le afectan los problemas geopolíticos. El problema es que su glamoroso negocio digital —destinado a representar la mayor parte del valor del grupo después de la separación de la división de energía y gas del próximo año— fue la principal causa de no alcanzar los resultados. La impresionante rentabilidad del negocio, un líder en la automatización de las operaciones industriales, está bajo presión. Los márgenes del Ebitda ajustado cayeron de 19.5 por ciento el año pasado a 14.8 por ciento.
Deben recuperarse, dice la compañía. Considera que los márgenes estarán en el objetivo —entre 17 y 23 por ciento— para el año completo, en parte como resultado de la reducción de costos. Parte de la protección proviene de la diversificación. Los clientes farmacéuticos, de productos químicos, de alimentos y bebidas representan en su conjunto una quinta parte de las ventas de la división. Sin embargo, se ven opacados por la industria automotriz y de maquinaria de herramientas, que actualmente representan 30 y 15 por ciento de las ventas de la división. Esas fuentes de demanda no van a subir muy pronto.