¿Cuándo alguien al que se le dio el beneficio de la duda cruza la línea, se esconde la cabeza bajo la arena? Se necesita que los líderes de JP Morgan Chase y Barclays respondan a esa pregunta a la luz de las nuevas acusaciones sobre el delincuente sexual condenado Jeffrey Epstein y su antiguo colega Jes Staley.
Epstein, cliente de JP Morgan durante más de una década, murió en 2019 mientras esperaba un juicio por acusaciones adicionales de abuso de mujeres, pero las conexiones con él todavía proyectan una larga sombra sobre individuos que van desde gigantes de la tecnología hasta la realeza. Staley, que en ocasiones cumplió la función como interlocutor del banco estadunidense con Epstein, perdió su trabajo como director ejecutivo de Barclays en 2021, cuando optó por defenderse contra un hallazgo preliminar del regulador británico de que había sido engañoso respecto a su relación.
La semana pasada, los dos bancos fueron arrastrados aún más en el escándalo cuando las autoridades de las Islas Vírgenes de Estados Unidos hicieron públicos algunos de los correos electrónicos de Staley y Epstein como parte de una demanda en la que se alega que JP Morgan facilitó el tráfico sexual en el complejo de la isla de Epstein. El banco estadunidense califica la demanda de “infundada” y Staley, que no es uno de los demandados, ha negado en repetidas ocasiones que tuviera conocimiento del comportamiento inmoral de Epstein. Barclays no quiso hacer comentarios.
En la demanda se alega que Staley utilizó su correo electrónico de trabajo para intercambiar mil 200 mails con Epstein y recibió de él lo que la demanda describe como “fotos de mujeres jóvenes en poses seductoras”. También alega que Epstein utilizó cuentas de JP Morgan para pagar más de un millón de dólares a al menos 20 víctimas de delitos sexuales.
En 2009, Staley escribió a Epstein hablándole de su “profunda” amistad y de su “abrazo sincero”. Un año después le envió un correo electrónico: “Mándale mis saludos a Blancanieves”. Cuando Epstein respondió: “¿Qué personaje te gustaría después?”. Staley contestó: “La Bella y la Bestia”.
En la demanda, la supuesta reacción de JP Morgan ante las crecientes pruebas de las fechorías de Epstein se percibe como casi indiferente. Tras su declaración de culpabilidad en 2008, un empleado especuló con que sus 120 millones de dólares en activos saldrían del banco “a la espera de que (el director ejecutivo Jamie) Dimon los revisara”; sin embargo, el financiero permaneció como cliente.
JP Morgan informó la semana pasada: “No hemos visto ninguna prueba de una revisión de ese tipo”. Si Dimon no lo revisó, ¿quién lo hizo? ¿Lo hizo alguien? En la demanda se dice que cuando más tarde el banco decidió preguntar directo a Epstein sobre las denuncias de tráfico de personas, enviaron a Staley.
En 2010, otro correo electrónico preguntaba: “Ver más abajo nuevas acusaciones… ¿Todavía te sientes cómodo con este cliente que ahora es un delincuente sexual registrado?”. La respuesta: “Estas historias aparecen”. Cuando el jefe de la lucha contra el lavado de dinero solicitó la reaprobación formal de Epstein como cliente en 2011, otra persona le respondió por escrito: “Pensé que lo habíamos hecho al aprobar una nueva línea de crédito de 50 millones de dólares el mes pasado”.
Sin duda, JP Morgan puede argumentar que los condenados por delitos graves tienen derecho a tener cuentas bancarias y no se puede esperar que el banco preste mucha atención a cada correo electrónico y transacción en el que esté involucrado un magnate derrochador. El banco también cerró la cuenta de Epstein en 2013, poco después de la salida de Staley y antes de que Epstein se convirtiera en blanco de la indignación mundial.
Barclays nunca financió a Epstein, pero su consejo se enfrenta a preguntas difíciles sobre sus decisiones en 2020, después de que fuera arrestado de nuevo. En ese momento, los correos de JP Morgan, ahora públicos, cayeron en manos de los reguladores británicos, que iniciaron una investigación sobre si Staley los había engañado sobre la naturaleza de la relación con Epstein.
Sin embargo, el consejo de Barclays insistió en que Staley gozaba de su “plena confianza” y lo apoyó durante casi un año más. Personas familiarizadas con el proceso dicen que la decisión se basó en su propia investigación. Incluyó los correos electrónicos, pero no los archivos adjuntos con las fotos supuestamente “seductoras”. También tomaron en cuenta el historial de lealtad absoluta de Staley y que en repetidas ocasiones negó tener algún conocimiento sobre conductas sexuales inapropiadas.
Las personas son inocentes hasta que se demuestre su culpabilidad, y los delincuentes que cumplen su condena merecen una segunda oportunidad. Cuando las personas implicadas son ricas y están conectadas a una red de contactos de individuos poderosos, la presión solo va en una dirección.
JP Morgan tiene la costumbre de ignorar los hechos incómodos. En 2014 pagó 2 mil 600 mdd para poner fin a una investigación penal sobre las acusaciones de que se hizo de la vista gorda ante el enorme esquema Ponzi de Bernard Madoff. Barclays tenía un historial de ser indulgente con Staley cuando sobrepasaba los límites legales y éticos. El consejo ya lo había apoyado cuando intentó dos veces descubrir la identidad de un denunciante anónimo y por eso recibió una multa de 642 mil 430 libras.
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